La inflación corta el grifo a las suscripciones: la generación Z y los 'millennials' lideran los 46 millones de bajas del último año

Netflix.
Netflix.

Reuters

Durante todo el verano, analistas e instituciones de todos los sectores advirtieron de que se aproximan un otoño y un invierno difíciles. 

No les faltan motivos para ello, con la inflación disparada en los dobles dígitos y los bancos centrales elevando los tipos de interés para tratar de atajar, por ahora sin demasiado éxito, un alza de precios que obedece más a causas externas como la guerra desatada por Rusia en Ucrania que a las leyes de la oferta y la demanda.

Aunque por ahora en España los datos de creación de empleo ofrecen noticias positivas, es de prever que el encarecimiento del dinero traiga consigo dificultades para acceder a liquidez y que, con ello, tarde o temprano las empresas opten por recortar gastos o, como poco, dejar de contratar.

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En otras palabras, es cuestión de tiempo que la economía se enfríe y que los consumidores tengan que apretarse el cinturón.

Hay quien ya lo está haciendo. Al menos, esto es lo que señala el último informe del banco de inversión GP Bullhound, que analiza las empresas que prestan este tipo de servicios.

Según el estudio, en el último año se han producido 46 millones de cancelaciones en los servicios de suscripción, algo que sin duda cabe achacar a la presión que está ejerciendo la inflación en la economía de los hogares. 

Con la cesta de la compra más cara que nunca, toca recortar gastos, y muchos consumidores piensan que un buen lugar para empezar son las suscripciones, es decir, servicios que prestan empresas como Netflix o HBO, entre otras muchas, y que se pagan mes a mes independientemente del uso que se haga de ellas.

Entre los motivos por los que han cancelado su suscripción, dice el estudio, un 22% de los consultados han subrayado el coste de estos servicios. La cifra multiplica por 10 el escaso 2% que dieron esta misma razón hace un año.

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El fenómeno está afectando especialmente a unos jóvenes cuya precaria situación laboral ha obligado antes que a nadie a revisar la partida de gasto de sus presupuestos domésticos.

En concreto, de los 46 millones de cancelaciones de suscripciones identificadas por GP Bullhound, un 17% han sido de clientes que pertenecen a la generación Z, un 16% son millennials, un 14% son lo que en inglés se conoce como bridge millennials (una reciente denominación que etiqueta a los nacidos en los 80) y un 11% pertenecen a la generación X.

En total, casi un 60%, más de la mitad, de los desuscritos son clientes que aún andan teniendo sus primeras experiencias laborales o que trabajan desde hace un tiempo pero aún no han podido progresar lo suficiente como para permitirse ciertos gastos extra.

El informe pone sus ojos en el caso de Netflix, que este verano declaró haber perdido casi un millón de clientes, una cifra que la empresa se esforzó por vender como una victoria (esperaban datos todavía peores) pero que confirmó una inversión en la tendencia. 

Si hace unos años el modelo de suscripción representaba el último grito, con expertos de todo el mundo vaticinando que era el futuro de la economía, hoy este se tambalea porque en tiempos de vacas flacas los clientes no tienen claro que merezca la pena seguir pagando un servicio que muchas veces hasta olvidan que tienen. Lo que antaño fue una fortaleza hoy es su principal debilidad.

A esto mismo alude el estudio: "Con la inflación llevándose una buena parte de los ingresos, los consumidores son más conscientes de cómo su dinero". 

Este además subraya circunstancias como la superación de la pandemia como un elemento que invita a muchos a pasar menos tiempo delante de la televisión o el ordenador para disfrutar de otras experiencias.

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A ello añade una competencia que en los últimos años se ha vuelto feroz. Si hace apenas un lustro en el imaginario del público apenas había espacio para Netflix y HBO, hoy estas plataformas han pasado a luchar contra gigantes como Disney y Amazon, que quieren su parte del suculento negocio.

Y lo mismo cabe decir de otros ámbitos que se manejan también con recurrentes modelos de suscripción, como las aplicaciones de citas (la mayoría requiere ser premium para pasar cierto tiempo en ellas o acceder a ciertos perfiles) o las dedicadas a la música, los podcast y los audiolibros.

"Para construir una posición fuerte, no basta con limitarse al intercambio de dinero por un servicio. Hay que dar al usuario una utilidad que impulse su fidelidad durante años. Hay muchas maneras de monetizar esto. Empresas como Amazon Prime, Netflix, Spotify, Strava, Vivino y YouTube son ejemplos de ello", resume al respecto Joakim Dal, socio de Bullhound.

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