La moda no puede salvar al retail: la recesión pone en un aprieto a un sector con el gasto cada vez más mermado y sin las herramientas para remediarlo

Europa está en recesión técnica, tras 2 trimestres consecutivos de decrecimiento económico.

Así, con las economías europeas con cada vez más señales de agotamiento y lastradas por el golpe de las sucesivas subidas de tipos el terreno se vuelve cada vez menos firme.

Una contexto que, por ende, hace tambalear también los cimientos del retail, importante motor económico del viejo continente con la moda como bandera. 

No son pocos los ingredientes que contiene este complejo cóctel y que analiza La Información: el riesgo latente de sufrir una nueva oleada de quiebras debido a la elevada inflación; la ralentización del crecimiento económico y la retirada progresiva de las ayudas públicas para capear lo peor de la pandemia.

Todo ello ensombrece el futuro más inmediato de la industria y el consumo mermado de las familias explica gran parte del problema.

Hace una semana, la principal patronal del comercio textil español, hacía público sus datos anuales, y en ellos, Acotex evidenciaba el reparto cada vez más desigualitario de la cesta de la compra de los ciudadanos: Con arreglo a los datos del IPC, el gasto destinado a la alimentación era el epicentro, con un 19,6%, le seguía el transporte, con un peso del 13,8%.

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BBVA Research ponía también el foco en este punto y explicaba que el consumo de los hogares se habría reducido un 3% entre septiembre de 2022 y marzo de 2023 en España. “Quitando lo sucedido en 2020, este sería el período de mayor contracción observado por esta variable desde 1980”, dice la entidad.

Y la entidad venía a confirmar el diagnóstico: “Debido a que las familias han padecido el incremento en el precio de la energía, de los alimentos y la generalización del encarecimiento de la cesta de consumo; y al aumento de los tipos de interés”.

Cuando la economía se tambalea, la moda deja de importar y de tirar del carro

Cuando el contexto económico no es firme, la moda ha dejado de importar, pese al oasis en el desierto que representa el gigante Inditex y sus históricos resultados, donde ni toca techo ni lo divisa.

Porque el gasto destinado a la moda lleva en caída libre desde 2018. Si hace unos años la horquilla se movía en el 8%, su peso no llega ahora al 4%. Así, las familias españolas han gastado durante el último año 879 euros en el textil, son 93 euros más que el año anterior, pero el no avance es evidente.

"Aún estamos tremendamente lejos de los 1.881 euros que se gastaron en el 2006", reconocía el presidente de Acotex, Eduardo Zamácola. Desde entonces, sostiene, el gasto ha ido cayendo sin remedio.

Con todo, la moda española pese haber recuperado parte el terreno cedido, con una recuperación del 20% en su facturación, hasta los 10.658 millones de euros, sigue sin ver la luz en cuanto a su tejido empresarial.

En el mercado doméstico hay 43.978 puntos de venta abiertos, lo que implica el cierre de 694 respecto a 2021. No obstante, el mordisco de la pandemia ya se presenta como irreparable —antes de la pandemia existían cerca de 62.000 tiendas—.

Hay, por otro lado, más de 165.400 trabajadores en activo, una escasa subida del 0,96% frente a 2021. Respecto a 2019, cuando el sector empleaba a 200.000 trabajadores, el desplome es del 18%.

No es menor en este sentido lo que revela el último Barómetro de Vulnerabilidad del Comercio Minorista (RVB) de la agencia de calificación Scope Ratings y que apunta a que el 57% de las quiebras esperadas se concentren en la moda.

En suma, cada vez se presenta más lejano que se repita el vaticinio que hacía el informe Retail Review 2022 de Sensormatic, en el que situaba a España con todas las papeletas para liderar la recuperación del retail en Europa y de tirar de un carro cada vez con menos fuerzas.