Margarita del Val: "España, con cautela, a lo mejor acaba la pandemia para la primavera del próximo año"

España y el mundo han cumplido en noviembre 20 meses de pandemia por coronavirus, presente desde que la OMS la declarase así el 11 de marzo de 2020, tras cambiar el estatus anterior de emergencia de salud pública de preocupación internacional.

Desde entonces, el COVID-19 ha repartido su impacto por el planeta de las más diversas y dolorosas formas (más de 5 millones de muertes, salud física y mental afectada, consecuencias económicas y laborales y un largo etcétera), mientras la población se preguntaba cuándo llegaría el fin de la pandemia y se podría recuperar la 'normalidad'.

Desde diferentes sectores se ha intentado dar respuesta a esa necesidad: ya fuese un matemático asturiano, un multimillonario famoso ("A finales de 2022 podremos terminar esta increíble tragedia y volver completamente a la normalidad", predecía Bill Gates en marzo) o el director ejecutivo de Moderna, fabricante de una de las vacunas contra el coronavirus.

Stéphane Bancel sugería en septiembre que hacia mediados de 2022 "debería haber suficientes dosis para vacunar a todos los habitantes del planeta" y que la vuelta a la normalidad prepandémica podría tener lugar en la segunda mitad del próximo año, 12 meses después de sus declaraciones.

Sin embargo, primero hay que entender qué significa el final de un estado pandémico. La historia enseña que las pandemias sí pueden terminar, pero no se llega a ese momento de forma repentina, definitiva y clara: las enfermedades raramente quedan erradicadas del todo, y nunca en todas partes y de la misma forma a la vez.

"El final de la pandemia no es el final del virus; es el fin de un impacto insostenible sobre los sistemas de salud. Si logramos convertirlo en algo más inocuo, entonces tendremos a la vista el final de la pandemia", explica Andrew Pollard, investigador jefe de la vacuna de Oxford.

"Si podemos llegar a un punto, como con la gripe, en el que la mayoría de la gente está bien, donde tenemos una temporada de coronavirus cada año, entonces podemos sobrellevarlo", apunta Pollard, en declaraciones recogidas por Financial Times.

"El fin de la pandemia es cuando hay suficientes personas inmunizadas, cuando han cesado las circunstancias del principio. Y es que el 100% no estábamos inmunizados de pequeños", aporta Margarita del Val, viróloga del CSIC.

El fin de la pandemia por COVID-19 en España y el resto del mundo

En España, la situación epidemiológica es "muy buena" para los vacunados (89,5% de la población diana), aunque "con cautela, porque las vacunas no son infalibles y todavía pueden enfermar gravemente, precisamente los más frágiles, los que hayan respondido peor a la vacuna", mientras que para los no vacunados "es exactamente igual que antes", con el mismo riesgo personal, analiza del Val.

"Si defines tu familia, pues tu familia a lo mejor ya acabó la pandemia. Si defines, no sé, tu empresa, a lo mejor la empresa acabó la pandemia. Si defines la población española, que es más realista porque es donde nos estamos moviendo más, pues la población española, con cautela, a lo mejor acaba la pandemia para la primavera del año que viene", sugiere, en una entrevista a Business Insider España.

Sin embargo, ante las importantes diferencias a lo largo del mundo en la situación del coronavirus, las predicciones para un país no son válidas para otros. Así, en Europa, con naciones en peor situación como Austria o Alemania, "no tiene pinta en absoluto" de que la pandemia vaya a terminar por esas fechas.

Precisamente un destacado virólogo alemán ha realizado la misma previsión: Christian Drosten, director de virología del Hospital Universitario de La Charité (en Berlín), ha comparado el escenario esperanzador español con el preocupante alemán.

"Nosotros estamos muy lejos del fin de la pandemia. En cuanto [la variante] delta se imponga con toda su fuerza, los hospitales se verán saturados. En cambio, en países con índices de vacunación altos como España y Portugal la pandemia podrá ser superada definitivamente en primavera", plantea, en declaraciones a Spiegel.

Tanto las declaraciones de Drosten como las de Del Val se realizaron en la primera quincena de noviembre, cuando la nueva variante ómicron aún no había sido detectada. Desde entonces, en poco más de 2 semanas, ha golpeado al mundo —ya se encuentra en más de 50 países, según la OMS, incluido España— y generado preocupación por su posible mayor capacidad de transmisión.

"En España, si comparas la mortalidad de oleadas sucesivas, cada vez la relación de mortalidad a casos es más dispar, cada vez se va cayendo el número de muertos, aunque suban los casos", comienza diciendo Margarita del Val, en su análisis de la situación epidemiológica en noviembre.

En contraste, "hay países en los que no se nota que han vacunado", en los cuales, "si tienes oleadas de casos, son idénticas las de muertos. Números menores siempre, pero idénticas. Cuando son idénticas es que no ha bajado la proporción de muertos, no se está viendo el efecto de las vacunas, y eso en países de Europa que tienen las mismas vacunas que nosotros", compara.

También entran en juego otras consideraciones, desde la religión (en naciones como Rumanía —donde "la Iglesia Ortodoxa está en contra de las vacunas; es tremendo eso, es un problemón"— o Estados Unidos —donde "es casi religión ser republicano y no creer en el virus ni en las mascarillas: ¿cómo sales de eso? Es muy complicado"—) hasta el perfil sociodemográfico y económico.

Así, los primeros en salir de la pandemia del coronavirus serán los países jóvenes, ricos y con confianza en las vacunas, es decir, con altas tasas de población que acude a ponerse la inyección, analiza Margarita del Val.

"En un país pobre, aunque sea joven", como muchos en África —los países africanos son muy jóvenes, con una edad media que ronda los 20 años y mucha población infantil, explica—, "si logramos vacunar a los sanitarios y a los de más riesgo, que no son tantos a lo mejor en ese país, pues a lo mejor salen pronto de la pandemia, aunque seguirán teniendo tuberculosis, malaria y otras enfermedades", añade.

Sin embargo, admite que hay mucha incertidumbre respecto a la situación en el continente, caracterizado en general por "muy poco diagnóstico" y control: "Hay algunos rincones de África [en los que] realmente no se sabe qué es lo que está pasando", lamenta.

A diferencia de parte de Europa o EE. UU., allí sí suelen tener mucha confianza en las vacunas, pero el problema es otro: estas no llegan, consecuencia de una enorme brecha mundial en la vacunación entre países con más y menos recursos.

"Por eso es importante que nosotros no acaparemos dosis, que no nos estemos reservando dosis por si dentro de un año las necesitamos. Para entonces ya compraremos: será mejor que de aquí a dentro de un año no las dejemos caducar en nuestras neveras o en las reservas de las compañías, sino que se puedan repartir por el resto del mundo", advierte la científica española.

Cómo será la pospandemia, con el 'combo' covid-gripe-resfriado: ¿habrá que seguir llevando mascarilla?

Como se ha mencionado, el paso de pandemia a estado endémico no significará la desaparición del coronavirus, que seguirá presente, aunque con un impacto en general más leve, como sucede con la gripe.

"Este virus no lo vamos a poder erradicar con estas vacunas. Y, mientras tanto, nos vamos a ir infectando todos. El virus sigue circulando, igual que circulan también los coronavirus catarrales" y los demás virus respiratorios. "Todos los hemos pasado de pequeños y todos los años circulan", recuerda Margarita del Val, en declaraciones a Business Insider España.

"Yo creo que este virus se quedará como eso, como un virus respiratorio más en una población en general vacunada y que cada año dé la cara en las personas más débiles, que es lo que hace justo la gripe": infectar sobre todo a las personas mayores y a los grupos de riesgo, como gente con diabetes, con un tratamiento inmunosupresor muy agresivo o que ha recibido un órgano trasplantado, prevé.

"Ese tipo de personas que son vulnerables a muchas infecciones, que ya saben ellos que tienen que preocuparse y protegerse, es el tipo de personas que se infectan cada año de gripe, y yo creo que serán las que se infecten cada año con este coronavirus a pesar de estar vacunados", apunta la experta, que recuerda que hay virus peores, como la propia gripe o el respiratorio sincitial.

"¿Yo me voy a poner la mascarilla siempre? Probablemente, no; solo me la pondré cuando esté estornudando y tosiendo, y será por un poco de respeto a los demás. Además, tenderé más a quedarme en casa, en lugar de hacerme la fuerte" e ir a trabajar aun estando mal, como se hacía antes. "Si puedo, trabajaré en casa", afirma.

Sin embargo, la situación no será la misma para todos, sino que dependerá del estado de salud. "Las personas que tienen una susceptibilidad general a muchas infecciones probablemente se den cuenta de que les va a venir bien llevar la mascarilla", señala la divulgadora científica. 

Quienes "han fumado mucho y tienen los pulmones muy dañados, padecen la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) o un asma tremenda (...), esas personas estoy segura de que van a aprovechar las mascarillas", adelanta. 

"Antes no lo hacían porque no sabían cuánto funcionaban —ahora sabemos que sí [lo hacen]— y tampoco querían llamar tanto la atención", pero eso ya no pasará: "Simplemente, sabremos que se están protegiendo y ya está: no le daremos importancia", concluye.

Kamila Barca ha contribuido a este artículo.