El deshielo de los glaciares por el cambio climático trae un peligro más: abre la puerta al retorno de virus y bacterias que llevaban miles de años congelados

Deshielo de los glaciares
  • Un estudio publicado este miércoles halla el ADN de 28 virus desconocidos hasta ahora en fragmentos de hielo con 15.000 años de antigüedad.
  • Se trata de un proceso natural que el hombre está acelerando a través del cambio climático, explica un experto del CSIC.
  • La descongelación de los glaciares abre la posibilidad de que vuelvan al medioambiente virus y bacterias para las que los humanos ya no están inmunizados.
  • Bacterias descongeladas hace casi un siglo provocaron un brote de ántrax en Siberia en 2016.
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Un reno se infecta en Siberia de carbunco. Esta enfermedad, más conocida por influencia del inglés como ántrax, le provoca, entre otras muchas cosas, dolencias en la piel, en el estómago y en los pulmones. Como consecuencia, este reno, junto con una buena cantidad de ejemplares que componen su manada, muere. Por suerte para el resto de animales y humanos de la zona, el frío congela su cadáver. Pero no lo hace para siempre.

Pasan más de 75 años. En este tiempo, el mundo cambia mucho. Las sucesivas revoluciones industriales traen consigo avances impensables para la humanidad, pero lo hacen a cambio de emitir
a la atmósfera dióxido de carbono. Mucho dióxido de carbono. 

Tanto, que este empieza a acumularse en el planeta, que se calienta a medida que pasa el tiempo y las fábricas y centrales de energía emiten más y más. Finalmente, el cadáver del reno se descongela y la bacteria que produjo su enfermedad mortal vuelve al medioambiente. Esta termina infectando nuevamente a plantas, animales y, sobre todo, a seres humanos. Concretamente, al menos una veintena de hombres y mujeres contraen una enfermedad que creían olvidada hace ya mucho tiempo. Un niño muere. 

Parece el argumento de una de tantas películas de ciencia ficción que se han puesto de moda en los últimos meses a causa de la pandemia de coronavirus, pero ocurrió de verdad. Fue en la fría y extensa Siberia, en la Rusia oriental, hace apenas 5 años. Allí, un brote de ántrax que había infectado a unos renos en 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, volvió de entre el hielo y obligó a la por aquel entonces ministra de Sanidad rusa, Veronika Skvortsova, a decretar el estado de emergencia en la zona.

"Que cada año se descongelan virus y bacterias antiguas que vuelven al entorno es un hecho. En realidad, ha pasado siempre. Lo que pasa es que el calentamiento global causado por el hombre lo está acelerando, y esto aumenta las posibilidades de que vuelvan más microorganismos", explica a Business Insider por teléfono Carlos Pedrós-Alió, experto del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC.

Este experto en virología lleva años estudiando este fenómeno. Algunas de sus conclusiones aparecen, negro sobre blanco, en un artículo publicado hace unas semanas en la revista especializada Systematic and Applied Microbiology

Los microorganismos pueden viajar en el tiempo

Bajo el sugerente título de Viajes en el tiempo en los microorganismos, Pedrós-Alió explica cómo es posible que el frío, que es precisamente el elemento que los seres humanos llevamos años utilizando, por ejemplo, para mantener en buen estado los alimentos, sea precisamente el vehículo a través del cual viajan virus y bacterias que, eventualmente, pueden llegar a producir enfermedades. 

"A mí me gusta decir que procesos como la congelación funcionan como máquinas del tiempo. Realmente lo son. Hay muchas, y todas tienen en común que sirven para conservar el material genético", explica este experto. Se trata, explica Pedrós-Alió en su estudio, de un mecanismo de supervivencia: los microorganismos quedan inactivos bajo condiciones extremas a la espera de que estas mejoren y les sean más propicias para crecer y volverse abundantes. 

Las posibles consecuencias del retorno de virus y bacterias ancestrales está en boga. La cuestión, de hecho, ha vuelto al debate científico esta semana después de que este miércoles la revista Microbiome publicara un estudio que revela el hallazgo del código genético de 33 virus, 28 virus de los cuales eran hasta ahora desconocidos por el hombre. Lo hicieron en dos fragmentos de hielo de hasta 15.000 años de antigüedad extraídos de una meseta tibetana.

Este descubrimiento, además de abrir una interesante vía para saber mucho más acerca de la evolución de los propios virus y servir para dar validez a métodos de estudio de estos materiales que reducen el riesgo de contaminar las muestras, supone, por otra parte, todo un toque de atención.

"Los glaciares pueden archivar las condiciones ambientales y los microbios durante decenas o cientos de miles de años. Lamentablemente, los glaciares de todo el mundo, incluidos los de la meseta tibetana y el Himalaya, se están reduciendo rápidamente, sobre todo debido al calentamiento antropogénico de la Tierra. Este deshielo no solo provocará la pérdida de esos antiguos microbios y virus archivados, sino que también los liberará al medio ambiente en el futuro", detalla el informe en sus conclusiones.

Los microorganismos congelados son una amenaza latente

Aunque hay motivo para estar alerta, explican los expertos, por ahora, no lo hay para la alarma. Al fin y al cabo, como ha subrayado en los últimos meses el coronavirus, los seres humanos viven diariamente con todo tipo de microorganismos, y la mayoría no son necesariamente perjudiciales para el hombre: "La mitad del oxígeno que respiramos viene de microorganismos marinos, por ejemplo", comenta al respecto Pedrós-Alió.

Sí es un riesgo, subraya el experto, la velocidad a la que la descongelación de microorganismos está sucediendo debido a la acción humana: "Es un peligro real. Ya no solo hablamos de que puedan volver virus que desconocemos, hablamos de que se descongelen, por ejemplo, bacterias que sean resistentes a los antibióticos o virus que ya combatiéramos hace milenios pero para los que nuestro sistema inmune ya no está preparado".

Dado que el calentamiento global es ya una realidad, para combatir estas amenazas solo queda confiar en la ciencia. Pedrós-Alió arroja algo de esperanza: "En el último año hemos visto la rapidez con la que hemos sido capaces de generar unas vacunas. Serán mejores o peores, pero desde luego sirven para combatir la enfermedad. En el siglo XX hemos aprendido mucho, hay mucho bagaje. Y para las bacterias, ahí están los antibióticos siempre y cuando no abusemos de ellos para evitar generar resistencias".

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