La cuesta de enero se complica para Inditex: la presión de sus dependientes mantiene vigilantes a los inversores y empuja un giro patronal inédito

Huelga de Inditex

CGT

  • Las rebajas de enero de Inditex vienen marcadas por las movilizaciones de sus empleados de tienda que han comenzado a hacerse extensible por el resto del país.
  • El conflicto laboral, sin visos de terminar, mantiene a inversores tranquilos pero vigilantes al tiempo que ha empujado un giro patronal nunca antes visto. 

Enero, históricamente, se consideraba un periodo de enorme flujo de ventas para los gigantes textiles que con la bienvenida del año se la dan también a sus rebajas de invierno

Desde Acotex, la principal patronal del sector, explican que este marco promocional suponía para la industria aproximadamente por encima del 30% de su facturación anual

Pese a que la liberalización de la rebajas en 2012 hizo que la cifras se diluyeran enero sigue siendo, por derecho, un mes capital para el comercio. 

Precisamente, fue el pasado sábado 7 enero, cuando Inditex, cuyo bajo paraguas operan desde Zara a Lefties, daba el pistoletazo oficial a sus ansiadas promociones –un día antes lo hizo de forma online–. 

Sin embargo, el inicio de las rebajas de invierno, el protagonismo no lo marcó ni los esperados descuentos ni las largas filas de clientes, sino sus dependientes de tienda.

A las 12:00 de la mañana del primer sábado de enero, los trabajadores del grupo en Madrid, se dieron cita en la comercial calle de Preciados para pedir una subida salarial y unas condiciones laborales "dignas". Lo hicieron en el marco de una jornada de paro convocada por el sindicato CGT.

Con todo ello, el inicio de año para el gigante gallego activa una hoja de ruta con 3 vertientes que radican en la misma: un conflicto laboral con riesgo de hacerse extensible al resto del país, tener a inversores vigilantes y empujar un giro patronal inédito.

Una presión –y cisma– sindical nunca antes dada en Inditex

Manifestación de trabajadores de Inditex en Galicia

CIG

Este movimiento en la capital española es la consecuencia de otro originado a casi 600 kilómetros: la masiva huelga llevada a cabo por sus dependientas de la provincia de La Coruña, corazón de la multinacional.

Más de 1.000 trabajadoras de cerca de 40 tiendas fueron llamadas a una huelga convocada por la CIG y que, con un seguimiento por encima del 90%, supuso un movimiento histórico en el seno de unas de las compañías más robustas del mundo. 

El calado del movimiento provocó que, días antes, CCOO y UGT llegaran a un sorpresivo acuerdo a nivel nacional con la multinacional para abonar en febrero un pago de hasta 1.000 euros a su personal de tienda. 

Las discordancias de la propia UGT a nivel provincial y de la CIG con el texto firmado empujaro la huelga, celebrada el día 24 de noviembre, en pleno Black Friday.

Y cuando, tras ella, ya sobrevolaba el anuncio de una huelga indefinida, el acuerdo en Galicia llegó y lo hizo vía una mejora salarial de 322 euros mensuales. Sin embargo, "el efecto contagio y de conflictividad ya se postula imparable en el resto de España", como evidencian fuentes sindicales a este medio.

Manifestación por subida salarial, Zara

Violeta Santos Moura/Reuters

Con todo, el próximo 25 de enero arrancará una mesa de negociación entre CCOO y UGT con la multinacional con el objetivo de "abordar medidas globales que afecten a todas las tiendas y marcas del grupo a nivel estatal". 

Entre los puntos a tratar, el más sensible radica en reformar el sistema de comisiones del personal de tiendas con la premisa de "garantizar un impacto significativo en la retribución de las plantillas". 

Estos movimientos en aras de la concordia laboral, sin embargo, tampoco han frenado que la CGT se encuentre ahora organizando más movilizaciones. Lo hacen tras su primera toma de contacto en Madrid, donde lograron que hasta una decena de tiendas de la capital cerrasen en pleno inicio de rebajas.

El próximo movimiento en este sentido, apuntan desde la CGT, será el próximo lunes 23 de enero, cuando los trabajadores realicen en una serie de concentraciones descentralizadas por toda España. Estas acontecerán en varios puntos comerciales de la capital a lo largo del día para acabar en la tienda Zara de la Gran Vía madrileña. 

Aníbal Maestro, desde la CGT, explica a este medio que la intención es la de poder estar presente en la reunión liderada por CCOO y UGT, algo que de momento no se contempla, pero en la que insiste responde a una mala praxis. 

"Dejar fuera a CGT es esquivar e ignorar la voz de Ios trabajadores, cuando CGT es el sindicato mayoritario en ciudades como Madrid en Zara, Lefties, Pull&bear y Kiddy's class", denuncia.

Si en la negociación no se consigue el objetivo de equiparar condiciones con el personal de La Coruña, Maestro avanza que nuevamente se llevarán a cabo jornadas de huelga para el mes de febrero

Inversores convencidos de la robustez, pero ojo avizor

La compleja dicotomía laboral coincide, además, con la buena marcha del negocio y sus continuadas sorpasso a sus propios récord y a las previsiones de analistas. Las más esperanzadoras, como las que hace Goldman Sachs, ya apuntan a que el grupo podría cerrar 2022 con unas ventas de 32.000 millones de euros.

La visión de los analistas ante estos conflictos es unánime: "La situación no está ocasionando desde el punto de vista bursátil ningún efecto", pero su veredicto ni puede ni es firme: "Al menos por ahora". 

Desde IG, Diego Morín sostiene que, pese a que estas protestas no son positivas de cara a la visibilidad de la firma, los inversores no huyen del valor y es posible que extienda ascensos hacia los 28-30 euros por acción. De hecho, sus títulos se mantiene en máximos cosechados en agosto del año 2022.

Desde Fortage Funds, el analista Rafael Ojeda va más allá y opina que la disyuntiva radica en que con la inflación que ronda se han de ajustar los salarios, pero también buscar el equilibrio para evitar despidos: "Inditex debe decidir si tiene el mismo número de empleados no tan bien pagados o tener menor fuerza laboral pero mejor pagada".

Pero hay que tener, insiste, el dibujo completo de la situación: "Inditex se debe a sus accionistas y estos dejarían de serlo si la empresa se convierte en una ONG y baja en bolsa un 15% porque rebaja su dividendo".

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Fernando Castelló Sirvent, economista en ESIC, opina que de hacerse más profundo el problema, el impacto sí podría darse en clave comercial y tras él, afectar a la cotización del valor en el mercado. 

Más positivo se mantiene también desde ESIC, Paco Lorente, profesor sobre comportamiento. Considera que a pesar de que el conflicto parece enquistado, este llega al consumidor de manera puntual.

Lorente tampoco obvia otro factor que puede jugar a favor del grupo: el coste de oportunidad. "Que esto llegue en rebajas hace que la permeabilidad del conflicto no sea tan alta y que, por el momento, el activismo no produzca un efecto contagio".

No obstante, el profesor no obvia la potencial magnitud de que la pugna radique en el mercado patrio y no a 8.000 kilómetros. Su calado no es igual.

En mitad de un desconcierto patronal 

Tienda de Zara, la joya de Inditex.
Tienda de Zara, la joya de Inditex.

REUTERS/Albert Gea

Precisamente, uno de los puntos que se abordará en la mesa de negociación entre sindicatos y la empresa es la de impulsar los convenios colectivos provinciales que están paralizados —alguno desde hace más de 10 años—.

Esta situación, insisten las fuerzas sindicales, supone en la práctica el congelamiento de los salarios de las personas afectadas.

De hecho, Inditex, en su último acuerdo sellado con CCOO y UGT, ya se comprometió a elevar su implicación en el desbloqueo de los convenios provinciales y autonómicos–hasta un 57% de la plantilla de tiendas del gigante textil no está amparada por un convenio en vigor–.

Pero en paralelo a esta intención, el grupo liderado por Marta Ortega ha empujado un movimiento inédito en la industria: la formación una nueva patronal: Asociación Retail Textil España (ARTE). En ella, Inditex une fuerzas con sus rivales Mango o H&M, entre otros. 

El movimiento surge con la clara necesidad de liderar la negociación colectiva en el comercio textil y hacerlo, además, en plena ola de conflictividad laboral. 

En esto último también coincide Eduardo Zamácola, presidente de Acotex, hasta al momento, la patronal con mayor relevancia en la industria, pero cuyo alto nivel de penetración en Madrid, le hace perder fuelle a nivel nacional. 

El directivo opina que este movimiento por parte de los gigantes textiles responde a que estas compañías "tienen unos retos diferentes al del resto de sector".

De hecho, el paraguas de ARTE representa a un tercio del sector y a más de 50.000 trabajadores: "Inditex y las grandes empresas quieren haya una patronal que defienda sus intereses sin estar ellos delante", sostiene. 

Zamácola, sobre los conflictos, afirma que la intención de los empleados es la de buscar un convenio colectivo de empresa, pero el riesgo es obvio: "Si se igualan los criterios, pero por arriba supone un sobrecoste inviable y difícil de brindar, pese a la relevancia y buena marcha del gigante textil". 


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