¿Puede afectar a la economía española el colapso del gigante chino Evergrande?

EVERGRANDE

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  • Los expertos creen que el colapso de la empresa china Evergrande no se ha dado en el mismo contexto económico que la crisis desatada por la quiebra de Lehman Brothers que desató la debacle de 2008. 
  • “Es el momento de que este tribunal diga basta”, aseguró la jueza que ordenó la liquidación de la empresa a finales de enero. 

La quiebra de Evergrande —con una deuda de 300.000 millones de dólares— se ha cocinado a fuego lento durante años en la retaguardia de la economía mundial. Ahora por fin está aquí, y las consecuencias para el sistema financiero global no han sido (todavía) tan terribles como anticipaban algunos expertos. La mayoría coincide en que la crisis inmobiliaria china no va a tener un gran efecto en los mercados internacionales e incluso defiende que estamos lejos de ver una debacle económica como la que sobrevino tras la caída de Lehman Brothers. Pero ¿por qué? 

Paul Krugman, premio nobel de Economía en 2008 y columnista de largo recorrido en el periódico The New York Times, dejó clara en una columna el pasado 18 de enero su opinión sobre los retos que enfrenta la economía china tras la caída de Evergrande y la ralentización de su crecimiento. 

“A los economistas internacionales les gusta citar la ley de Dornbusch: 'La crisis tarda en llegar mucho más de lo que se piensa, y luego sucede mucho más rápido de lo que se habría pensado'. Lo que ocurrió en el caso de China fue que el Gobierno pudo enmascarar durante varios años el problema de la insuficiencia del gasto de los consumidores promoviendo una gigantesca burbuja inmobiliaria”, explicaba Krugman. 

China creció un 5,2% en 2023, en consonancia con las predicciones de las autoridades y del Fondo Monetario Internacional. Esta cifra es menor que los años de bonanza anteriores a la pandemia, cuando el gigante asiático registraba cifras del 7% de crecimiento, pero también se aleja de las tasas del 3% que se vieron en plena pandemia.

Pero otros indicadores que obligan al escepticismo: la crisis del sector inmobiliario (que supone una carta parte de la economía china), una inflación que lleva tres meses en negativo, inversiones privadas en caída y un paro juvenil que casi triplica la tasa de desempleo media. 

Y por encima de todo, la respuesta de Xi Jinping, el presidente de China, tiende hacia la opacidad en vez de la transparencia, algo que podría asustar a los inversores internacionales. 

El efecto en España 

China es el cuarto mayor socio comercial de España en volumen de negocio, según datos del Ministerio de Industria, y en 2022 registró transacciones por valor de 57.667 millones de euros. Este volumen solo es superado en la Unión Europea por países como Francia, Alemania o Italia, según datos del propio Ministerio. 

Sin embargo, esta cifra tan elevada no implica que la relación financiera entre los dos países sea tan estrecha como la que existía con los bancos estadounidenses cuando quebró el banco Lehman Brothers. 

María Romero Paniagua, economista especializada en mercados internacionales de la consultora Afi, asegura que el riesgo de contagio de un colapso de la economía china es mínimo. “El peso del sector inmobiliario en la economía es mucho mayor que el peso que tiene ese sector en la de Estados Unidos o en la de España, y uno podría pensar que por el simple hecho de la importancia que tiene, su caída puede tener consecuencias para la economía mundial”. 

Pero Romero piensa que la digestión de la deuda inmobiliaria que tiene China marca la diferencia con lo que sucedió en España en 2008. “Ahí es donde hay un poco más de diferencia. Nosotros, toda la financiación nos venía desde fuera. El caso chino no es así, lo han financiado todo internamente. Se han apalancado más en el sector público y sus instrumentos a través de entidades locales y gubernamentales”, asegura la experta. 

Los países como España sufrieron mucho durante la crisis porque cuando empezaron a darse signos de retracción de la demanda en el sector inmobiliario, el pánico generalizado llevó a la financiación extranjera a cortarse de raíz, provocando una crisis profunda que podría haberse evitado. China tiene más poder para actuar. 

“China puede cometer ajustes internos con mucha más benevolencia para digerir esa deuda y sin acometer ajustes de estructura, de precios, de la envergadura de la que tuvimos que hacer nosotros”, explica Romero. Esta crisis, según la experta, es la que está detrás del resto de resultados negativos, como la inflación cero y el paro juvenil. “La digestión de esta crisis va a sumir al país en unas tasas de crecimiento mucho más moderadas que lo que hemos visto hasta ahora”. 

Historia de un desastre

La conversación alrededor de Evergrande y la insostenibilidad de sus cuentas lleva flotando en espacio de la prensa económica, al menos, desde 2021, cuando la constructora sufre paralizaciones en sus obras debido al vencimiento de deudas. Durante los últimos meses de ese año se acumulan las malas noticias: incumplimiento de pagos, caída en Bolsa, Xu Jiayin, el fundador de la empresa, reduce su participación en un 10%. 

A finales de diciembre de 2021, la agencia de calificación Fitch declara la empresa como insolvente porque es incapaz de pagar a sus deudores, sus acciones caen todavía más y la dirección anuncia que negociará un plan de reestructuración. 

Desde entonces, el camino hasta la liquidación de la empresa ha sido uno plagado de intentos infructuosos por salvar el negocio. En agosto de 2023, Evergrande se acoge a la ley de suspensión de pagos de Estados Unidos para intentar que no les quiten sus activos y anuncia pérdidas milmillonarias trimestre tras trimestre. 

Después de que la justicia diera más tiempo en repetidas ocasiones a la compañía para llegar a un acuerdo y reestructurar su deuda, las autoridades se cansaron a finales de enero. “Es el momento de que este tribunal diga basta”, fue la frase de la juez que terminó coN la compañía, según lo recogió el South China Morning Post. Ahora sólo falta ver cómo se desarrolla esa “digestión” en China y si de verdad no tiene ningún efecto en la economía europea y española. 

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