El Banco de Inglaterra mantiene los tipos de interés tras pronosticar que la recesión en Reino Unido por el coronavirus será menos grave de lo esperado

Reino Unido sufrirá en 2020 la mayor caída de su PIB en el último siglo, pero no será tan grave como inicialmente se había estimado. Estas son las últimas previsiones económicas que ha publicado el Banco de Inglaterra este jueves, en las que ha ajustado a la baja su pronóstico de contracción de la economía británica 4,5 puntos porcentuales, de una caída del 14% a una del 9,5%.

Esta nueva previsión se ha publicado al mismo tiempo que el banco central británico desvelaba que mantendrá los tipos de interés en el nivel actual, del 0,1%, y que no modificará la dotación de su programa de compra de deuda pública y privada en 745.000 millones de libras (unos 827.000 millones de euros). En junio, el Banco de Inglaterra había añadido 100.000 millones de libras (sobre 111.000 millones de euros) a esta medida, segúnCNBC.

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La institución monetaria ha mejorado los pronósticos para 2020 que publicó en mayo, pero ha empeorado los de 2021 de una recuperación económica del 15% en 2021 a un 9%. De cara a 2022, el Banco de Inglaterra ha elevado apenas medio punto su previsión hasta un repunte del 3,5% del PIB británico.

Además, el Banco de Inglaterra ha augurado que el mercado laboral necesitará más tiempo para recuperarse, situando sus expectativas para la tasa de paro en un 7,5% a finales de 2020 y a una recuperación progresiva en el primer semestre del año próximo. La institución ha señalado que observará cómo se comporta el mercado laboral en otoño, cuando finalice el programa de furlough (suspensión temporal de empleo), similar a los ERTE en España.

La institución monetaria británica ha precisado que la recuperación económica de Reino Unido "dependerá críticamente de la evolución de la pandemia, de las medidas tomadas para proteger la salud pública y de cómo los gobiernos, los hogares y las empresas responden a estos factores". Por ello, se compromete a seguir revisando la evolución de la economía británica para ajustar sus políticas monetarias.