Elon Musk ultima la opa sobre Twitter: afirma tener asegurados 46.500 millones de dólares en financiación

Elon Musk Twitter

Reuters

Elon Musk mueve ficha. En mitad de la batalla comercial que el fundador de Tesla libra desde hace una semana para hacerse con el control de Twitter, el hombre más rico del mundo se está planteando lanzar una oferta pública de adquisición para hacerse con el control de la empresa.

Al menos, así lo reflejan los documentos presentados en la tarde de este jueves por el propio Musk antes la SEC, el equivalente en EEUU a lo que en España se conoce como la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el órgano encargado de regular la bolsa.

En esta comunicación, Musk declara contar ya con financiación por valor de 46.500 millones de dólares. Esta proviene, por supuesto, de su propio capital, pero también de líneas de crédito abiertas por entidades financieras bursátiles de la talla de Morgan Stanley.

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Estas, naturalmente, confían en la robustez financiera de Musk, que sin ir más lejos en la madrugada de este jueves ha presentado resultados históricos con Tesla.

En concreto, como ha contado Business Insider, el fabricante estadounidense de coches eléctricos ha vuelto a batir su récord trimestral de facturación (18.756 millones de dólares, 17.200 millones euros) y beneficios al ganar 3.318 millones de dólares (3.046 millones de euros).

Estos resultados suponen un 43% más que el trimestre anterior, el último de 2021, cuando la empresa ganó 2.321 millones de dólares (2.130 millones de euros), y elevan un 658% los de hace un año, 438 millones de dólares, 402 millones de euros.

Tesla, por tanto, funciona como nunca, y Musk está dispuesto a emplear parte de los ingentes beneficios que le reportan sus coches eléctricos en añadir Twitter a su imperio tecnológico y empresarial.

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Para ello, la idea de esta opa es, básicamente, obligar al grueso de los inversores de Twitter a responder a su oferta, que se mantiene en los 54,20 dólares por acción (hace unos meses, los analistas situaban el valor de las acciones de Twitter en unos 30 dólares). 

En total, algo más de 43.000 millones de dólares cuyo pago está más que garantizado, según el documento presentado ante la SEC.

Si la inmensa mayoría de ellos se prestan a acogerse a la oferta, Musk podría tratar de acumular más del 50% de la compañía, lo que le permitiría echar al actual consejo de administración (Musk ya ha amenazado en un tuit con que, bajo su dirección, su primer ahorro serían los 3 millones de dólares que gana el consejo) y hacerse con el control de Twitter.

En realidad, se trata de un intento por parte de Musk de evitar que la historia se alargue, como pretende Twitter, que lleva días mareando la perdiz para estudiar sus opciones. 

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Por ahora, por toda respuesta, el actual consejo de administración de la red social se limitó, en primer lugar, a ofrecer a Musk un puesto en el consejo, algo que este rechazó, pues aceptarlo hubiese supuesto limitar a menos del 15% la cantidad de acciones de la compañía que puede acumular, y Musk quiere más, mucho más.

Posteriormente, como recuerda el propio Musk en los documentos presentados ante la SEC, el pasado 15 de abril Twitter hizo su segundo movimiento: poner en marcha una estrategia de píldora envenenada

Tras el truculento nombre se esconde una táctica sencilla: elevar el número de acciones disponibles a costa de abaratar su precio para dificultar que Musk se pueda hacer con el control de la mayoría de ellas. En otras palabras, diluir al máximo la sociedad.

Se trata de un intento de enfangar la operación que muy fácilmente puede acabar dirimiéndose en los tribunales: el actual consejo de administración acusaría a Musk de estar actuando en su propio beneficio y no en el de la empresa (lo cual, en parte, es cierto) y Musk haría lo propio con el actual consejo de administración (y, en cierto modo, también tendría razón).

El resultado serían meses y meses de litigios, y es bien sabido en Wall Street que Musk, al igual que otros magnates tecnológicos como Zuckerberg, el fundador de Facebook, no es un hombre que se caracterice precisamente por su paciencia, especialmente cuando se trata de aburridas cuestiones administrativas y burocráticas. 

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Es por esto que, si algo así sucediera, muchos analistas apuntan a que el dueño de Tesla se saldría de Twitter vendiendo el 9,1% de su participación y que muy probablemente se plantearía poner en marcha su propia red social.

No es la única estrategia que tiene Twitter a su disposición. En las últimas horas, ha ganado enteros la posibilidad de que Twitter busque un White Knight, uncaballero blanco.

Bajo esta táctica, un grupo inversor amigo del actual consejo de Twitter igualaría o superaría incluso la opa de Musk en lo que se denomina opa competidora, algo a lo que cualquiera tiene derecho mientras esté abierto el proceso de adquisición.

Finalmente, de aceptarse esta segunda opa, a lomos de sus miles de millones de euros, el fondo que hubiese actuado como caballero blanco devolvería el control de la empresa a sus actuales dueños a cambio, por supuesto, de un buen paquete de contraprestaciones.

Son solo algunos de los caminos posibles. Mientras cada una de las partes va desvelando poco a poco sus cartas, la idea con la que fantasea Musk es dar un giro de 180 grados a Twitter y erigirse en garante de la libertad de expresión en internet.

"En una red social ideal, el 10% de las opiniones de extrema izquierda y el 10% de las opiniones de extrema derecha deberían estar igual de incómodos", tuiteó el magnate hace unos días. 

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Este, por otra parte, aún no ha determinado si hará una oferta de compra directamente a Twitter o si tomará otras medidas para promover su propuesta. 

Sí ha aclarado otras cuestiones: bajo su mando, se podrán editar tuits, aunque solo bajo un periodo corto de tiempo, y Twitter pasará a estar programado en código abierto. Pero antes, deberá derrotar a su último enemigo, que no es otro que el mismo Twitter.

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