Este artículo se basa en una conversación con Laura Crabtree, antigua empleada de SpaceX y actual consejera delegada y cofundadora de la empresa de software aeroespacial Epsilon3. El texto se ha editado por razones de extensión y claridad. 

Me apasiona ver cómo los seres humanos viajan al espacio desde que tenía 8 años, así que llegar a ser ingeniera de operaciones y entrenadora de misiones en SpaceX desde que llegué a la compañía en 2009, ha sido el logro de mi vida. 

Durante los 11 años que trabajé allí, viví y respiré el espacio. Estaba constantemente pensando en cómo serían los lanzamientos, cuál era la mejor formación y las tareas que tenía que hacer. No se trataba de un trabajo, sino de un estilo de vida.

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De los 20 empleados del equipo de operaciones, yo era la única formadora de astronautas. Mi papel consistía en escribir, formar, preparar y preparar a la gente que se subiría al cohete. Además, probaba software, analizaba datos y mucho más.

Era mi responsabilidad garantizar que los astronautas estuviesen lo suficientemente preparados para cualquier cosa y que controlaban todas las herramientas, tanto externas, como internas, para cuando estuvieran en el espacio. Era estresante y me preocupaba por todos los pequeños detalles, pero me encantaba.

Llevé a cabo los entrenamientos para las misiones de la NASA

En 2014, desarrollé la propuesta de SpaceX para el Programa de Tripulación Comercial de la NASA, una asociación público-privada de empresas que envía carga y humanos a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés).

La propuesta incluía información sobre cómo SpaceX entrenaría a los astronautas para el viaje y para afrontar escenarios como escapes de lanzamiento. También redacté la formación para el equipo de operaciones en tierra.

La NASA seleccionó a SpaceX como uno de los socios del programa y, 6 años después, SpaceX envió su primera misión tripulada a la ISS. Dos astronautas de la NASA, Bob Behnken y Doug Hurley, despegaron en la nave espacial Crew Dragon, y yo tuve el privilegio de haberles entrenado para el vuelo.

Siempre me he puesto en la piel de los astronautas

Los astronautas no podían permanecer en la sede de SpaceX en Hawthorne, California, varias semanas seguidas, ya que parte del entrenamiento para ir a la ISS era viajar a otros lugares y estar en continuo movimiento. Por eso, parte de la organización de la formación que desarrollé, consistía en planes de una semana diferentes entre sí.

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Una semana, la formación se centraba en el sistema de energía de la nave espacial, otra en los escapes de lanzamiento, y la siguiente entrenaba a la tripulación en situaciones de emergencia. Los astronautas tenían que vivir la experiencia de estar dentro del simulador de la cabina o de la cápsula, y reaccionar ante distintas situaciones durante el vuelo.

Se les ponía a prueba en escenarios extremos, como despresurización e incendios en la cápsula, aunque era más que probable que no ocurrieran. Yo misma hice los entrenamientos y probé los simulacros: no podría haber enviado a los que eran mis amigos al espacio si yo misma no me sentía cómoda volando en las cabinas.

Envié a mis propios amigos al espacio

Con el tiempo, entablé una estrecha amistad con la tripulación y fue un honor poder ver a mis amigos volar al espacio al mismo tiempo que formaba parte de la misión de Estados Unidos de llevar seres humanos de nuevo.

Siempre he bromeado diciendo que les robaría el traje e iría en su lugar. Sin duda, volaría al espacio si tuviera la oportunidad.

Me inspiraba trabajar con Elon Musk

Antes de que me ofrecieran el trabajo, fui entrevistada por el propio Elon Musk, que solía realizar todas las entrevistas para los aspirantes a un puesto en SpaceX. Le veía a menudo en la oficina, pero no hablábamos directamente.

Musk aportó a la empresa una visión que yo misma compartía, por eso me quedé allí 11 años. Era capaz de entusiasmar a los empleados con el futuro y siempre nos sentíamos motivados después de una reunión.

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En 2020 acepté un nuevo reto

En 2020 decidí que era el momento para un cambio. Me embarqué en la aventura de cofundar una startup llamada Epsilon3 con la que desarrollamos un software aeroespacial, inspirado en mi estancia en SpaceX, donde creé otro software para la formación y las operaciones. Vi cómo la industria espacial podía progresar más rápido con las herramientas adecuadas.

SpaceX ha sido ambiciosa desde su creación hace ya 20 años, y lo mismo puede decirse de sus empleados. Tienes que sentir mucha pasión por la misión de la empresa, la humanidad y la industria espacial.

Si no es así, probablemente nadie se quede mucho tiempo en SpaceX.