35 inquietantes fotos que muestran el aspecto actual de varias ciudades fantasma que han sufrido un accidente nuclear
- El desastre nuclear de Chernóbil en 1986 transformó la ciudad ucraniana de Prípiat en una ciudad fantasma.
- Otras ciudades también han sido abandonadas después de sufrir catástrofes nucleares, y cada una de ellas es hoy en día un cementerio de su antiguo yo, repletas de coches abandonados y edificios en ruinas.
- Las siguientes fotos revelan el aspecto de estos lugares años después de haber sido abandonados.
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Horas después del accidente en la central nuclear de Chernóbil, el peor desastre nuclear de la historia, los residentes de la ciudad de Prípiat vivían la rutina habitual de cualquier sábado. Los niños recogían flores y jugaban en la calle. Los adultos cultivaban sus pequeños huertos, se dedicaban a pescar e incluso se casaron ese mismo día.
Sin embargo, al día siguiente estaban siendo trasladados en autobuses, viéndose obligados a coger solo una pequeña parte de sus pertenencias: papeleo importante, recuerdos personales y un poco de comida. El ayuntamiento aseguró que la mudanza sería algo temporal, pero la mayoría de los residentes nunca regresarían a sus hogares.
Actualmente, Prípiat sigue relativamente abandonada, si no tenemos en cuenta los grupos de turistas que caminan por zonas señaladas y se reúnen en las guarderías, hospitales y colegios en ruinas.
Quizás se trate de la ciudad nuclear fantasma más famosa del mundo, pero no es la única.
Ha habido otros accidentes nucleares relevantes que han provocado evacuaciones abruptas en ciudades y pueblos. Este es el aspecto que tienen a día de hoy algunas de estas áreas abandonadas.
A raíz del desastre de Chernóbil, los habitantes de Prípiat tuvieron menos de una hora para hacer sus maletas.
Los habitantes dejaron atrás carteles de la era soviética, banderas e incluso urnas electorales.
Los edificios, las casas e incluso el parque de atracciones que había montado en la ciudad han quedado completamente abandonados.
"No solo perdimos un pueblo, perdimos nuestras vidas", recuerda uno de los evacuadosen el libro Voces de Chernóbil, de Svetlana Alexievich.
Algunos objetos han sobrevivido al paso del tiempo, mientras que otros se han desintegrado.
Los grafiteros han dibujado extrañas y oscuras figuras en las paredes de los edificios.
Uno de los dibujos visto en la zona representa una serie de figuras infantiles que, al parecer, evoca los fantasmas de los antiguos residentes.
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A los turistas adultos se les permite ver los restos dispersos de los antiguos habitantes de Pripyat. Se requiere que los visitantes usen calzado cerrado y cubran sus brazos y piernas para evitar cualquier contacto de la piel con material radiactivo.
Los turistas también reciben instrucciones para no tocar ningún objeto, árboles ni paredes.
Hay muñecas espeluznantes en los alféizares de las ventanas y en las camas, pero fueron colocadas ahí posteriormente.
Un grupo de turistas colocó deliberadamente algunas muñecas en las camas de una guardería abandonada para lograr un efecto dramático.
Cerca, el pueblo fantasma de Kopachi también está abierto para visitas.
En los recorridos por la zona de exclusión de Chernóbil, un área restringida de unos 2590 kilómetros cuadrados que rodea la central nuclear, a menudo se lleva a los turistas a Kopachi, que se encuentra en el camino de Prípiat a Chernóbil.
La mayoría de las casas del pueblo fueron arrasadas y enterradas después de la catástrofe de Chernóbil.
Se suponía que la acción evitaría que se propagara la contaminación, pero terminó teniendo el efecto contrario: los esfuerzos empujaron la radiación de una manera más profunda hacia el suelo y la acercaron más al agua subterránea.
Quedan pocos edificios en pie, aparte de la mencionada guardería.
También hay un monumento que honra a los soldados soviéticos que liberaron la aldea durante la Segunda Guerra Mundial.
Mientras tanto, un autobús abandonado yace en medio del bosque.
Veinticinco años después de Chernóbil, otro grave accidente en la centra nuclear de Fukushima, Japón, forzó la evacuación de varias ciudades en 2011.
El 11 de marzo de 2011, el terremoto y el tsunami de Tōhoku causaron tres derrumbes nucleares y múltiples explosiones de hidrógeno en la central nuclear de Fukushima Daiichi en Japón.
Durante la mañana posterior del desastre las autoridades japonesas evacuaron toda la ciudad de Namie, que se encontraba en la ruta del viento desde la central nuclear.
A los residentes no se les permitió regresar durante seis años.
En 2017, el gobierno levantó parcialmente las órdenes de evacuación, permitiendo que alrededor de 21.000 antiguos residentes volvieran a ocupar ciertas áreas. Alrededor de 1.000 personas decidieron regresar.
Namie se divide en tres zonas, dos de las cuales se han vuelto a abrir.
La tercera zona, que representa alrededor del 80% del distrito, se mantiene cerrada debido a los elevados niveles de radiación.
Al desaparecer los humanos, los jabalíes comenzaron a vagar por las calles.
Los animales comenzaron a buscar comida después del desastre, por lo que los cazadores locales se han dedicado a atraparlos y matarlos.
Muchos ex residentes todavía están demasiado asustados para volver.
Algunos antiguos vecinos se muestran escépticos ante las afirmaciones de que el área es segura, mientras que a otros les resulta demasiado doloroso vivir entre las casas en ruinas y los edificios escolares vacíos.
Además de Namie, las autoridades japonesas señalaron otros municipios como zonas de "difícil retorno".
Una de esas zonas era Futaba, en la que vivían unas 7.000 personas en el momento del accidente.
Ahora mismo Futaba es tan solo la sombra de lo que fue.
Muchos edificios están llenos de objetos desechados, y los vehículos abandonados están envueltos por la maleza.
La gran mayoría de la ciudad todavía está bajo un aviso de evacuación.
Las autoridades sigue trabajando para que la zona vuelva a ser habitable en 2022, pero se prevee el regreso de poca gente.
"Si hubieran pasado solo dos o tres años, tendría la opción de regresar. Pero mi casa ha quedado en ruinas y yo me he hecho mayor", cuenta uno de los evacuados de 69 años a The Japan Times en 2017. "Siendo realista, no creo que pudiera vivir allí ahora".
La ciudad japonesa de Ōkuma ya está abierta después de permanecer vacía durante ocho años.
Ōkuma se encuentra al sur de Namie y Futaba. En la ciudad vivían unos 10.000 residentes en el momento del desastre de Fukushima.
A principios de este año, las autoridades japonesas determinaron que los niveles de radiación en dos de los distritos de Ōkuma eran lo suficientemente bajos como para que la gente regresara.
Sin embargo, muchas de las zonas de Ōkuma todavía están cerradas.
Alrededor de 50 personas han comenzado su mudanza a nuevas viviendas en abril, pero la mayoría de los antiguos residentes han optado por mantenerse alejados.
Aunque Ōkuma tiene nuevas tiendas y un ayuntamiento, su hospital y centro de la ciudad siguen siendo inseguros debido a la radiación.
Una explosión en la instalación nuclear de Mayak en Rusia se considera el tercer peor accidente nuclear del mundo, detrás de Fukushima y Chernóbil.
La explosión liberó alrededor de 2 millones de curios de desechos radiactivos.
Las autoridades rusas tardaron más de 50 años en evacuar el pueblo cercano de Muslyumovo, que fue contaminado por la explosión nuclear en 1957.
Los detalles sobre el incidente no se revelaron hasta después de la caída de la Unión Soviética en 1991.
En 2009, los vecinos fueron reubicados a 1,6 km de distancia a un área denominada "Nuevo Muslyumovo".
Gran parte del antiguo territorio fue derribado. Las casas fueron demolidas, y los restos arrojados a pozos, donde se enterraron.
No obstante, algunas familias pertenecientes a un grupo étnico local, los tártaros, optaron por permanecer en el pueblo fantasma.
Por su parte, el pueblo fantasma de Atomic City, en Idaho (Estados Unidos), no se evacuó de una vez.
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En 1955, tuvo lugar un pequeño colapso nuclear a las afueras de Atomic City, en el Experimental Breeder Reactor-1, la primera central nuclear del mundo que genera electricidad.
Más tarde, en 1961, tres personas murieron en una explosión de vapor y una fusión en un reactor de energía nuclear en las cercanías de Idaho Falls.
Esos accidentes tuvieron como consecuencia la reducción progresiva de la población: pasó de tener alrededor de 140 residentes en 1960 a solo dos docenas en 1970. La población ha rondado los 25 habitantes desde entonces.
Hoy en día, la zona está llena de coches abandonados y casas y remolques en ruinas.
El fotógrafo David Hansonrelató a Business Insider que al visitar el lugar a mediados de los 80, no vio ni a una sola persona.
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