Si 1899 evidenció lo importante que es para Netflix que una serie vea de principio a fin, con La monja guerrera aflora un nuevo baremo: la consistencia en las estadísticas de visionado por temporadas 

Los fans de La monja guerrera están de enhorabuena. La serie, cancelada por Netflix en diciembre poco después del estreno de la segunda temporada, va a tener continuidad. Simon Barry, su creador, lo anunciaba esta semana en Twitter agradeciendo la movilización de los fans durante los últimos 6 meses. 

Su empeño y devoción ha obrado el milagro, aunque EW confirmó poco después que la tercera temporada no será posible precisamente gracias a Netflix. 

A pesar del potente fandom que ha generado la serie, el rendimiento de la segunda entrega no ha justificado darle continuidad. Netflix se aferra al mantra de la eficiencia en su producción y, bajo ese prisma, una tasa de abandono elevada o la falta de consistencia de visionados entre temporadas pueden debilitar lo que, desde fuera, parece un rotundo éxito. 

La monja guerrera, serie de televisión que adapta el popular cómic de Ben Dunn, cuenta la historia de Ava Silva, una joven huérfana de 19 años que despierta en la morgue. Allí descubre que una secta secreta de monjas (la orden de la espada cruciforme) le ha conferido superpoderes para luchar contra los demonios que se hallan en la Tierra. 

La serie, considerada por muchos sucesora de Buffy Cazavampiros se estrenó en 2020, desde sus inicios movilizó a una audiencia fiel que se tradujo en unas excelentes estadísticas de visionado y conversación social. 

Con la llegada de la segunda temporada, en noviembre de 2022, el ruido en redes volvió a ser una constante, y la serie permaneció tres semanas en Netflix Top 10, el ranking de programas más populares en la plataforma. Aun así, la compañía anunciaba su cancelación un mes después, para sorpresa del público y de su propio creador. 

Desde entonces, los fans devotos de la serie no han escatimado esfuerzos a la hora de demostrar su apoyo y reivindicar que se le diese continuidad. En 6 meses han conseguido darle la vuelta a la tortilla. 

Así lo ha confirmado el showrunner esta semana a través de sus redes sociales, aunque sin ofrecer ningún dato más, como el sitio en que se podrá ver o cuándo llegará esa tercera temporada. EW, por su parte, confirmó que la serie no había sido salvada de la cancelación por Netflix.  

Estas han sido las claves de su campaña viral

• Contratación de una valla justo enfrente de las oficinas de Netflix en Los Ángeles durante 4 semanas invitando a los fans a movilizarse en favor de la serie usando el hashtag #SaveWarriorNun.
• Petición con más de 120.000 firmas en change.org.
• Carta abierta a Netflix.
• 35.000 dólares recaudados para financiar la campaña.
• Varios trending topic.

 La maldición de la segunda temporada 

Al margen de las franquicias de éxito, Netflix ha acaparado muchos titulares en el pasado por su tendencia a cancelar series en la segunda temporada.

El motivo que lo explica es que, pasada esa frontera, el coste de producción se dispara, ya que el equipo artístico recibe mayor compensación económica cuantas más temporadas tenga la serie. Además, los programas con más de dos temporadas reducen su capacidad de atraer nuevos clientes, que se sienten abrumados por lo que supone ponerse el día. 

En la práctica parece que resulta más eficiente invertir presupuesto en un programa nuevo cuyo estreno brinde la oportunidad de mejorar los resultados en términos de audiencia. 

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La delicada situación económica con la que el streaming tiene que lidiar en la actualidad parece haber provocado que las compañías reevalúen qué se considera un éxito que justifica una renovación. 

Uno de los indicadores más importantes a esos efectos es la tasa de finalización, esto es, el ver una serie de principio a fin. Esa fue una de las conclusiones que se desprendió de la cancelación de 1899. La serie había permanecido en el Top 10 de los programas más vistos durante 5 semanas, acumulando cerca de 260.000 millones de horas vistas, de ahí que la decisión se recibiese con incredulidad e incomprensión. 

La clave para entenderlo, según apuntó Kasey Moore, era el elevado porcentaje de usuarios que abandonaron la serie sin terminarla. 

El showrunner de La monja guerrera explicaba en una entrevista después de trascender la cancelación que, en su caso, la decisión se había tomado en base a otro criterio. En concreto, por la falta de consistencia entre las cifras de visionado de cada entrega. 

“Más gente vio la primera temporada que la segunda, de ahí que no alcanzase el umbral que ellos fijan como el estándar que justifica una renovación”, aseguraba.

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Barry achacó esta merma de audiencia al timing elegido para el estreno, que había provocado una canibalización entre varios Netflix Originals. “La segunda temporada se estrenó en noviembre. Fue arrollada por el increíble éxito de Miércoles y sepultada por el algoritmo, que prefirió poner en valor The Crown”. 

La política de austeridad en el gasto ha elevado el nivel de exigencia para la renovación de programas. Los éxitos han de ser incontestables y rápidos, en lo que vendría a ser una versión en el ámbito del streaming del hit&run cinematográfico. 

Queda por ver si tanta cancelación no tendrá efectos secundarios, haciendo que el fan potencial pierda la paciencia hasta el punto de no ver inmediatamente ciertos programas ante el temor de que le vayan a dejar colgado.