La próxima pandemia podría provocarla un hongo y aún no estamos preparados para frenarla

hongos

Los integrantes del reino Fungi pueden desempeñar un papel clave hacia un futuro más sostenible, por ejemplo descomponiendo el petróleo o ayudando a crear materiales biodegradables y neutros en carbono.

Los especialistas sanitarios están preocupados, sin embargo, porque los hongos puedan causar la próxima pandemia en lugar de un nuevo virus. Una posibilidad más aterradora aún si se tiene en cuenta lo mucho que aún se desconoce sobre estos organismos, alertan los científicos en un reciente reportaje de National Geographic.

“Lo que nos preocupa todo el tiempo en el mundo de los hongos es el potencial de los hongos para causar enfermedades humanas”, asegura al medio Tom Chiller, epidemiólogo médico y jefe de la Rama de Enfermedades Micóticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU. “Hay muchas cosas por ahí que ni siquiera entendemos”.

Por ahora, los patógenos fúngicos siguen siendo oportunistas: su peligro se limita en gran medida a las poblaciones vulnerables, lo que incluye personas con sistemas inmunes comprometidos y ancianos. 

“Pero los hongos están en constante evolución para explotar nuevos nichos”, matiza Johanna Rhodes, experta en enfermedades infecciosas del Imperial College de Londres. "Un patógeno podría surgir y decir: '¿Sabes qué? Voy a acabar con esta población de personas aparentemente sanas'".

Últimamente, además, los hongos han aparecido con mayor frecuencia en entornos clínicos. El pasado año India experimentó un incremento inusualmente alto de casos de infecciones de moho negro, con una tasa de mortalidad que puede alcanzar el 94%. El patógeno podría haber aprovechado las defensas bajas de los pacientes con COVID-19.

O el curioso caso de la Candida auris, una virulenta infección fúngica transmitida por la sangre que surgió de la nada en 4 continentes al mismo tiempo. 

Este hongo vivió una fase de auge en España durante un brote detectado en el Hospital de Valencia, siendo erradicado en 2018. “Tuvieron más de 140 casos y generó una mortalidad del 50%”, resume Laura Prieto, de la unidad de Enfermedades Infecciosas del Servicio de Medicina Interna de la Fundación Jiménez Díaz en Redacción Médica.

"Esta aparición casi simultánea no tiene precedente", aseguró en 2019 al respecto Rhodes a la BBC. "Y lo que más nos preocupa es que todas estas versiones han mostrado una fuerte resistencia a los medicamentos". 

El uso excesivo de fungicidas en la agricultura podría hacer más virulentas estas infecciones

A diferencia de las variedades que provocan afecciones en la piel, como el pie de atleta o la candidiasis, las infecciones fúngicas invasivas pueden excretar toxinas que destruyen el tejido, provocar fallos en los órganos debido a la sepsis e incluso formar "bolas de hongos" que desplacen los órganos. 

La resistencia a los medicamentos, que ya es una de las principales causas de mortalidad a nivel global, solo empeora las cosas, pues "las tasas de mortalidad son un 25% más altas cuando se trata de un patógeno resistente a los antimicóticos".

A ello ha podido contribuir el uso excesivo de fungicidas en la agricultura. Al igual que el uso de antibióticos en la ganadería, los fungicidas son en muchas ocasiones usados para aumentar el rendimiento de los cultivos, conduciendo en ocasiones a un uso excesivo. 

"Y debido a que los fungicidas a menudo emplean estrategias similares a sus análogos farmacéuticos, cuando los hongos se vuelven inmunes a uno, también desarrollan resistencia a otros".

5 formas en que los hongos podrían ayudar a afrontar algunos de los grandes desafíos del planeta

Los hongos pueden evolucionar a un ritmo extremadamente veloz, por lo que las mutaciones pueden acumularse rápidamente. Pero para Marin Brewer, patóloga de plantas de la Universidad de Georgia, los que más preocupan son aquellos que pueden reproducirse tanto sexual como asexualmente.

Esto les da mayor potencial evolutivo. “Tal vez la resistencia a un fungicida se desarrolla en un individuo y la resistencia a otro fungicida se desarrolla en otro. Pueden unir esas resistencias a través de la reproducción sexual y luego pueden explotar” a medida que su progenie se reproduce asexualmente, esparciendo esporas por todas partes.

Lo cual puede ser un problema mayor si se tiene en cuenta que desarrollar nuevos lleva mucho tiempo y dinero. El hecho de que los humanos y los hongos comparten muchos genes y procesos biológicos lo hace más complejo aún. Actualmente, solo hay 3 clases principales de antifúngicos que se pueden usar en pacientes y varias docenas de fungicidas, matiza Brewer.

El cambio climático podría agravar el problema

La temperatura corporal es un componente importante de defensa microbiano, debido a que muchas de las especies de hongos no pueden sobrevivir a temperaturas cercanas a los 37 ºC. Sin embargo los hongos pueden estar evolucionando en respuesta al calentamiento del planeta, sopesa en el reportaje Arturo Casadevall, microbiólogo e inmunólogo del Hospital Johns Hopkins.

La Candida auris es el primer ejemplo de un patógeno fúngico previamente desconocido que surge como resultado directo del cambio climático. “Este organismo estaba ahí afuera, ya resistente a los medicamentos, cuando adquirió la capacidad de sobrevivir a temperaturas más altas”, resalta Casadevall.

Por este potencial de los hongos como causante de futuros brotes infecciosos, los científicos consultados solicitan una mejor vigilancia, acceso a la información para hacer diagnósticos más rápidos y como no fondos para su estudio.

"Mientras tanto, la investigación sobre alternativas y complementos de los antifúngicos continúa a buen ritmo. Por ejemplo, varias vacunas fúngicas se encuentran actualmente en ensayos clínicos".

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