Este 2024 será el año en que el streaming dejará de extender cheques en blanco a los creadores

Los Bridgerton

Netflix

  • Hace cinco años, la guerra sin cuartel entre plataformas trajo consigo onerosos contratos para algunos de los más afamados directores creativos.
  • El giro que ha dado la industria hacia la rentabilidad ha acabado con esta tendencia: hasta los showrunners tendrán que apretarse el cinturón.

La palabra austeridad lleva año y medio caminando en paralelo al negocio del streaming.  Ha afectado a las plantillas, al volumen de producción original y a la velocidad en la expansión internacional. Y sí, también a la inversión. 

El gasto en contenido de las plataformas siempre ha estado en el punto de mira, incluso cuando soplaban aires de bonanza y nada parecía amenazar el crecimiento de sus bases de clientes. 

La pandemia, la crisis económica que le siguió, la eclosión de la competencia y la exigencia de rentabilidad han creado un caldo de cultivo poco propicio para ciertas inversiones, como las que durante años se destinaron a asegurar la vinculación de showrunners a las plataformas en exclusiva durante varios años. 

Todo empezó con Shonda 

Shonda Rhimes cambió las reglas del juego. Corría el año 2017 y Rhimes era una showrunner cotizada, con varios programas de éxito en emisión (como Anatomía de Grey y Scandal). La suya era una posición privilegiada dentro del sector del entretenimiento. 

Netflix consiguió seducirla con un contrato que se rumoreó que rondaba las nueve cifras, una cantidad astronómica a cambio de trabajar para ellos en exclusiva durante cinco años. La jugada no le salió nada mal ni a la creadora ni a Netflix. De la mina de Shondaland ha salido, por ejemplo, la franquicia de Los Bridgerton, uno de los programas más exitosos de la plataforma. 

La pregunta que todos se hicieron en su momento fue por qué Rhimes había decidido abandonar Disney. Al parecer, un desafortunado comentario de un ejecutivo de su anterior empresa fue la gota que colmó el vaso de su relación con ABC. 

Entonces también declaró que le seducía mucho la libertad creativa que le garantizaba la plataforma, así como los abundantes recursos que ponían a su disposición. En Netflix se podían hacer cosas que en una televisión en abierto eran impensables

Para la compañía fue un triunfo. Que una showrunner de éxito decidiese vincularse contractualmente por varios años a un nuevo medio lanzó un mensaje muy poderoso: las plataformas eran una alternativa sólida y válida a la televisión. 

Y tuvo consecuencias. Shonda Rhimes dio el salto de fe que allanó el camino a la fuga muchos creadores hacia las plataformas. Esto, en última instancia, contribuyó a que se perpetuasen prácticas que luego llevaría al sindicado de guionistas a la huelga.

El fin de los cheques en blanco 

Con un mercado que está mirando con lupa los libros de contabilidad resulta lógico entender por qué las plataformas ya no ven ventajas a ser los caladeros de talento si eso comporta salarios astronómicos y financiar proyectos faraónicos, muchas veces inviables para el sector tradicional, especialmente si se tiene en cuenta que el modelo de distribución de plataformas reduce las ventanas a la mínima expresión. 

Los cheques en blanco a showrunners no solo han dejado de tener sentido en el marco de una estrategia generalizada de ahorro. 

Las plataformas, además, están en un lugar completamente diferente al que justificó en sus inicios dichos fichajes Netflix, el gran impulsor de esta práctica, que quemaba dinero a espuertas incluso cuando estaba en tesorería negativa porque, como señala Julia Alexander, “necesitaba demostrar que podía ser el hogar de showrunners”. 

Además, se asumía que parte de la audiencia seguiría al creador a su nuevo hogar. La Streaming Wars acentuó todavía más esta carrera por hacerse con un porfolio de creadores de primer nivel, lo que elevó de manera exagerada la cuantía de los acuerdos. 

En la actualidad, con un negocio consolidado y mucha competencia, tener en exclusiva a un creador es tan solo un factor más de los muchos que vertebran la propuesta de valor del servicio, como el precio, las funcionalidades o el catálogo disponible.  

Ahora el sector prefiere recoger cierto control de riesgos en los contratos. Es lo que explica que haya “un mayor énfasis en que los acuerdos generales sean productivos, con una compensación basada en la ejecución de proyectos de éxito en lugar del pago por anticipado”, como explica Todd Spangler en Variety. 

Además de los acuerdos que han quedado suspendidos a causa de la huelga, es probable que gran parte del talento cuyos contratos con plataformas acaban de vencer (como la propia Rhimes o Ryan Murphy) no reciban las propuestas económicas que tuvieron cinco años atrás

El modelo de streaming actual está muy lejos del paraíso económico y sin limitaciones de sus orígenes. Los usuarios comenzaron a darse cuenta el año pasado, con la implantación de medidas como los planes con anuncios, las restricciones a las cuentas compartidas y las subidas de precio. Ahora es el turno de que los creadores también se aprieten el cinturón. 

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