¿Son sostenibles las bolsas de tela? Esta es la realidad detrás de las 'tote bags'

totebag

GettyImages

Está claro que el plástico es el enemigo número uno del medioambiente. Su uso no es nada sostenible, sobre todo cuando su utilidad se reduce a un único uso.

Sin embargo, los sustitutivos de este material no son la panacea. Se presupone que todo lo que no sea plástico es mejor, pero esa lectura es muy simplista. Un claro ejemplo de ello son las populares tote bags. Bolsas de algodón que se usan también como bolsos y que nacieron con el propósito de sostenibilidad y, sin embargo, son un problema medioambiental.

¿Aliadas o enemigas?

Sí, la idea de una bolsa reutilizable como sustitutivo al plástico era buena. Pero se nos ha ido de las manos. Cada marca tiene una tote con su logo, cada carrera popular, congreso o evento tiene una y te la regala. Ni siquiera hace falta comprarlas. En realidad son una forma más de publicidad. Así que acumulas un montón de ellas y muchas veces, además, se te olvidan en casa y pides una bolsa de plástico en la tienda.

“Dependiendo del material, una tote bag empieza a ser interesante en términos de sostenibilidad, entre 100 y 300 veces de uso”, explica en un artículo de S Moda Gema Gómez, directora ejecutiva y fundadora de la plataforma de formación y divulgación en moda, sostenibilidad y negocio Slow Fashion Next. 

La Unión Europea le pone cerco al 'fast fashion': establecer un marco común sobre la utilización de textiles en el mercado será la clave

Realmente es complejo medir la sostenibilidad. Desde luego usarlas como si de bolsas de plástico se tratase no es ecofriendly. Pero ¿cuántas veces haría que utilizar una bolsa de tela para que compense? 

No hay mucha información al respecto; un estudio del Ministerio de Medio Ambiente de Dinamarca de 2018 señala que para justificar el impacto de su fabricación habría que usar cada bolsa 7.100 veces. 20.000 en el caso de ser algodón orgánico. 

Eso se traduce en utilizarla a diario durante 20 años, 54 años para las orgánicas. La cifra para paliar la huella de carbono de la producción es mucho más alta que la de las bolsas de plástico. 

En un desglose del estudio danés, el especialista en sostenibilidad y activista por el cambio climático, Parkpoom Kometsopha, puntualiza que la cifra es menor. Defiende que el gasto medioambiental compensa entre 50 y 1.400 usos para las normales y de 150 a 3.800 para las orgánicas. Sea como sea, los números dan que pensar.

¿Dónde acaban todas las totes?

Existe un problema añadido a este uso descontrolado y es la dificultad de reciclar los tejidos, siendo la textil una de las industrias más contaminantes. Apenas hay espacios dedicados a su reciclaje. Según publica The New York Times en un artículo que trata esta misma temática, de los 30 millones de toneladas de algodón que se producen cada año solo el 15% llega a los depósitos textiles.

En este sentido, destaca lo difícil que resulta descomponer los tejidos químicamente, dado que la mayoría tienen tintes. Así que en el proceso de reciclaje hay mucha materia que se desperdicia. 

 

A eso se suma que, una vez descompuesta, obviamente hay que gastar energía en fabricar algo nuevo con ese algodón reciclado. Un algodón que para su cultivo necesita grandes cantidades de agua y se hace un elevado uso de pesticidas. 

¿Entonces qué?

Como cita el dicho popular, ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. Obviamente urge deshacerse de los plásticos de un solo uso. Pero sustituyéndolo por cualquier otro material que se produzca sin control.

La conciencia medioambiental reivindica la regla de las 3 erres: reducir, reciclar y reutilizar. Y a menudo se olvidan 2 de ellas. Así que lo más ecológico siempre será reutilizar lo que ya está fabricado y evitar consumir más. 

Descubre más sobre , autor/a de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Business Insider.