Los usuarios rechazan los robotaxis: "Es terrorífico"

Un pasajero dentro de un robotaxi.

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  • Una usuaria ha puesto a prueba un coche autónomo de Cruise en San Francisco y la experiencia ha sido de una verdadera montaña rusa.
  • Mientras que fuera del núcleo urbano son coches sumamente seguros, una vez se mezcla con el tráfico la experiencia se torna en pesadilla. 

Los robotaxis están teniendo cada vez más presencia en algunas calles de EEUU. Aunque apuntan a ser el futuro de la movilidad, por el momento los usuarios no están muy convencidos de su utilización y desconfían de ellos. Algunos de los más famosos son los de Cruise

La zona donde más pruebas con coches autónomos se realizan es el San Francisco. Precisamente aquí, un usuario de Wellington ha contado su experiencia a The Spinoff, donde afirma que ha sido absolutamente terrorífica y que no volverá a repetir. 

Este usuario, experto en tecnología, le gusta ir probando las diferentes evoluciones que ofrece la IA y los robots sobre la vida humana. De todas las pruebas, que van desde centros de estética a restaurantes, siempre ha sacado la conclusión de que, por muy avanzada que vaya la tecnología, para que funcione a la perfección es necesario que siempre esté controlada por la mano humana.

Su última prueba ha sido subirse en un coche autónomo que circula por una ciudad atestada de tráfico como es San Francisco. En concreto, el robotaxi que decidió poner a prueba fue uno de Cruise, tras superar una larga lista de espera. 

Solo Cruise y Waymo tienen permiso para prestar servicios de transporte de pasajeros totalmente autónomos en San Francisco y con ciertos requisitos. Solo pueden prestar servicios totalmente autónomos sin conductor entre las 10 de la noche y las 6 de la mañana. Sin embargo, solo Cruise tiene los permisos necesarios para cobrar por prestar este servicio.  

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Sobre plano, la experiencia no esperaba ser demasiado satisfactoria. "Estos vehículos han provocado un gran caos: a menudo se han visto atascados en medio de la carretera, confundiendo a los residentes o incluso evadiendo a la policía", recordaba el usuario antes de que el robotaxi se pusiera en marcha.

Este usuario y su hermana cogieron este robotaxi un día entre semana después de cenar. Lo primero es que no les fueron a recoger directamente donde estaban como un taxi tradicional, sino que tuvieron que ir andando hasta el área de servicio especificada y esperar una hora para coger el coche de Cruise.

"El proceso fue bastante sencillo y resultará familiar a cualquiera que haya utilizado Uber o Zoomy. Vimos que había un coche cerca, especificamos nuestros lugares de recogida y entrega, y en un par de minutos nuestro coche se detuvo. Hasta aquí, todo normal", explica. Sin embargo, al ir a subirse y no ver a ningún conductor, la sensación fue de inquietud.

 "Grabé un montón de vídeos de nuestro viaje y se me oye decir excitado '¡Lo odio! Lo odio!', cuando el coche se detiene, supongo que sobre todo porque resulta extraño. Y tal vez, como ocurre con cualquier cambio o desarrollo tecnológico, el miedo a lo desconocido es más convincente que cualquier riesgo real", añade.

Desbloquearon el coche a través de la aplicación móvil y entraron. Una vez dentro, salta un aviso para que todos los pasajeros se pongan el cinturón, ya que sin él el coche no comienza a funcionar. Además, las pantallas del vehículo mostraban la ruta que iban a realizar. 

"Nuestro viaje empezó bien. Tras pulsar el botón Start Ride de la aplicación, el volante giró para arrancar y nos pusimos en marcha. Una voz femenina nos dio algunas instrucciones por el sistema de altavoces: mantener los cinturones de seguridad puestos, pulsar el botón Stop Ride en el techo del coche para terminar nuestro viaje antes de tiempo, disfrutar de nuestro viaje", señala. 

"Al principio fue muy extraño ver cómo el volante se movía sin ayuda, ya que el coche se detenía en cuatro carriles, hacía una pausa y continuaba cuando no detectaba ningún peligro", explica. Durante la primera parte del viaje, sin apenas tráfico, los usuarios no sufrieron ningún sobresalto ni peligro. El coche detectaba todos los posibles obstáculos a la perfección y sabía reaccionar. "La sensación con la que más me identifico es la de una montaña rusa, en la que das miedo y te diviertes, pero sabes que lo más probable es que estés a salvo", indica.

 

Sin embargo, esa aparente calma cambió cuando llegaron al núcleo de la ciudad, atestado de tráfico. "Sin motivo aparente, el coche dio un volantazo hacia los coches aparcados y se corrigió. Nuestro estado de ánimo pasó de una emoción vertiginosa a una sensación de 'oh mierda, ¿en qué nos hemos metido?'".

En ese momento, todas las acciones del coche se volvieron impredecibles. "Nuestro coche aceleró en momentos extraños e hizo otro par de virajes hacia las motos aparcadas en el arcén. Fue realmente extraño, y empecé a ponerme nerviosa y a asustarme un poco", destaca. De hecho, pidieron al coche en 2 ocasiones que disminuyera su velocidad, ya que el resto de coches tampoco estaban señalando los giros que iban a hacer.

Las usuarios llegaron a sentirse "como si nos tuvieran secuestradas. Nos planteamos pulsar el botón de parada, pero detenernos en una calle tan transitada nos pareció una idea aún peor que continuar", añade. 

Cuando acabó el viaje, el coche las dejó en la acera y se alejó silenciosamente para recoger a sus siguientes viajeros. Sin embargo, ambas hermanas tuvieron que andar otros 10 minutos hasta la estación de tren, que era su verdadero destino, porque el área de circulación de estos vehículos no llega hasta ese punto.

Aunque considera que mucha de las partes de tensión se debía a que era una experiencia completamente nueva, la autora subraya que "no creo que me atreviera a repetir la experiencia".

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