El precio de la guerra en España: la OCDE recorta las previsiones económicas en 2022 y 2023 y pronostica que la inflación cerrará en el 8,1% este año

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.

REUTERS/Guglielmo Mangiapane

Se suponía que España iba a ser una de las economías europeas más resistentes al impacto de la guerra en Ucrania, pero eso no significa que no vaya a tambalearse.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha lanzado hoy un jarro de agua fría sobre las previsiones de crecimiento de la economía mundial, y España no se libra de la rebaja.

Si el PIB de España iba a crecer un 5,5% este año, ahora sólo lo hará un 4,1%, según la revisión de las previsiones de crecimiento del World Economic Outlook, publicado hoy por la OCDE. Casi un punto y medio de hachazo, debido al impacto de la guerra.

Para la economía mundial, el recorte será también de un punto y medio: el PIB mundial crecerá un 3% este año, por debajo del 4,5% proyectado en diciembre, mientras que la inflación media se disparará al 9% en los países de la OCDE, el doble de lo previsto. "El precio de esta guerra es alto y tendrá que ser compartido", advierte el organismo.

"Se prevé que el crecimiento se desacelere debido al aumento de la incertidumbre, la alta inflación y la desaceleración de la demanda externa", vaticina el organismo. 

Con esta rebaja, la OCDE se convierte en el organismo internacional más pesimista en cuanto al horizonte económico de España. Tanto la revisión anunciada por el Gobierno, al 4,3%, como la del FMI, prevén un crecimiento mayor.

El recorte continúa en 2023: en lugar de un 3,8%, la economía española sólo se expandirá un 2,1%. Lo que significa que España estará todavía más lejos de recuperar lo perdido por la crisis del COVID-19.

"La guerra está afectando a la economía española a través del aumento de los precios de la energía, las interrupciones en las cadenas de producción y una mayor incertidumbre", explica el informe.

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A pesar de que España tiene una menor exposición comercial y financiera a Rusia y Ucrania, su enorme dependencia energética sí la hace vulnerable al principal efecto colateral del conflicto bélico: la escalada de precios de la energía.

Aunque la mayoría del gas se lo compra a Argelia (cerca del 45% de lo que importa), mientras que de Rusia proviene alrededor de un 10% (en Alemania, en cambio, la dependencia del gas ruso es de nada menos que un 60%), un 73,3% de los recursos petrolíferos, gasistas y eléctricos que consume España proceden del exterior, según el INE. 

Esta enorme dependencia energética, sumada a la también escalada de las materias primas, han tensado la cuerda de los precios. En mayo, la inflación arreció subiendo un 8,7% en España, después de haberse ralentizado muy ligeramente al 8,3% en abril.

La escalada de precios al cabo del año será tal, que la inflación media aumentará hasta el 8,1%, desde el 3,2% estimado por la OCDE en diciembre. En 2023, la inflación general se moderará, pero seguirá siendo alta.

"El acuerdo con Bruselas para limitar el precio del gas que entra en el mercado eléctrico de la Península Ibérica, que se prevé que entre en vigor en junio, puede ayudar a contener la inflación general", añade.

La inflación elevada en todo el mundo está erosionando los ingresos reales disponibles y el nivel de vida de los hogares y, a su vez, reduce el consumo.

La menor confianza y la renta real disponible provocaron una caída del consumo privado en el primer trimestre de 2022, apunta el informe. 

Como nota positiva, el ahorro de los hogares acumulado durante la pandemia, el paquete fiscal para mitigar los efectos de la guerra, la continua recuperación del empleo y los fondos Next Generation EU apoyarán la demanda interna. La recuperación en curso del turismo también apoyará el crecimiento. 

Pero el precio de la guerra podría ser mayor, alerta la OCDE. El conflicto está interrumpiendo la distribución de alimentos y energía, alimentando una mayor inflación en todas partes y amenazando a los países de bajos ingresos. 

"Las economías europeas están luchando para dejar de lado el combustible ruso, pero debido a que las fuentes de energía alternativas pueden no ser fáciles de aumentar rápidamente, existe el riesgo de precios más altos o incluso escasez. Si la guerra se intensifica o se prolonga, las perspectivas empeorarían, particularmente para los países de bajos ingresos y Europa", alerta.

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