Usar hidrógeno para descarbonizar la calefacción doméstica es una mala idea: es menos eficiente y más caro, según 32 estudios independientes

Calefacción

32 estudios independientes concluyen que el hidrógeno no desempeñará un papel significativo en la descarbonización de los hogares.

Además, ninguno de los informes sugiere el uso del hidrógeno para la calefacción doméstica, ya sea utilizado como sustituto directo del gas fósil o para mezclarlo en la red de gas (blending). Son las principales conclusiones de un nuevo análisis que ha sido publicado este martes, 27 de septiembre de 2022, en le revista Joule.

Entre los estudios revisados figuran los de la Agencia Internacional de la Energía, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático (PIK), el Imperial College, el University College de Londres y McKinsey.

"El hidrógeno es mucho menos eficiente y más caro que las bombas de calor, la calefacción urbana o la energía solar térmica"

Jan Rosenow es el director para Europa del think tank sobre energía Regulatory Assistance Project (RAP). También es investigador asociado honorario del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford, y recientemente fue nombrado una de las 25 personas más influyentes del mundo en materia de energía.

En su opinión, "utilizar el hidrógeno para la calefacción doméstica puede parecer atractivo a primera vista. Sin embargo, todas las investigaciones independientes sobre este tema llegan a la misma conclusión: calentar con hidrógeno es mucho menos eficiente y más caro que otras alternativas como las bombas de calor, la calefacción urbana y la energía solar térmica".

En lugar de esperar a que el hidrógeno acabe sustituyendo al gas fósil utilizado para calentar los edificios, comenta Rosenow, "deberíamos centrarnos en acelerar la implantación de la eficiencia energética y las bombas de calor, tecnologías identificadas sistemáticamente como fundamentales para reducir las emisiones de carbono de los edificios".

 

Otro experto como David Cebon, cofundador de la Hydrogen Science Coalition y profesor de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Cambridge, argumenta en la misma línea: "La investigación es clara, el hidrógeno no es una solución para descarbonizar la calefacción doméstica". 

"¿Cuántos informes independientes más necesitamos para encontrar la misma respuesta?", se pregunta Cebon.

En el Reino Unido, subraya, "la calefacción de los hogares con hidrógeno verde utilizaría aproximadamente 6 veces más electricidad renovable que las bombas de calor. No tenemos tiempo ni recursos para seguir investigando el papel del hidrógeno en la calefacción doméstica, sobre todo cuando las conocidas leyes de la termodinámica determinan la respuesta".

Es el momento, sostiene, "de avanzar con una rápida ampliación de las soluciones reales para descarbonizar la calefacción, como las bombas de calor y la eficiencia energética". 

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"El hidrógeno para la calefacción doméstica es una mala inversión"

Lo deja claro Ana María Jaller-Makarewicz, analista de energía del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA).

Para ella, "el hidrógeno para la calefacción doméstica es una mala inversión y los gobiernos que se plantean su uso deberían optar por la opción más segura y barata, canalizando los fondos públicos hacia soluciones que ya están disponibles, como las bombas de calor y la eficiencia energética"

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También Michael Liebreich, fundador de Bloomberg New Energy Finance y presidente y CEO de Liebreich Associates, reitera que el documento demuestra que ningún análisis serio considera que el hidrógeno desempeñe más que un papel marginal en el futuro de la calefacción de espacios.

"Tenemos que conseguir que los sistemas de calefacción de Europa abandonen el gas natural, y tenemos que hacerlo sin más demora. Es hora de poner fin a la lucha: los jueces son unánimes y los ganadores son la calefacción urbana, las bombas de calor y la electrificación", anota.

El hidrógeno limpio, concluye Liebreich, "tenemos que guardarlo para las áreas de la economía a las que no llega la electrificación. En particular, lo necesitamos para reemplazar el hidrógeno sucio que utilizamos ahora, que impulsa el 2% de las emisiones mundiales de CO₂".

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