Este detalle de la presentación del último trimestre de Tesla revela que la empresa de Elon Musk ha tomado un camino alternativo ante la escasez de materias primas para baterías

Elon Musk, actual propietario de Twitter.
Elon Musk, actual propietario de Twitter.

 Patrick Pleul/Pool via Reuters

Cuando Tesla anunció sus impactantes resultados del primer trimestre de 2022, con récord de facturación (17.200 millones de euros) y beneficios (3.046 millones) pese a los problemas de la cadena de suministro y la subida de precios de varias materias primas, empeorada por la guerra de Ucrania, un elemento importante pasó desapercibido.

Apenas era un detalle dentro de la página 8 de la presentación para accionistas, en la parte de tecnologías clave de la compañía, dentro del apartado sobre motores, baterías y fabricación.

"La diversificación de composiciones de baterías es crítica para el crecimiento de la capacidad a largo plazo para optimizar nuestros productos para sus variados casos de uso y aumentar la base de proveedores. La mitad de los vehículos producidos por Tesla en el primer trimestre estuvieron equipados por una batería de litio ferrofosfato (LFP) que no contiene níquel ni cobalto", señala la compañía.

La personas más rica del mundo, Elon Musk.

Se trata de un detalle muy revelador, que muestra que la apuesta tentativa de Tesla por las baterías LFP,que empezó a emplear a mediados de 2021 en su fábrica de Shanghái (China) para atajar los problemas de suministro, ha pasado a ser una estrategia clave para su supervivencia.

Tanto como para representar una amenaza incluso para la nueva batería 4680 que la japonesa Panasonic le está preparando a Tesla, en la que sí que utiliza níquel —aunque menos que las baterías actuales— y cobalto, que han sufrido grandes subidas: Rusia controla el 20% del níquel de mayor calidad lo que llegó a provocar que se paralizara su cotización en el mercado de metales de Londres en marzo

Por su parte, el cobalto no ha hecho más que subir, no solo porque Rusia también es productor, sino por los problemas medioambientales que genera su extracción, además de los problemas de vulneración de los derechos humanos asociados a su minado en países como la República Democrática del Congo.

Una tecnología en ascenso, también dominada por China

Las baterías de composición LFP apenas supusieron el 3% del total del mercado en Norteamérica y el 6% en la Unión Europea, pero en China ya alcanzan el 44% del mercado, según datos de Benchmark Mineral Intelligence revelados por Reuters.

Esto puede tener dos consecuencias: en primer lugar que pueda comenzar a desarrollarse un escenario de dependencia de las empresas chinas —en un mercado ya altamente dependiente de los fabricantes asiáticos, que copan los 10 primeros puestos en cuanto a la producción del sector— o que varias compañías europeas y norteamericanas comiencen a desarrollar producción con esta composición química.

Unos operarios insertan una batería en un Chevrolet Bolt en Michigan (EEUU).

Una de las compañías que está desarrollando pilas con esta composición es la estadounidense Our Next Energy, que propone una doble batería combinada, una para el uso diario y otra para grandes distancias, ambas de tipo LFP. "Creo que las baterías de litio ferrofosfato van a tener una nueva vida", segura a Reuters su fundador, Mujeeb Ijaz.

No solo Tesla, algún otro fabricante está pensando en esta composición química para sus pilas, como por ejemplo Audi, del grupo Volkswagen. "Podríamos ver más baterías LFP en la flota a medio plazo", dijo en marzo el consejero delegado de la marca, Markus Duesmann.

Aun así, estas baterías no están exentas de problemas: según Benchmark Mineral Intelligence, su precio se ha multiplicado por 7 en el último año, principalmente por el incremento del precio del litio.

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