Ultimátum a los trabajadores de Twitter: o acatan las órdenes de Elon Musk y su visión "extremadamente dura" del trabajo o deberán marcharse

La relación entre el nuevo dueño de Twitter, Elon Musk, y los trabajadores de la red social está lejos de ser perfecta. 

Más allá de haber despedido a prácticamente el 50% de la plantilla —unas 3.700 personas— en sus primeros días al frente de la compañía, Musk no tiene la mejor relación con sus nuevos empleados. Este mismo lunes despidió a un ingeniero a través de un tuit, tras una discusión iniciada por el propio dueño de Twitter en la que achacaba al trabajador que el rendimiento de su app en Android era "pobre".

Los empleados de la red social se muestran preocupados ante el peligro que corre su plataforma bajo el mando de la persona más rica del mundo. Los miembros de la plantilla de Twitter afirman que no están seguros de poder mantener el servicio con normalidad en caso de que se produzca un problema, ya que "se ha despedido a las personas encargadas de mantener los servicios básicos". 

Musk ha querido abordar esta situación de una vez por todas. Según un correo electrónico al que ha tenido acceso el Financial Times, el multimillonario ha ofrecido un ultimátum a sus trabajadores por el que, o acatan sus decisiones o deberán marcharse. 

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"Tendremos que ser extremadamente duros", asegura el empresario en el comunicado dirigido a la plantilla. "Solo un rendimiento excepcional constituirá una calificación de aprobado", añade, refiriéndose a la tarea de remodelar Twitter hasta convertir la red social en lo que él denomina "Twitter 2.0".

A través de este correo electrónico, el CEO de Tesla pide a sus empleados que dejen constancia expresa de que desean formar parte de esta nueva visión de Twitter a través de un formulario online adjunto en un hipervínculo. Aquellos que no lo hagan antes de las 5 de la tarde del jueves (las 11 de la noche en España), recibirán automáticamente 3 meses de indemnización por despido. 

Musk reclama de este modo a sus trabajadores que se comprometan con una visión "extremadamente dura" del trabajo, en la que lo normal es no disponer de dietas remuneradas, no poder trabajar desde casa e, incluso, dormir en la oficina para perder el menor tiempo posible a la hora de seguir trabajando.