China se queda sola en la producción de chips: la última ley de Estados Unidos quiere poner en jaque la industria tecnológica del gigante asiático

Nancy Pelosi, presidente de la Cámara de los Representantes de Estados Unidos, durante su reciente visita a Taiwán.
Nancy Pelosi, presidente de la Cámara de los Representantes de Estados Unidos, durante su reciente visita a Taiwán.

Reuters

Las diferencias políticas y comerciales entre China y Estados Unidos se avivan en un terreno que la crisis no ha hecho más que empeorar: la producción de chips. Más aún con la vigilancia que ejercen las autoridades chinas sobre las tecnológicas en la región.

Fruto de las rencillas políticas y de las presiones del gobierno de Estados Unidos, Roland Cloutier, el director de seguridad de TikTok dejará su puesto este mismo septiembre, por acusaciones que relacionan a TikTok con altos mandatarios chinos.

Todo ello con un agravante. En junio de este mismo año, Buzzfeed News informó de que los empleados de TikTok en China habían accedido en numerosas ocasiones a datos personales de usuarios de Estados Unidos, según audios filtrados de reuniones internas.

Aunque el último campo de batalla se sitúa en la producción de chips, ya que Estados Unidos ha aprobado la Ley de Chips y Ciencia, con una inversión de 52.000 millones de dólares (unos 51.200 millones de euros, según el cambio actual), todavía lejos del programa chino, con 150.000 millones.

En el propio corpus de la normativa, la legislación estadounidense deja claras sus intenciones: frenar la expansión de China en la producción de chips propios. 

Así, se prohíbe a fabricantes estadounidenses de chips que construyan nuevas espacios para la producción o que aumenten las líneas ya existentes en China, durante al menos una década.

Las restricciones incluyen también compañías como la taiwanesa TSMC –en el centro del huracán político–, Samsung, Intel o ASML –de Europa–. Además, la normativa también prohíbe el desarrollo de la industria de chips en Rusia, aunque no de los de 28 nanómetros o anteriores.

A China le quedan aún 10 años para ser líder en chips de última generación: sigue dependiendo de clientes de Europa, Estados Unidos y Taiwán

Estados Unidos plantea así una ofensiva directa contra la pretensión china de invadir Taiwán en cualquier momento, una reivindicación histórica que podría parar las fábricas de TSMC en el país y provocar grandes quebraderos de cabeza para compañías del tamaño de Apple.

El gigante taiwanés es el principal suministrador de chips para la compañía de la manzana y otras grandes como Google, Qualcomm o Nvidia, con lo cual la ley de Estados Unidos busca reforzar su posición con actores vitales, al margen de China.

Por su parte, cabe destacar que a nivel mundial todo parece ir en este sentido: la producción propia de chips. La Unión Europea también comenzó esta senda con la aprobación en febrero de la Ley Europea de Chips, con una inversión de más de 43.000 millones de euros.

De momento, China parece no tener problemas y continúa dominando algunos sectores importantes en el segmento de los semiconductores, como los vehículos eléctricos. Habrá que ver si la ofensiva de Europa, Estados Unidos y otras regiones son fructíferas.

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