A veces una herencia es una gran fortuna, pero en otras ocasiones oculta un regalo envenenado debido a la situación financiera de cada persona; como tener que pagar el impuesto de sucesiones.

Como heredero puedes aceptar o rechazar una herencia, entendiendo que al aceptarla lo harás de forma total, con sus correspondientes obligaciones incluyendo, si las hubiera, las deudas.

Solo existe una forma de renunciar a una parte y se da cuando se hereda algo como legado, pudiendo renunciar a este, y no a la herencia.

Tipos de renuncia

Existen varias tipologías de renuncia:

• Renuncia pura y simple: formalmente es conocida como repudiación. Ocurre cuando un heredero no renuncia a favor de nadie en particular, por lo que la herencia pasa a ser para el sustituto que marque el testamento o, de no haberlo, según la línea de parentesco. En este tipo de renuncia no se paga impuesto de sucesiones.
• Renuncia a beneficio de una tercera persona: en estos casos, el heredero renuncia a favor de una  persona concreta, cediéndole así los derechos hereditarios. Sin embargo, hay una gran diferencia, y es que en este caso hay que pagar el impuesto de sucesiones, al igual que la persona que finalmente recibe la herencia. Por lo tanto, se paga dos veces.

Antes de tomar una decisión tan personal es necesario tener algunos aspectos en cuenta. Una de ellas es tener en cuenta que si renuncias a una herencia, también lo haces para tus propios herederos, que pierden este derecho a menos que estén como sustitutos en el testamento.

Puedes tomarte tu tiempo, ya que la renuncia puede realizarse en cualquier momento, pero para no pagar el impuesto de sucesiones debes hacerlo antes de que este prescriba.

¿Qué ocurre si todos los herederos deciden renunciar?

Puede darse la situación de que todos los herederos renuncien a una herencia, por ejemplo, por no poder afrontar el impuesto de sucesiones. Aquí, el Código Civil apunta que si los descendientes directos del fallecido renuncian, los siguientes en la línea de sucesión son los familiares ascendientes, como los padres, cónyuge y demás parientes.

Si estos también renunciaran o hay familiares de este tipo, es el Estado quien se quedaría las propiedades o cuantías económicas a heredar.

"A falta de personas que tengan derecho a heredar conforme a lo dispuesto en las precedentes Secciones, heredará aquel ciudadano o ciudadana cuyo nombre y apellidos coincidan con los del causante", especifica el Código Civil en su artículo 956.

Aun así, el total de la herencia se reparte en tres fracciones. Una parte va para las instituciones sociales del sitio donde residiera la persona fallecida; otra se dona a fundaciones sociales también de la misma provincia y una última se destina a pagar las posibles deudas de la persona muerta.

¿Y si una casa no tiene herederos?

En el caso de los bienes inmuebles que hereda el Estado, la administración pública está obligada a subastarlos. 

De esta forma, son gestionados por Dirección General del Patrimonio, una institución dependiente del Ministerio de Hacienda. Una vez subastado, la cuantía correspondiente se reparte como se señala anteriormente.