Las secuelas más comunes después de un ictus

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  • Es una de las principales causas de discapacidad, muerte y deterioro cognitivo en la población adulta en España, donde una de cada 4 personas está destinada a sufrir un ictus a lo largo de su vida.
  • El tipo de ictus, las zonas cerebrales afectadas o el tiempo transcurrido desde la aparición de los síntomas hasta la atención médica influyen en la gravedad de las secuelas.

En España, 361.500 personas tienen daño cerebral a raíz de un ictus, según la última Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia del INE. Una lesión capaz de generar un amplio conjunto de secuelas.

También conocido como ataque cerebral o derrame cerebral, un ACV o ictus sucede cuando se interrumpe o se reduce el flujo de sangre que se dirige a una parte del cerebro. 

En el ictus isquémico, que representa al rededor del 80% de los casos, un vaso sanguíneo de la cabeza desarrolla un coágulo que limita el suministro de sangre al cerebro. Un accidente cerebrovascular hemorrágico suele ser más grave y conlleva la rotura de un vaso sanguíneo, provocando una hemorragia en el cerebro.

Se trata por tanto de una emergencia médica que requiere de atención cuanto antes. Uno de cada 4 españoles está destinada a sufrir lo largo de su vida. De los cuales al menos un 15% fallecen y en torno a un 30% queda en situación de dependencia funcional, informa la Sociedad Española de Neurología (SEN). 

Las secuelas más comunes

Sufrir un ictus puede encaminar a tener que convivir con secuelas y complicaciones físicas, cognitivas o psicológicas. A pesar incluso de la rehabilitación puede quedar una discapacidad secundaria que afecte al movimiento, la coordinación o el control, advierten desde el Hospital Vallhebron.

2 semanas después de un ictus, más de un 60% de los pacientes necesita ayuda para la realización de las actividades de la vida diaria, un 70%-80% presenta dificultad el movimiento de una mitad del cuerpo (hemiparesia), 70%-80% problemas de deambulación, 60%-70% algún tipo de déficit visual, 55% dificultad para hablar, 40% depresión, 20%-30% afasia, 15%-35% disfagia y 10%-20% alteraciones en la memoria reciente, según una investigación española de 2005. 

Entre las secuelas motoras más comunes, se engloban la falta de coordinación, debilidad y ausencia parcial de movimiento voluntario y pérdida de función motora, Como enumera el Instituto de Rehabilitación Neurológica.

A su vez la pérdida de movilidad en el cuerpo, como con la hemiparesia, produce efectos directos sobre la salud del paciente pues reduce la masa muscular y con ello la fuerza. También se ve afectada la capacidad de caminar, que cuando es posible, "se ralentiza con un coste de oxígeno elevado para distancias cortas". 

Otras secuelas habituales tras un ictus son, según la Asociación Estadounidense del Corazón:

  • Coágulos de sangre o trombosis venosa profunda
  • Edema cerebral
  • Depresión y otros cambios de humor
  • Afasia y otros trastornos del habla
  • Tensión muscular involuntaria o espasticidad
  • Infección del tracto urinario (ITU) y/o control de la vejiga
  • Convulsiones, debido a una actividad eléctrica anormal en el cerebro
  • Dolor de hombro: se debe a la falta de apoyo de un brazo debido a debilidad o parálisis

El principal factor que influye el alcance de las secuelas posteriores a un ictus es su gravedad inicial. En ello influye el tamaño de la arteria obstruida y del área del cerebro lesionada, apuntan desde el Clínic de Barcelona

También determinante resulta la edad del paciente, ya que por lo general con los años la capacidad de recuperación se ve limitada. Tener otras enfermedades puede complicar la evolución después de un ictus, matizan desde la clínica.

Cómo identificar un ictus

Identificar un ictus cuanto antes es clave no solo para sobrevivir, también para minimizar las consecuencias posteriores. Porque cuanto más tiempo pase sin flujo sanguíneo una zona del cerebro, mayores serán las consecuencias.

Los síntomas previos de aviso incluyen pérdida de fuerza en un brazo, dificultad para hablar,  incapacidad para controlar el rostro, pérdida de visión o dolor intenso de cabeza. Ante la aparición de solo uno de ellos se debe llamar a urgencias. Incluso si empiezan a remitir.

Recibir atención en un centro médico en las primeras 6 horas reduce las complicaciones en un 25% a 30%, estima la Clínica Universidad de Navarra (CUN).

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