"Hoy ya he pillado a un niño bebiendo de la botella de otro": tres profesores explican cómo ha sido realmente la vuelta a las clases en Madrid

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  • Tres profesores relatan a Business Insider España cómo han vivido su vuelta a las aulas y lo que esperan del curso que ha comenzado esta semana en la Comunidad de Madrid.
  • Los docentes lamentan el poco tiempo que han tenido para adaptarse a las nuevas medidas, con aulas montadas en cualquier rincón para cumplir con las ratios.
  • Las clases, coinciden, serán más cortas por los protocolos de limpieza e higiene que se deben llevar a cabo. Y cuestionan incluso que se pueda cumplir el temario.
  • Una de las profesoras, docente en un instituto público, asegura que todavía no se han incorporado los profesores de refuerzo prometidos por la Comunidad.
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Septiembre es sinónimo de vuelta a clase. Y, poco a poco, esa realidad se va imponiendo en toda España, también en la Comunidad de Madrid, donde la situación epidemiológica preocupa especialmente por el avance de los rebrotes.

Los profesores madrileños apenas han tenido tiempo para las presentaciones, pero coinciden en que este inicio de curso está siendo una locura.

Subrayan, en diferentes conversaciones con Business Insider España, que las medidas adoptadas demasiado tarde han provocado que en un par de semanas los centros educativos hayan tenido que montar aulas nuevas en cualquier rincón posible. 

Cada movimiento de los alumnos, además, va acompañado de un ritual de limpieza y desinfección. Así que las clases serán necesariamente más cortas, lo que complica la tarea de cumplir con los contenidos mínimos que impone la legislación.

A ello se le suma, por supuesto, el miedo a posibles contagios y rebrotes. España se ha convertido esta misma semana en el primer país europeo en superar los 500.000 casos de coronavirus, con una incidencia particularmente alta en varios distritos de la ciudad de Madrid y algunas localidades al sur de la capital.

Todo ello ha marcado un peculiar inicio de cursos para los profesores, que se dividen entre la necesidad de retomar —por ellos, pero sobre todo por los niños— presencialmente una actividad tan esencial como la docencia, y la incertidumbre de lo que puede suponer la vuelta a las aulas en materia de contagios y brotes.

Tres profesores han contado a Business Insider España cómo han vivido su vuelta a las aulas después de 6 meses encerrados en casa.

David González, profesor de 2º de Educación Infantil: "Lo que no hicimos desde marzo con los niños lo vamos a empezar ahora a hacer en septiembre"

Para David, profesor en un colegio concertado de la zona noroeste de Madrid, la vuelta a las clases ha sido "súperextraña".

Sus alumnos no deben llevar mascarilla (él sí) ni guardar distancias de seguridad. Su clase conforma uno de los llamados grupos estables, por lo que sus alumnos de entre 4 y 5 años pueden interactuar entre ellos sin problema.

Pero aunque de primeras pueda parecer más sencillo, estar a cargo de estos grupos supone alterar gran parte de la dinámica habitual de una clase y redoblar las tareas de vigilancia.

Los recreos ahora son compartimentados: cada clase ocupa un área del patio "delimitada por gomas para que no se mezclen los alumnos", explica González tras impartir su segunda clase.

"El comedor son islas también, con sitios fijos para cada uno y entradas y salidas marcadas y diferenciadas. Por supuesto, se mide la temperatura todas las mañanas, hay limpieza de manos para entrar en la clase y cada vez que vamos a cambiar de juego se les dice 'pues vamos a ponernos un poco de gel'", comenta sobre cómo transcurre ahora su jornada laboral.

Mientras charla por teléfono con Business Insider España espera para una reunión y debe hacerlo en el aula. No puede abandonar la clase para evitar tener contactos más allá de su grupo. Aún así, el riesgo, como reconoce, existe.

"Había que empezar pero las medidas son muy difíciles de conseguir, tomar todas la precauciones para que las burburjas no se 'estropeen'", sopesa.

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"Yo estoy todo el día en clase con ellos, no me quito la mascarilla, les vigilo constantemente, pero es difícil porque son muy pequeños y están jugando, tocándose, se tosen unos a otros, hoy ya he pillado a uno bebiendo de la botella de otro", asegura el profesor.

Según establecen las medidas acordadas para los centros, estas "burbujas" no deben superar los 20 alumnos. Para cumplir con ello en este centro se han tenido que abrir tres líneas de infantil, pasando de 10 cursos totales en todo el ciclo a 13.

"Para estos grupos burbujas hemos sacado 8 niños de cada clase, y con ellos hemos creado una nueva clase, ahora en total son 4 líneas de 2º de Educación Infantil y en cinco años son hasta 5 líneas", cuenta el docente.

"Eso ya ha sido un problema. Ha habido padres que lo han asumido mal porque han sacado a su hijo. Hemos intentado escoger a los niños que menos conflicto podrían tener con ese cambio, que son bastante autónomos, que son más obedientes, porque al final es una clase un poco Frankestein. Pero eso a algunos padres les ha sentado mal y ahí estamos luchando con ello".

Enfrentarse al malestar de los padres no ha sido el único reto, también tener que adecuar tres aulas más en apenas un par de semanas.

"Desde la Consejería las medidas han llegado muy tarde. Nosotros antes de irnos, en junio y las primeras semanas de julio, intentamos planificar muchas cosas pero no se podía. Se hicieron los 4 escenarios más o menos pincelados, pero ha sido el 26 de agosto cuando salió que los grupos estables serían definitivamente de 20 y cuando ves que tienes que sacar aulas, ver qué profesores te ponen, cuáles no...y en ese tiempo hemos tenido que inventarnos tres clases".

A todo esto se suma la incertidumbre y el riesgo al contagio. 

"Tengo un tratamiento por soriasis y no sé cómo reaccionaré con las defensas pero no, la verdad que miedo no, tengo más la cosa de que si lo cojo que no contagie a mis padres, a mis suegros, a mi mujer, hijos... El problema es que con las pruebas que nos realizaron antes de empezar hemos visto que hay compañeros a los que les ha salido que lo han pasado y ni siquiera se han enterado... es lo malo de este virus".

Quienes sí parecen mostrar más recelos son los padres. Algunos ya les han comunicado que por el momento sus hijos no irán a clase. Al tratarse de un ciclo no obligatorio, es posible hacerlo. 

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"Ha habido padres que nos han llamado y nos han dicho 'no le vamos a llevar, al menos vamos a esperar a octubre'. Algunos de ellos nos están pidiendo si les podemos mandar tareas. En la medida de lo posible lo haremos, aunque ahora mismo les he comentado que me dejen arrancar septiembre porque este año las aulas las estamos acabado de montar ya con los niños aquí".

González afirma que sigue trabajando en la página web de la clase, ya que no descarta que en el futuro haya cierres en los colegios.

"Yo estoy responsabilizándome de una página web por si nos cierran y creo que en breve vamos a tener que empezar a utilizar esto. Ya hay familias que nos han llamado de niños que lo tienen sin haber siquiera empezado a venir, imagina hay niños que lo mismo lo pasan sin síntomas y estamos ahora mismo en el colegio con ellos."

En cuanto al inicio de las clases, se han retomado en el punto en el que quedaron al inicio del confinamiento.

"Lo que no hicimos desde marzo con los niños lo vamos a empezar ahora a hacer en septiembre", afirma.

El mayor impacto de esta carencia se pude dar en los alumnos que estaban terminando el ciclo de Infantil.

"En los 5 años ha habido más repercusión. Los que ahora han empezado 1º de Educación Primaria han tenido que empezar donde lo dejaron en Infantil en marzo, sobre todo porque ahí empezaban con lectura y escritura. Eso ahora se ha tenido que mandar a Primaria para que empiecen desde ahí. Es verdad que será rápido porque arriba les aprietan, pero es un año que tiene que ser así".

No todo es negativo desde el punto de vista de este profesor de Infantil, quien considera que los grupos estables en su clase han sido un avance.

"En eso sí que hemos ganado, porque es cierto que con 20 niños se puede trabajar, con 28 estás muy masificada la ratio. Es un punto positivo que tenemos que intentar luchar, pero que no sé si será posible mantener económicamente".

Isaac del Valle, profesor de ESO: "Mientras que la parte de contenidos va a tener que verse más rápido, de mil formas y adaptándose como se pueda, humanamente dar clase este año va a ser mucho más duro pero fructífero."

"Hacía mucho tiempo que no estábamos juntos. Desde marzo no nos veíamos con los alumnos y había una sensación extraña o distinta". Así describe su regreso a las aulas este profesor de Tecnología y Física en el mismo centro que David González.

Durante ese primer día, el miércoles, no hubo clases al uso. En su lugar realizaron una pequeña sesión de presentación con los estudiantes de unas dos horas. Cualquier otro año se habría celebrado con una gran recepción en el salón de actos, pero en este curso se han llevado a las aulas.

En cuanto a su reencuentro con los alumnos, Isaac reconoce que mientras que algunos sí mostraban recelo al contacto otros han intentado normalizar la situación.

"Mis alumnos vamos a decir más habladores estaban aparentemente muy tranquilos; de hecho, lo que les importaban eran las típicas circunstancias que normalmente les hubieran interesado: en qué clase estoy, con quién estoy, hoy qué vamos a hacer... estaban como anclados en la situación de antes. Aunque ha habido otros que no han hablado que sí parecían más preocupados. Alumnos más callados que no parecían estar en este "rollete" de vamos a simular que todo es normal y que lo que me importa es si me van a poner con X o Y en clase".

El docente cree que, pese a todo lo que se ha dicho estos meses, no se debe pensar que la mayoría no se toma en serio la pandemia. Incide en que los adolescentes son uno de los grupos que más han podido verse afectados por la pandemia. Y tienen claro que no quieren volver a encerrarse.

"En general cuando se les menciona la perspectiva de tener que volver a quedarse en casa si hay brotes, casi todos están de acuerdo en que no quieren volver a quedarse encerrados, en que quieren volver a otra normalidad, pero volver y están activamente interesados en mantenerlo posible. Creo que a losadolescentes les afectó mucho más el confinamiento de lo que se ha hablado".

Aún con la posibilidad de ir al instituto, el tener que mantener la distancia de seguridad ya hace saltar por los aires su rutina más allá de lo que aparentemente puede parecer.   

"Desde el momento en el que un alumno no puede acercarse a más de un metro y medio de otro, no puede dejarle el bolígrafo, no pueden pasarse notitas, eso va a suponer que las clases no sean todo lo naturales que podrían ser", piensa Del Valle.

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Las medidas de protección frente al coronavirus que conlleva este ciclo a su vez imponen reducir las ratios hasta 23 alumnos por clase.

"En los grupos de más de 30 en lugar de crear una nueva línea lo que se han creado aquí son espacios en los que los alumnos puedan seguir la clase pero desde esa nueva ubicación. Es decir que si la clase es de 30 se saldrán 7 y seguirán la clase desde esa habitación con un dispositivo electrónico", aclara del Valle.

"Eso ya presupone un problema para el profesor porque no puede comprobar el seguimiento total de la clase. Es verdad que estos alumnos se van a alternar y que con la tecnología se pueden hacer otro tipo de seguimientos, pero claramente hay una sensación en el profesor de que tiene que buscar una respuesta a esa "pérdida" de experiencia lectiva, porque no es suficiente que una persona siga por videoconferencia una clase".

Este centro ha optado, además, por intentar aislar cursos distintos con el objetivo de minimizar los riesgos de cierre ante posibles brotes.

"Por ejemplo 1º y 2º de la  ESO no entran en contacto nunca. Los patios se han dividido, las escaleras de acceso a las distintas plantas se han dividido; los baños se han dividido y se han puesto horarios para el lavado de manos."

Por supuesto deben limpiarse los puestos cada vez que los alumnos entran en clase.  Del Valle ejemplifica lo que supone esta medida con su aula de tecnología. 

"Cada vez que un alumno vaya a entrar hay que realizar la limpieza normal de sillas y mesas pero además de todos los ordenadores. He quitado los ratones porque ya sería como el doble de foco. El material de electrónica incluye móviles, resistencias, placas, cables... tengo que higienizarlo todo pero hay componentes que son realmente muy pequeños y que no sé muy bien cómo hacerlo aún".

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Todo esto considera que terminará "afectando mucho a la programación lectiva".

"Las clases van a ser más cortas, pasan a ser menos de unos 50 minutos. Hay un poco de miedo a que no podamos ver incluso todos los contenido mínimos".

En cuanto al miedo a volver, para Del Valle es mayor el temor a contagiar a un familiar para el que la enfermedad sí pueda suponer mayor riesgo. Pero apunta a una perspectiva quizá menos debatida: el miedo a ser quien lleve el virus al colegio.

"Lo que sí pasa es que todo el mundo se siente un poco frágil, creo que incluso los alumnos, por ser señalado. En el espacio normal si uno desgraciadamente se infecta es razonable, ocurre, incluso tomando todas las protecciones. Pero en el centro escolar creo que muchos compañeros, alumnos, pensamos '¿y si soy yo el que da positivo y por esa razón ya tenemos un caso en el centro?' y todo lo que puede conllevar de estigmatización. Se percibirá como un entorno mucho más violento para el posible positivo que el exterior."

En cuanto a cómo prevé que será este curso, sospecha que será un constante ir y venir de alumnos y profesores por las cuarentenas. Lo cual, en su opinión, afectará al plano de los contenidos, pero no tiene por qué significar que sea un curso peor. 

"Creo que mientras que la parte de contenidos va a tener que verse más rápido, de mil formas y adaptándose como se pueda, humanamente dar clase este año va a ser mucho más duro pero fructífero".

Profesora de Filosofía en ESO y Bachillerato: "En todos los rincones donde se pueden poner mesas se han montado clases"

"Hoy [9 de septiembre] ha sido la presentación de 2º de Bachillerato, no tengo ni mi horario y empiezo mañana las clases, somos más de 100 profesores y esto es un desmadre", así resume su inicio de curso esta profesora de ESO y Bachillerato en un instituto público del centro de Madrid que prefiere mantener el anonimato.

En su opinión, si bien las medidas sanitarias están adecuadamente implantadas, el problema llega desde el plano de lo organizativo. El motivo, considera, es que las instrucciones y medios desde la Concejalía están llegando con mucho retraso.

"Hasta hace dos días no se sabía el presupuesto que tendría cada centro, el profesorado... en los colegios se ha estado trabajando todo el verano pero si no sabes eso, no sabes cuántos profesores vas a necesitar, cuántos profesores te van a mandar... pues de ahí que exista tanta incertidumbre. Esto está siendo tremendo".

En sus ciclos las medidas difieren entre curso. Hasta 3º de la ESO se asegura la presencialidad total en grupos de 23 alumnos, mientras que con los estudiantes de mayor edad se podrá optar por formación mixta.

"Los pequeños de mi ciclo, de 1º y 2º de ESO tienen que ir todos los días a clase, por lo que se ha optado por desdoblar esos grupos para reducir las ratios, de forma que ahora tenemos 9 grupos de 1º de la ESO, una barbaridad. Hay aulas por todos sitios, hasta se ha pensado en utilizar la capilla. En todos los rincones donde se pueden poner mesas se han montado clases".

"A partir de 3º de la ESO se supone que lo que se hará es mitad en clase, mitad en casa y con cámara siguiendo la clase por streaming".

Pero a 9 de septiembre, ni las cámaras están instaladas ni ha llegado el profesorado de refuerzo, dos de las medidas prometidas por la Comunidad de Madrid.

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A esto se le suma la ausencia de los profesores ya contagiados.

"Nos han dado los resultados de la pruebas que nos hizo la Comunidad de Madrid. Hay profesores que han dado positivo y que no pueden incorporarse entonces a toda la problemática se le suma esto. Han puesto profesores extra, pero tampoco se sabe cuándo van a llegar, hoy no habían llegado todavía, imagina la locura que está siendo".

El escaso tiempo con el que han contado los centros educativos para ajustarse a las medidas de seguridad están provocando que todos los demás aspectos del instituto queden a un lado, según la sensación de esta docente.

"Lo que venía siendo nuestro trabajo previo, repartirnos a los alumnos, las programaciones... ahora está en un segundo plano porque ahora lo más importante son las medidas higiénicas hasta el punto de que no sabemos, ya te digo, ni el horario 12 horas antes de empezar a trabajar".

Frente a esto, en lo que refiere a medidas higiénicas y espacios la perspectiva es distinta. "Eso esta muy bien organizado", asegura.

"Todo está señalizado, señales en el suelo para que haya dos carriles, toma de temperatura a la entrada y salida al patio escalonada y por zonas. El alumnado no se mueve de su clase y cada vez que se mueve hay que limpiarla", explica esta profesora y remarca que se ha reforzado el área de limpieza en su instituto.

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Coincide en que afectará al desarrollo de las clases.

"Este año en lo que refiere a los contenidos nos vamos a tener que centrar en los mínimos. Con las tomas de temperatura, limpiezas, patios escalonados... no sé si va a dar tiempo a dar una clase completa de 50 minutos en algún momento".

Por el momento solo se ha realizado la presentación del curso, en concreto de 2º de Bachillerato, pero en relación con otros años el encuentro "ha sido raro".

"Los chavales estaban muy desanimados, sin saber muy bien nada, sin horario... estamos todos muy desorientados".

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