Soy una joven activista contra el cambio climático: esto es lo que aprendido en la conferencia de la ONU sobre el Agua en Nueva York

Poder acudir
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Clara Tomé Colomer

  • Soy activista climática, embajadora joven del Pacto Climático Europeo por el Clima y pasante en el Programa de Medio ambiente de Naciones Unidas. En marzo de 2023 he tenido la suerte de poder acudir a la Conferencia de la ONU sobre el agua.
  • Allí he escuchado testimonios devastadores de personas del Sur Global sobre la falta de recursos hídricos, acaparados por los países ricos, y tengo claro que deben tener más voz para contar sus historias y solicitar cambios políticos.
  • Estas son algunas de las cosas que he aprendido, y que otras personas pueden aplicar en su día a día para poner su granito de arena y paliar la crisis del agua.

(El siguiente texto es una recreación en primera persona de la experiencia de Clara Tomé, embajadora joven del Pacto Climático Europeo por el Clima y pasante en el Programa de Medio ambiente de Naciones Unidas. Nace de una entrevista entre la protagonista y Andrea Núñez-Torrón, redactora de Business Insider España. Su testimonio ha sido editado solo por motivos de extensión y claridad)

A mis 25 años tengo claro que los millennials y la generación Z somos las últimas generaciones que pueden salvar el planeta, y las primeras que verá las peores consecuencias del cambio climático: ya están ahí, desde olas de calor abrasadoras a desastres ambientales, lluvias torrenciales o la desaparición de los glaciares.

Sin embargo, compruebo a diario que, aunque la conciencia sobre la emergencia climática es cada vez más grande en la sociedad, la crisis global del agua es un problema mucho más invisible. Vivimos rodeados de grifos, cada vez que tiramos de una cisterna antigua se consumen 20 litros de agua, tenemos un acceso constante a agua potable. 

Y nos olvidamos de que este derecho básico no existe en gran parte del Sur Global. De hecho, hay estudios que avisan de que más de 5.000 millones de personas podrían tener dificultades para acceder al agua en 2050.

Este mes de marzo cumplí uno de mis sueños: asistir a la Conferencia Internacional del Agua de Naciones Unidas —celebrada en Nueva York— en la que tendrían lugar tanto una Asamblea General con importantes representantes políticos de todo el mundo, como eventos paralelos con protagonistas que viven en su carne la falta de agua en su día a día.

Acudí como delegada de la mano de ONGAWA —una ONG que quiere poner la tecnología al servicio del desarrollo humano para paliar del agua y el saneamiento—, y también participé como speaker en uno de estos side events en la delegación de la Unión Europea, Water for Climate: The Perspective of the EU Climate Pact.

Para mí, que soy embajadora joven del Pacto Climático Europeo por el clima y pasante en el programa de medio ambiente de Naciones Unidas, además de activista climática y modelo internacional, fue una oportunidad de oro. 

 

El agua es la primera víctima del cambio climático: el 90% de los desastres la involucran

Sequía, tsunamis, inundaciones... el agua está en todo, y debemos empezar a valorar realmente este recurso y que no nos parezca tan automático.  

Lo que más me impactó fue el 'storytelling' de las niñas y mujeres afectadas por la crisis del agua.
Lo que más me impactó fue el 'storytelling' de las niñas y mujeres afectadas por la crisis del agua.

Cortesía de Clara Tomé Colomer

Por eso, lo que más me impacto en la Conferencia de la ONU no fueron los datos, que están precisamente a golpe de clic para cualquiera que quiera consultarlos, sino las historias. Ambas también ayudan a comprender cómo la brecha de género también existe en cuanto a la gestión de este recurso. 

Por ejemplo, una mujer indígena de Oaxaca (México) contó que en su comunidad únicamente disponen de 5 litros de agua al día por persona, incluyendo higiene, consumo, saneamiento o cocina. No salen las cuentas, ¿verdad?

Otra historia que sobrecogió fue el relato en primera persona de cómo las niñas en países africanos como Kenia tienen que caminar kilómetros y kilómetros para abastecer de agua a sus familias: el 80% de las mujeres del Sur Global se dedican a la gestión y recogida de agua. 

Muchas se ven obligadas a abandonar sus estudios, ya que en los colegios no saneamiento ni letrinas para ir a hacer sus necesidades o cambiarse los productos de higiene menstrual. Al carecer de intimidad y sentir vergüenza, ponen punto final a su escolarización. Así pues, la falta de agua conlleva una pérdida del derecho a la educación. 

Falta mucha representación de la sociedad civil

Creo que las personas más privilegiadas deberíamos ceder la voz a quienes están sufriendo realmente el problema del agua.
Creo que las personas más privilegiadas deberíamos ceder la voz a quienes están sufriendo realmente el problema del agua.

Cortesía de Clara Tomé Colomer

Esta fue otra de mis conclusiones del encuentro. Aunque es positivo que en un mismo edificio puedan concurrir víctimas de la crisis del agua y representantes políticos encargados de tomar decisiones con respecto a ella, sigue faltando muchísima representación. La inmensa mayoría de la gente, y los que más sufren esta carencia de agua, no pueden costearse un viaje a Nueva York. 

Precisamente creo que las voces más importantes son las que siguen silenciadas, pese a que su visibilidad haya crecido. Creo que las personas más privilegiadas deberíamos callarnos más y escuchar. ¿Qué hacemos hablando de esto con una botella de agua de usar y tirar en la mochila mientras millones de niñas cargan con 20 kilos en la cabeza para llevar agua a su familia?

Además, una de mis conclusiones de este encuentro es que debemos dejar de tratar este problema como algo que no nos afecta ni nos implica: no lo vemos todavía en toda su magnitud, pero el Mediterráneo será una de las zonas más afectadas por la crisis y la desertificación

Hacen falta 2.700 litros de agua para una camiseta y 2.400 para una hamburguesa de ternera: tú también eres parte de la solución

Salí con una impresión positiva: la sociedad civil logró mayor representación, aunque hay un largo camino por delante.
Salí con una impresión positiva: la sociedad civil logró mayor representación, aunque hay un largo camino por delante.

Cortesía de Clara Tomé Colomer

También recomiendo dejar de creer los mitos: agua hay de sobra para todos, lo que existe es una mala gestión y privatización de ella, con empresas que la acaparan y e impiden a las comunidades indígenas, de las que tenemos mucho que aprender, hacer uso de ella.

Por eso creo firmemente que todas las personas que vivimos en una potencia privilegiada tenemos una responsabilidad individual en el cambio climático, y esto incluye el agua también.

Mi consejo tras esta semana de aprendizaje en la Conferencia de la ONU es que tú, que estás leyendo esto, te mantengas informado sobre el impacto de las cosas que consumes, e intentes ser sostenible en la medida de lo posible.  Debemos hacer todo lo posible por los que no pueden alzar la voz.

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Convertir la ansiedad en motivación es esencial: lee sobre la huella hídrica de tu ropa y de tus alimentos, acércate a las instituciones cercanas y cultiva tu interés. Yo nunca pensé que podría ir a la Comisión Europea con el presidente del Green Deal, y mira. La esperanza en cambiarlo todo no se puede perder.

Pese a que hay muchísimos retos por delante, no soy pesimista. Me llevo positivismo: mi organización pudo conseguir que en la Asamblea se leyese el Water Manifesto con 10 puntos básicos sobre el agua, todo un logro para la sociedad civil. 

A partir de ahora, piensa más en el agua que consumes y en el futuro de nuestro planeta. No tenemos otra casa en la que vivir y, juntos, sumamos.

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