Las 3 claves fundamentales para que un despido sea (relativamente) más fácil para ambas partes

Despido, un jefe grita a una trabajadora

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Pocas cosas hay más duras en el mundo laboral que un despido: puede no ser fácil para la persona que lo comunica y, por supuesto, la más afectada es quien recibe la notificación.

Cada caso es diferente, pero es probable que esta se enfrente a una mezcla de emociones entre las que pueden figurar la sorpresa, la tristeza, la decepción, la incredulidad, la desesperación o la sensación de vacío o de no saber qué hacer ante este cambio repentino e inesperado en su vida.

Los despidos laborales pueden ser de varios tipos, con diferentes indemnizaciones según cada caso; pueden afectar a pequeñas y desconocidas empresas o a gigantes como Tesla, Facebook o Google, entre otras muchas; y los motivos pueden variar desde una mala conducta e incumplir gravemente el contrato por parte del empleado hasta los recortes presupuestarios en la compañía.

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En cualquier caso, hay un aspecto fundamental —el más importante de todo el proceso— que debe tener en cuenta el empleador para gestionar de forma correcta un despido: la persona trabajadora debe salir de la reunión sintiéndose valorada y tratada con respeto, según una especialista con 20 años de experiencia.

"La gente no recuerda lo que se dijo, sino cómo se sintió al salir de la sala. Están perdiendo su trabajo, pero no quieres desvalorizarlos como seres humanos", advierte Jen L'Estrange, fundadora de la empresa de externalización de recursos humanos Red Clover, en declaraciones recogidas por Inc.

 "En todos los casos, hay que conseguir que la persona sienta que ha sido tratada con justicia y dignidad, porque nunca se sabe dónde acabará. También quieres que el resto de tus empleados sientan que han sido tratados con justicia y compasión", añade.

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Así, el proceso seguirá siendo casi igual de doloroso (también, aunque desde luego no tanto, para el empleador o líder empresarial: "No duermes bien la noche anterior; no se supone que debas hacerlo"), pero más fácil y adecuado para ambas partes implicadas, explica. 

Para llevarlo a cabo, L'Estrange apunta las 3 claves que debe seguir un empleador o experto en Recursos Humanos al despedir a una persona:

Practicar

A pesar de tener 20 años de experiencia, L'Estrange sigue escribiendo una especie de guion sobre cada conversación de despido que va a mantener e incluso lo ensaya en voz alta.

"Hay algo en practicar el día antes de que ocurra que ayuda a prepararlo para el éxito", señala.

Un despido en 3 partes

La experta en recursos humanos asegura que realizar un despido de forma correcta implica seguir una fórmula con 3 partes diferenciadas: la introducción, el asunto en sí y los próximos pasos, informa Inc.

La primera parte debe ser una introducción rápida, en apenas un par de frases, para explicar el contexto que ha llevado a ese momento, como las distintas conversaciones de advertencia que se han mantenido previamente (si se trata de un despido por mala conducta, por ejemplo) o la situación económica de la empresa (en caso de causas técnicas).

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Una vez hecho eso, hay que ir directo al grano, recomienda: "Hoy va a ser tu último día". Aunque en teoría hay que dar un preaviso a la persona trabajadora con 15 días de antelación, en la práctica esta a menudo es obligada a marcharse el mismo día en que se lo comunican.

Por último, se debe informar al empleado sobre los próximos pasos a seguir, pero en términos generales (salvo que pida más detalles), ya que en su situación puede resultarle complicado asimilar mucha información. Sobre todo, indica L'Estrange, debe quedarle claro que la decisión ya está tomada y no es negociable.

Centrarse en el empleado

Finalmente, el empleador debe recordar que el proceso se centra en el empleado, para quien la noticia es naturalmente mucho más dura.

 

Aunque en algunos casos puede ser difícil también entregar el mensaje (el selfie de un CEO llorando tras despedir a sus empleados se ha hecho viral en agosto), se deben gestionar las emociones y no dejar que se desborden durante la conversación, ya que se estaría siendo injusto con la persona despedida, advierte.

"Una vez que entramos en la habitación, no se trata de nosotros. Se trata de la persona que recibe el mensaje. Nuestro trabajo es presentarnos preparados y asegurarnos de que mantenemos el foco en el objetivo de la comunicación y de entregar un mensaje que esa persona sea capaz de recibir", concluye la experta.

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