El 'fish and chips' es uno de los platos británicos por excelencia, pero la inflación de las materias primas ha hecho que el sector aumente precios un 25% y que muchas tiendas cierren

Grace Dean
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Fish and chips

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Las tiendas de fish and chipsestán subiendo los precios y reduciendo sus horarios de apertura porque la inflación amenaza sus negocios. Un líder del sector sugiere que es posible llegar a un escenario en que un establecimiento de este tipo tenga que cerrar cada día.

"Hemos visto altibajos, malas economías y recesiones, pero el golpe actual a los negocios se sale de la escala", cuenta a Business Insider Stratis Michael, propietario de Fryday's, en Leeds, al norte de Inglaterra. "Nadie en el sector del fish and chips había visto la situación nunca tan mal".

La invasión rusa de Ucrania en febrero disparó los precios de un ingrediente clave. Los 2 países exportan en conjunto casi dos tercios del aceite de girasol del mundo, y la guerra ha tensado los suministros y ha hecho subir los precios.

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El índice de precios de la ONU para el aceite vegetal alcanzó un récord en marzo. Para cuando volvió a bajar en junio fruto de una menor tensión económica, los ciudadanos británicos se enfrentaban ya a una inflación récord y a una crisis en su coste de la vida.

Para compensar el aumento de precios, Michael cuenta a Business Insider que ha subido el precio del pedido estándar de su fish and chips un 25%, hasta 10 libras, unos 12 euros al cambio actual.

"Los clientes ya se quejan de que es demasiado caro. Para las tiendas de fish and chips pequeñas y asequibles como la nuestra, es una lucha por llegar a fin de mes", explica.

Michael forma parte de la tercera generación de su familia que regenta una tienda de este tipo. Creció en un apartamento situado justo encima del establecimiento de su padre, donde ayudaba los fines de semana. Su abuelo abrió el negocio familiar a mediados de la década de 1960.

Además de ser el medio de vida de su familia, el fish and chips es importante para la vida social de muchos británicos, afirma Michael.

"Es una de las pocas comidas para llevar que la gente va a recoger a la tienda en lugar de recibirla a domicilio. Comprar fish and chipses una actividad social en el fondo", comenta.

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Los precios de la venta de pescado al por menor han aumentado a un ritmo más rápido en 2022, según datos de la Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido. 

El gobierno británico también ha introducido un arancel del 35% sobre las importaciones directas de pescado blanco procedentes de Rusia y Bielorrusia. Andrew Crook, presidente de la Federación Nacional de Pescadores, dice que el arancel ha creado una oportunidad para que los proveedores no rusos suban también sus precios.

Crook, que también es propietario de Skippers, otra tienda situada en Euxton, en el noroeste de Inglaterra, comenta que negocios de este tipo acostumbrados a subir sus precios como mucho una vez al año los han subido ya varias veces en el lapso de unos pocos meses.

Ha observado que algunos clientes "cambian el pescado por una salchicha rebozada más barata" o que van con menos frecuencia.

A ello se suman las olas de calor de este verano en Gran Bretaña. Las temperaturas récord más de 37 grados en julio significan que las cosechas de patatas son menores, lo que eleva el coste de producción.

"A veces, el pescado sale caro", dice Crook. "El año es también caro para las patatas porque los precios del combustible pueden subir y en ocasiones hay problemas de personal. Están llegando todos los problemas a la vez".

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Algunos negocios están estudiando la posibilidad de reducir sus horarios de apertura para recortar los gastos de gas y electricidad, ya que los precios del combustible siguen subiendo, comenta Crook. Otros, lamentablemente, cerrarán definitivamente.

"Probablemente cerrarán unas 30 tiendas al mes, una al día, lo que es, obviamente, bastante preocupante", calcula Crook sobre el ritmo de cierre de los establecimientos. "No todos los negocios sobrevivirán".

Michael confiesa que no quiere volver a subir los precios y arriesgarse a perder aún más clientes. "En ese momento, no tendré más remedio que cerrar la tienda a y bajar la persiana", explica Michael.

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