ChatGPT marca el fin de la programación tal y como la conocemos

Aki Ito
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Programación.

Arif Qazi / Insider

  • Durante mucho tiempo se consideró que la programación era el único refugio frente al implacable avance de la tecnología. Si los programadores no están a salvo, ¿quién lo está?
  •  La pregunta que deberíamos hacernos sobre la IA no es lo bien que puede realizar las tareas humanas y cuánto dinero ahorrará a las empresas, sino si la tecnología está haciendo lo que a nosotros, como sociedad, nos gustaría que hiciera.

Cuando ChatGPT se lanzó el pasado mes de noviembre, la mayoría de nosotros nos quedamos maravillados por su capacidad para escribir letras de rap, cartas de presentación o redacciones para el instituto. Pero Adam Hughes, desarrollador de software, estaba intrigado por la inteligencia artificial utilizada para escribir código. Así que se hizo una cuenta y le pidió a ChatGPT que programara un juego de 3 en raya modificado, dictándole unas normas para que el robot no pudiera limitarse a copiar código que ya hubiera escrito una persona. A continuación, le hizo las típicas preguntas de programación que se hacen en las entrevistas de trabajo.

Fuera lo que fuera, Hughes descubrió que ChatGPT era capaz de algo para lo que él no estaba preparado: un código muy bueno. No tardó mucho en preguntarse qué podía significar esto para el futuro de su profesión, la cual no solo le encantaba, sino que le había proporcionado estabilidad hasta ese momento. "Nunca pensé que me sustituirían en mi trabajo, nunca, hasta que llegó ChatGPT. Tuve una crisis existencial en ese mismo momento. Muchos de los conocimientos que creía especiales, a los que había dedicado 7 años, se quedaron obsoletos", afirma.

La programación, como trabajo, se ha considerado durante mucho tiempo un refugio seguro frente al avance de la tecnología. Cuando los nuevos inventos sustituían otros trabajos, los programadores se sentían intocables. Las universidades se apresuraron a ampliar sus programas de informática. Los responsables políticos se apresuraron a lanzar un mensaje inquebrantable: "¡Aprende a programar! ¡Aprende a programar!". Pero en las últimas semanas, a puerta cerrada, he oído a muchos confesar su ansiedad ante la repentina llegada de la IA generativa. 

Los que se han dedicado a la automatización temen que pronto se les automatice a ellos también. Y si los programadores no están a salvo, ¿quién lo estará?

Se ha escrito mucho sobre la llegada de la IA a determinados empleos. Los investigadores de OpenAI, creadores de ChatGPT, examinaron recientemente hasta qué punto los grandes modelos lingüísticos podrían realizar las 19.000 tareas que componen las 1.000 ocupaciones de la economía estadounidense. Su conclusión: el 19% de los trabajadores tienen empleos en los que al menos la mitad de sus tareas podrían ser realizadas por la inteligencia artificial. 

Los investigadores también han observado 2 patrones entre los empleos más vulnerables: requieren más formación y tienen salarios más elevados. "No pensábamos que fuera a ser así", afirma Ethan Mollick, profesor de Gestión de Wharton que estudia la innovación. "Siempre se supuso que la IA automatizaría tareas peligrosas y sucias, no las cosas que queremos hacer".

Sin embargo, según el estudio, hay una profesión que corre especial peligro: la programación informática. ¿Por qué? Los grandes modelos lingüísticos, como el que utiliza ChatGPT, se han entrenado con enormes almacenamientos de código. Investigadores de Microsoft y su filial, GitHub, han dividido a los desarrolladores de software en 2 grupos: uno con acceso a un asistente de programación de IA y otro sin él. Los asistidos por la IA han sido capaces de completar tareas un 56% más rápido que los no asistidos. "Es una gran cifra", afirma Mollick. En comparación, la máquina de vapor a mediados del siglo XIX aumentó la productividad de las grandes fábricas solo un 15%.

Las empresas tecnológicas se han apresurado a adoptar la IA generativa, reconociendo su capacidad para acelerar la programación. Amazon ha creado su propio asistente de programación, CodeWhisperer, y anima a sus ingenieros a utilizarlo. Google también está pidiendo a sus desarrolladores que prueben nuevas funciones de programación en Bard, rival de ChatGPT. Dada la prisa de la industria tecnológica por desplegar la IA, no es difícil imaginar un futuro en el que necesitaremos la mitad de los ingenieros que hoy o, más adelante, una décima o una centésima parte (Emad Mostaque, CEO de Stability AI, ha llegado a predecir que "no habrá programadores en 5 años"). 

Para bien o para mal, el auge de la IA marca el fin de la programación tal y como la conocemos.

El secreto de la IA

Ahora bien, antes de abordar este escenario catastrofista, paremos un momento y consideremos los argumentos a favor del optimismo. Tal vez, como predicen los más optimistas, haya suficiente demanda de programación para combinar el trabajo de personas con la IA. Claro que la llegada del tractor dejó sin trabajo a muchos agricultores. Pero la programación no es como la agricultura. "Hay una cantidad limitada de alimentos que pueden comer 7.000 millones de personas. Pero no está claro si hay un límite para la cantidad de software que la humanidad quiere o necesita. De hecho, una prueba de ello es que hasta ahora se ha producido menos software del necesario", afirma Zachary Tatlock, profesor de informática de la Universidad de Washington. 

En otras palabras, la IA puede ayudar a los humanos a escribir código más rápido, pero seguiremos necesitando gente porque necesitamos todo el software que puedan crear, tan rápido como puedan. En la perspectiva más optimista, todos los beneficios de productividad de la IA dispararán la demanda de software, haciendo que los desarrolladores del futuro sean más demandados que ahora.

Otro argumento de los optimistas: aunque la IA realice la mayor parte de la programación, las personas encontrarán nuevas formas de ser útiles centrándose en lo que la IA no puede hacer. Pensemos en lo que les ocurrió a los cajeros de los bancos tras la adopción generalizada de los cajeros automáticos. Uno pensaría que podrían haber hecho desaparecer la profesión, pero, el número de cajeros de banco en realidad creció entre 1980 y 2010. ¿Por qué? Porque, según un análisis, los cajeros se convirtieron cada vez menos en empleados de caja y más en comerciales, que entablaban relaciones con los clientes y les vendían servicios adicionales como tarjetas de crédito y préstamos. 

Del mismo modo, Tatlock prevé un futuro para los ingenieros de software que implica menos escritura de código y más verificación. "Probablemente quieras verificar formalmente el código que va en el asistente de conducción de tu coche o que gestiona tu bomba de insulina", señala Tatlock. Si los programadores de hoy son escritores, sus homólogos del futuro serán editores y verificadores de hechos.

Así que, a largo plazo, quizá los programadores sobrevivan realizando alguna nueva función. Pero incluso en el mejor de los casos, admiten los optimistas, la transición será dolorosa. "La vida de algunas personas se verá alterada por este cambio. Esto ocurre con todos los cambios tecnológicos", comenta Tatlock. Algunos desarrolladores se verán inevitablemente desplazados, incapaces de adaptarse a la nueva forma de hacer las cosas. Y los que hagan la transición al futuro impulsado por la IA se encontrarán realizando tareas radicalmente distintas de las que hacen hoy.

La primera pregunta es: en esta batalla por la supervivencia, ¿quién está mejor posicionado para adaptarse y quién se va a quedar atrás? Quizás lo normal es pensar que los veteranos serían menos vulnerables que alguien recién salido de la universidad al que se le encomienda escribir código a destajo. Pero en el estudio de GitHub, fueron los más novatos los beneficiados por el apoyo de la IA. La nueva tecnología básicamente igualó las condiciones entre novatos y veteranos. Por tanto, es posible que sean estos últimos los más perjudicados, al no poder justificar sus elevados salarios.

ChatGPT.

Luego está la cuestión de la calidad del trabajo. Los optimistas suponen que con la IA podremos externalizar muchas de las tareas aburridas y repetitivas, lo que nos permitirá concentrarnos en tareas más estimulantes. Pero, ¿y si ocurre lo contrario y la IA se encarga de todo lo divertido?

No quiero faltar al respeto a mis compañeros del departamento de investigación, que hacen un trabajo vital, pero soy redactora porque me encanta escribir; no quiero que mi trabajo se convierta en comprobar los errores de ChatGPT. Lo que resulta desconcertante de la IA generativa es su capacidad para realizar el tipo de tareas altamente cualificadas que más gustan a la gente

"Me encanta programar. Siento que soy una de las pocas personas que puede decir con seguridad que estoy en la carrera que quiero estar. Por eso da miedo verla en peligro", comenta Hughes, el desarrollador de software. 

Pero el mayor fallo del "todo irá bien" es algo que los propios optimistas admiten: se basa en la suposición de que la IA generativa seguirá sirviendo como complemento del trabajo humano, no como sustituto absoluto. Cuando aparecieron los cajeros automáticos, los cajeros de los bancos pudieron adaptarse porque todavía había cosas que podían hacer mejor que las máquinas. 

Pero retrocedamos unas décadas y encontraremos una tecnología que eliminó lo que era uno de los trabajos más comunes para las mujeres jóvenes: el de telefonista. Hacer tus propias llamadas en un teléfono de marcación rotativa era mucho más rápido y sencillo que pasar por una telefonista. Muchas de las operadoras desplazadas abandonaron el mercado laboral y, si seguían trabajando, lo hacían en ocupaciones peor pagadas. 

Su destino plantea la pregunta: ¿En qué momento la inteligencia artificial puede ser tan buena programando que ya no haga falta un programador? 

Ilustración sesgos machistas inteligencia artificial

El hecho de que tengamos que hacernos esta pregunta subraya uno de los problemas más evidentes de la investigación en IA: demasiada parte de esta tecnología se centra en sustituir el trabajo humano en lugar de potenciarlo. ¿Por qué empleamos nuestras mejores y más brillantes mentes para conseguir que las máquinas hagan algo que los humanos ya pueden hacer, en lugar de desarrollar tecnología que les ayude a hacer algo totalmente nuevo? 

"Es un triste uso de la innovación", afirma Katya Klinova, responsable de IA, trabajo y economía de la organización sin ánimo de lucro Partnership on AI. Según ella, hay muchos problemas graves en el mundo que necesitan solución, como la necesidad urgente de más fuentes de energía limpia. La pregunta que deberíamos hacernos sobre la IA no es lo bien que puede realizar las tareas humanas y cuánto dinero ahorrará a las empresas, sino si la tecnología está haciendo lo que a nosotros, como sociedad, nos gustaría que hiciera.

Mientras tanto, a nivel individual, lo mejor que pueden hacer los programadores es estudiar la nueva tecnología y centrarse en mejorar lo que la IA no puede hacer. "Creo que todo el mundo tiene que trabajar con ChatGPT tanto como pueda, para conocer sus ventajas y limitaciones", explica Mollick. "La clave está en pensar cómo se trabaja con el sistema. Es un modelo de centauro: ¿Cómo consigo más trabajo siendo mitad persona, mitad caballo? El mejor consejo que puedo darte es que consideres el conjunto de tareas a las que te enfrentas y te preguntes: ¿Cómo puedo ser bueno en las tareas que tienen menos probabilidades de ser sustituidas por una máquina?". 

Mollick añade que ha visto a gente probar ChatGPT durante un minuto, sentirse decepcionada por sus capacidades y luego seguir adelante, reconfortada por su superioridad sobre la IA. Pero lo considera peligroso dada la rapidez con que está mejorando la tecnología. Por ejemplo, cuando ChatGPT, basado en el modelo 3.5 de GPT, se presentó al examen de acceso a la abogacía, obtuvo una puntuación del 10º percentil. Pero menos de un año después, GPT 4 se presentó al examen y obtuvo una puntuación del 90º percentil. "Asumir que esto no puede ser mejor me parece arriesgado", señala Mollick.

 

Hughes ha visto la misma reacción de sus colegas programadores. Después de que ChatGPT superara su reto del tres en raya, tuvo miedo de mirar su teléfono, por temor a ver otro titular sobre las capacidades de la herramienta para parecerse a los humanos. Entonces, como acto de catarsis, escribió un largo post en su blog de Medium: el peor escenario posible, paso a paso, de cómo creía que la IA podría sustituir a los programadores en la próxima década. 

La respuesta fue reveladora: los desarrolladores inundaron la sección de comentarios con críticas apasionadas, algunas de ellas tan agresivas y tóxicas que Hughes se vio obligado a borrarlas. En un post tras otro, enumeraban todas las formas en que pensaban que seguían siendo mejores programadores que ChatGPT. "Eres un desarrollador de software muy malo si no entiendes la cantidad de limitaciones de la IA", se quejaba uno de ellos. La IA, estaban seguros, no sustituirá lo que ellos aportan al trabajo en un futuro próximo. 

Al leer los comentarios, me di cuenta de que los críticos no entendían nada. La IA aún está dando sus primeros pasos. Lo que significa que, al igual que con un ser humano recién nacido, tenemos que empezar a pensar en cómo afectará a nuestras vidas y a nuestros medios de vida, antes de que sus necesidades superen nuestra capacidad para seguirle el ritmo.

De momento, aún estamos a tiempo de dar forma al futuro que realmente queremos. Tarde o temprano, puede llegar un día en que ya no lo tengamos.

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