La mano de obra más joven de Asia quiere vivir de TikTok y esto es un problema para la industria mundial

Empleados de una fábrica de baterías de litio en China.

Reuters

  • Asia, la fábrica del mundo y principal proveedor de occidente tiene un problema: los jóvenes no quieren la vida de sus padres y rechazan el trabajo en grandes factorías. 
  • Las fábricas tratan de hacer más atractivo el trabajo en ellas pero el diagnóstico es claro: los costes son cada vez más altos y es un problema para la industria mundial.

Asia, la fábrica del mundo y almacén al que gran parte de occidente va a hacer sus compras industriales, tiene un problema tan obvio como complejo de atajar: sus jóvenes no quieren la vida de sus padres y trabajar en fábricas. 

The Wall Street Journal analiza en un reportaje esta problemática y explica que pese a los intentos por parte de las fábricas de hacer más atractivas sus plantas de producción la escasa mano de obra es ya un quebradero de cabeza para las empresa occidentales que confían en este oasis de la producción para producir bienes de consumo asequibles. 

"Ya no queda ningún lugar en el planeta que pueda darte lo que quieres", afirma Paul Norriss, cofundador británico de la fábrica de ropa vietnamita UnAvailable. El diagnóstico es claro: "Todo el mundo quiere ser instagramer , fotógrafo, estilista o trabajar en una cafetería". 

Como respuesta, las fábricas asiáticas han tenido que aumentar los salarios y adoptar estrategias a veces costosas para retener a los trabajadores, desde mejorar la comida de la cafetería hasta construir guarderías para los hijos de los trabajadores.

China, la fábrica de la moda mundial, está más debilitada que nunca pero tiene un plan para recuperar el pulso: dejar de ser un gran bazar

Ya el fabricante de juguetes Hasbro declaró que la escasez de mano de obra en Vietnam y China había disparado los costes. El fabricante de Barbie Mattel, con una gran base de producción en Asia, también está lidiando con el aumento de los costes laborales.

Pero estas medidas llevan a una consecuencia obvia: ambas empresas han subido los precios de sus productos. Nike, que fabrica la mayor parte de sus zapatos en Asia, señaló en junio que los costes de sus productos habían subido debido al aumento de los gastos laborales. 

A partir de la década de 1990, China y luego otros centros manufactureros asiáticos se integraron en la economía mundial, convirtiendo en potencias manufactureras y bienes duraderos como frigoríficos y sofás se abarataron.

Hoy, esos países se enfrentan a un problema generacional. Los trabajadores más jóvenes, mejor educados que sus padres y habituales de Instagram, TikTok y otras redes sociales, están decidiendo que su vida laboral no debe desarrollarse dentro de las cuatro paredes de la fábricas. 

El trabajador asiático ya no es el mismo ni quiere serlo

Demografía china

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Los cambios demográficos, analiza el medio, también influyen. Los jóvenes asiáticos tienen menos hijos que sus padres, y a edades más avanzadas, lo que significa que están menos presionados para obtener unos ingresos estables a los 20 años. 

Así, un sector de servicios en auge ofrece la opción de trabajos menos precarios que los de una fábrica como dependientes en centros comerciales y recepcionistas en hoteles.

El problema es grave en China. Porque el desempleo juvenil urbano alcanzó el 21% en junio, a pesar de que las fábricas tenían escasez de mano de obra. 

Las grandes multinacionales han trasladado su producción de China a países como Malasia, Indonesia, Vietnam e India y pese a ello, los propietarios de las fábricas afirman que también tienen dificultades para contratar a jóvenes.

Los salarios en las fábricas de Vietnam se han más que duplicado desde 2011, hasta alcanzar los 320 dólares al mes, 3 veces más que en Estados Unidos, según datos de la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas. En China, estos aumentaron un 122% entre 2012 y 2021, el último periodo del que dispone datos la ONU. 

India tiene una población enorme, y las empresas que buscan alternativas a China se están expandiendo allí. Pero incluso en India, los directores de las fábricas empiezan a quejarse de las dificultades para retener a los trabajadores jóvenes. Tanto es así que muchos jóvenes prefieren la vida en el campo con el apoyo de los programas de bienestar social del Estado.

Todos los intentos son pocos. Los propietarios de fábricas asiáticas están trasladando las fábricas a zonas rurales donde la gente está más dispuesta a realizar trabajos manuales, pero eso las aleja de puertos, proveedores y las obliga a adaptarse a la vida rural.

Christina Chen, propietaria taiwanesa de un fabricante de muebles que vende a minoristas estadounidenses como Lowe's, decidió trasladar su fábrica fuera del sur de China hace 4 años, con la esperanza de que fuera más fácil contratar personal. 

En su lugar, se instaló en una zona rural del norte de Vietnam. Sus trabajadores suelen tener entre 40 y 50 años, y algunos no saben leer bien, lo que obliga a explicarles las tareas verbalmente. Pero su mano de obra es más estable.

"No hay suficientes jóvenes interesados en aprender tareas más profesionales"

El panorama laboral era muy distinto hace 2 décadas, cuando encontrar trabajadores era tan sencillo como abrir las puertas de la fábrica.

En 2001, Nike informó de que más del 80% de los trabajadores de sus fábricas procedían de Asia, y que el trabajador típico tenía 22 años, era soltero y se había criado en una granja. Hoy, el trabajador medio de Nike en China tiene 40 años, y en Vietnam, 31.

Cuando las fábricas asiáticas se automatizan, muchas tienen problemas para encontrar trabajadores capaces de manejar maquinaria avanzada. Los directivos dicen que no hay suficientes jóvenes interesados en aprender ingeniería mecánica, y que los que lo hacen saltan a otras profesiones. 

"Estamos intentando que nuestras fábricas sean un poco más atractivas, abrir los tabiques, darles una estructura más acristalada, más luz, música agradable, crear una especie de ambiente Apple", afirma Syed Hussain Syed Husman, presidente de la Federación de Empresarios de Malasia.

Los jóvenes de los países en desarrollo, que de otro modo aceptarían trabajos en fábricas, están encontrando trabajo cuidando a los cada vez más numerosos ancianos de los países desarrollados, y cubriendo así las lagunas en el envejecimiento de la mano de obra de esos países.

Susi Susanti, indonesia de 29 años, dice que probó el trabajo en fábricas tras acabar el bachillerato. Odiaba que sus jefes la presionaran para trabajar más rápido en una fábrica de electrónica, y en un segundo trabajo haciendo zapatos. Le dijo a su madre que tenía que hacer otra cosa.

Un curso de formación de 6 meses le enseñó un mandarín rudimentario, y se puso a trabajar cuidando a una pareja de ancianos en Taiwán. Su sueldo triplica el que ganaba en las fábricas de su país, dice, y es menos agotador.

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