Lo siento, si eres joven no vas a poder comprarte una casa

  • Si eres joven, no puedes comprarte una casa. Así de simple. Bueno… ni alquilarla. Y la tormenta perfecta tiene forma de P: Precariedad, precios y políticas públicas.
  • Los economistas alertan: los jóvenes de hoy están mucho peor que como estuvimos generaciones anteriores a esa edad.
Ilustración vivienda en venta

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Los jóvenes de hoy no son como los de antes. No se relacionan igual que lo hacían sus padres a la misma edad, y no viven como ellos. Entre otras cosas, porque sus padres pudieron comprarse una casa a la que hoy muy pocos podrían aspirar. Como mucho, un cuartito propio, como Virginia Woolf.

Para los jóvenes de 2024 comprar un piso es un sueño. No por una cuestión aspiracional, sino por lo imposible de hacerlo realidad. La diferencia es que soñar es gratis, mientras que la vivienda hoy en día es muy, muy cara.

"Los jóvenes se sienten estafados. Les vendieron que si estudiaban una carrera y un máster encontrarían un buen trabajo que les permitiera vivir como sus padres. No está siendo así", explica Juan Antonio Báez, vicepresidente del Consejo de la Juventud de España (CJE).

Lejos de ser así, hoy alrededor de un millón de jóvenes formados continúan trabajando gratis o como becarios, y uno de cada 5 menores de 30 años con trabajo es pobre o corre riesgo de exclusión social, denuncia Báez: "en la actualidad, un joven que trabaja ocupa las colas del hambre".

Con este panorama, acceder a una vivienda es una utopía para la mayoría: alrededor del 4% de todos los hogares en España están formados exclusivamente por menores de 30 años (frente al 7,5%) de la Unión Europea, según un estudio del Injuve. Pero también lo es el mero hecho de salir de casa de sus padres: el 83,7% no puede emanciparse, alerta el Observatorio de Emancipación del CJE. 

Un grupo de personas en una ilustración

Las cosas nunca fueron especialmente fáciles para el colectivo. Pero ahora es todavía peor. "Las cosas están mal y están peor que antes", reconoce Ignasi Martí, director del Instituto de Innovación Social de Esade y del Observatorio de la Vivienda Digna.

En 1977, más de la mitad de los jóvenes menores de 30 años estaban emancipados, según un informe del Consejo Económico y Social (CES). En 1984, solo un 24% necesitaba apoyo económico para vivir. Entre 1998 y 2001, la tasa de emancipación pasó de rondar el 50% a menos de un tercio de los jóvenes. En 2008, la tasa de emancipación era todavía más baja: del 26%, y aun así seguía estando 10 puntos por encima respecto a 2023.

"Habrá jóvenes que puedan comprarse un piso, pero en general lo tienen muy difícil", coincide José Ignacio Conde-Ruiz, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Complutense de Madrid, subdirector de Fedea y autor del libro La juventud atracada.

Detrás de este problema, Conde-Ruiz acusa 3 frentes (también con P): Precariedad, Precios y Políticas públicas. "Es una tormenta perfecta, y el resultado es que los jóvenes de hoy están mucho peor que como estuvimos generaciones anteriores a esa edad".

Jóvenes

1. Precariedad: los jóvenes de hoy son más pobres que antes

¿Hace falta añadir algo más? 

Son los hijos de la crisis, se les conoce como la generación mejor preparada de la historia y, sin embargo, es la más vulnerable. La que, por primera vez en mucho tiempo, vive peor que sus padres. 

Pero, ¿por qué? Es verdad que a mediados de los años 90 el paro juvenil rondaba el 29% (ahora está en el 28%). Pero la precariedad ahora es mayor.

"Cuando yo era joven, la tasa de paro y de temporalidad eran muy altas, pero la precariedad (entendida como el tiempo que pueden tardar los jóvenes en estabilizar su situación) era menor que ahora", recuerda Conde-Ruiz. Entre otras cosas porque entonces la economía no estaba tan globalizada: ahora se compite a nivel global, y eso se ha traducido en mercados laborales más flexibles (es decir, con mayor rotación y temporalidad).

El resultado: salarios más bajos e inestabilidad en el empleo. Si a esto le sumas la inflación, el resultado es una gran pérdida de poder adquisitivo: "los jóvenes de hoy son un 20,6% más pobres que en 2008", lamenta Báez. Su riqueza neta también es inferior a la de hace 20 años, según datos del Banco de España.

"Los salarios de los jóvenes no han subido al nivel al que lo han hecho los otros salarios", reconoce Conde-Ruiz. 

Según el Observatorio de Emancipación del CJE, el salario neto medio anual de un joven es de 13.079 euros. Esto, dividido entre 12 pagas, que es lo común en los sueldos bajos, daría 1.081 euros al mes. En cuanto a la inestabilidad, es cierto que la reforma laboral ha contribuido a un aumento de los contratos fijos entre los jóvenes, pero muchos de ellos siguen guardando cierta temporalidad, al ser parciales o fijos-discontinuos.

En parte, esto se debe al llamado efecto cicatriz. Cada vez que hay una crisis, el mercado laboral se lleva un golpe del que luego tarda en levantarse. Y llevamos 3 crisis en poco más de una década. "En el 92 hubo una crisis, pero fue muy corta. Los jóvenes de ahora han vivido 2 crisis muy profundas (más la de precios)", añade Conde-Ruiz.

Cuando entras en un mercado laboral en crisis tienes peores condiciones laborales, pero las cohortes que entran después lo hacen en peores condiciones todavía. Esto lleva a un proceso de continuo deterioro de la situación para los jóvenes, y según el Injuve, "el individuo que se encuentra inestablemente insertado en el mercado de trabajo no puede aspirar a emanciparse en solitario".

Un grupo de jóvenes durante una sentada contra el encarecimiento de la vivienda en Barcelona

 2. Precios: un mercado de la vivienda al rojo vivo

Vivienda ilustración

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"Si las condiciones laborales son más precarias, el acceso a la vivienda será más difícil. Hoy en día, el acceso de los jóvenes a una vivienda tanto de compra como en alquiler es inasumible", resume Martí. 

En 1996, el precio de la vivienda rondaba los 698 euros por metro cuadrado. Es decir, que comprar un piso de 80 metros cuadrados costaba menos de 56.000 euros, según datos del entonces Ministerio de Fomento. Hoy, para comprar ese mismo piso habría que pagar 145.000 euros, un 159% más. El aumento acumulado fue todavía mayor entre 1996 y 2008 (del 200%, por la burbuja inmobiliaria), según este estudio de la Universidad Complutense.

Pero... un momento. Los jóvenes cobran menos, en términos reales (teniendo en cuenta la inflación). Es decir, que mientras que el salario de los jóvenes se devalúa, el precio de la vivienda sube como la espuma.

A día de hoy una persona joven tendría que destinar 4 años y medio de su salario íntegro para poder pedir una hipoteca. "Eso significa 4 años y medio sin tocar un solo euro del sueldo. Para nada: ni comida, ni internet, nada", ilustra Báez. 

"Los precios de la vivienda se han disparado tanto en compra como en alquiler, y suben muchísimo más que los salarios", corrobora Conde-Ruiz. El resultado es que los jóvenes se emancipan más tarde: "6 años más tarde de cuando yo pude hacerlo", recuerda. 

En 2022, por primera vez en la historia, la edad media de emancipación en España alcanzó los 30,3 años. Oficialmente, según el Observatorio del CJE, se considera joven a aquellas personas de entre 16 y 29 años, lo que significa que, a la luz de estos datos, los jóvenes ya no se emancipan; solo se emancipan cuando dejan de ser jóvenes.

Y cuando logran salir de casa de sus padres, añade Conde-Ruiz, "lo hacen en peores condiciones que antes". La compra puede ser impensable, pero el alquiler tampoco es una opción para muchos.

Ilustración inquilino encadenado a una vivienda de alquiler

Alquilar un piso en España cuesta unos 944 euros de media, según datos de Idealista. En los años 90 salía por unos 600 euros mensuales, según esta noticia de 2004, en la que ya se advertía que hasta el Consejo Económico y Social reclamaba un mercado de alquiler más accesible, mientras el Banco de España denunciaba que "se está haciendo una utilización inadecuada del parque de vivienda".

"Los alquileres están en máximos históricos. Esos 944 euros suponen el 93,9% del salario de una persona joven", señala Báez: "Súmale un 13% para pagar las facturas y el resultado es que para alquilar en solitario le faltarían 76 euros. Tendría que pedir un préstamo", ironiza. 

Pero no es solo cosa de los precios. Antes, los jóvenes tenían más posibilidades de acceso a la vivienda porque podían hacerlo prácticamente en cualquier parte de la geografía. Ahora también, hay ciudades donde los pisos están tirados de precio... y donde no hay trabajo.

El problema de la vivienda es que donde hay empleo no hay vivienda (es demasiado cara) y donde hay vivienda no hay oportunidades de empleo. Es lo que Conde-Ruiz llama economías de aglomeración

"Las empresas se concentran en un mismo sitio porque está demostrado que esa concentración se traduce en una mayor productividad. Esto hace que si el crecimiento se produce en grandes ciudades, los jóvenes tienen que desplazarse, la demanda aumenta, la vivienda escasea, y los precios suben". 

Antes, el crecimiento económico era más homogéneo en todo el territorio nacional, lo que garantizaba oportunidades laborales en más ciudades. Ahora no: cada vez más, las grandes capitales son los únicos polos de empleo.

Una manifestación por el derecho a la vivienda celebrada en Madrid en 2015.

3. Políticas públicas desaparecidas en combate

La cuestión es bastante gráfica: hace unos 30 años el Gobierno gastaba un 1% del PIB en políticas de Vivienda, muchas de ellas para mejorar el acceso a la vivienda. Hoy, el gasto en vivienda apenas alcanza el 0,4% del PIB, y son principalmente para rehabilitación (¿y qué joven podría rehabilitar una vivienda que no tiene?).

En otras palabras: los jóvenes no están en el centro de las políticas públicas. No interesan mucho (electoralmente hablando, claro), apunta Conde-Ruiz. No tanto como el colectivo de pensionistas, mucho más numeroso. Hace años, los jóvenes pesaban un 35% en las elecciones, recuerda Conde-Ruiz. Ahora ni siquiera llegan al 20%.

"Haría falta reequilibrar el gasto para que fuera más justo, pero parece que si haces eso, pierdes las elecciones. Los jóvenes son pocos, pero como no pesan nada electoralmente, no se hace nada", lamenta Conde-Ruiz.

Según datos del Colegio de Arquitectos y el Ministerio de Fomento, entre 1952 y 2016 se construyeron más de 6,8 millones de viviendas protegidas de alguna modalidad. Las viviendas protegidas han sido la fuente primaria de acceso para las familias españolas, y llegaron a suponer el 90% de las construidas. Hoy, apenas llegan al 10%.

Hasta 2001, el 70% de las familias españolas que pudieron acceder a una primera vivienda lo hicieron a través de una Vivienda de Protección Oficial (VPO), según el informe de Fundación Alternativas. Hubo sorteos de VPO, deducciones… "Ahora lo que hay son ayudas a la rehabilitación, que son para quienes ya tienen vivienda; los mayores", añade Conde-Ruiz.

"España hizo un esfuerzo enorme de inversión de recursos públicos. Si se hubiera mantenido, no existiría el drama que tenemos ahora", señala Gerardo Roger, arquitecto y urbanista, ex director general de urbanismo de la Generalitat Valenciana y corredactor de diversas leyes urbanísticas autonómicas y de la ley de suelo estatal.

Viviendas en construcción

Hay un tema difícil de medir, apunta Martí, y es cómo los jóvenes se pueden proyectar en el futuro: "Hace 30 años era posible proyectarse en que las cosas fueran a mejorar, aunque fueran complicadas para muchos. Hoy en día no existe esa percepción".

Desde luego, los datos no ayudan. Lo que ha quedado de aquel esfuerzo en sacar vivienda pública es un parque de alquiler social raquítico, que apenas alcanza el 2,5% del parque total de vivienda, muy por debajo del 8% de media de la Unión Europea.

El Gobierno anunció una movilización histórica de suelo y activos de la administración, para al menos asegurarse un parque de vivienda pública decente. Y aunque es un plan ambicioso, tardará años en surtir efecto. "Si pretendes construir a ritmo de 20.000 viviendas al año para jóvenes tardarás 30 años en solucionar el problema", añade Conde-Ruiz. 

Puede que en 30 años los jóvenes que sufren el drama habitacional hayan dejado de ser jóvenes, pero ¿habrán dejado de sufrir el problema?

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