Oscillum, la startup de Elche que nació con un filete que olía raro en la nevera, y cuyas pegatinas pueden salvar el mundo del desperdicio alimentario

Pilar Granado, Pablo Sosa y Luis Chimeno, fundadores de la startup ilicitana Oscillum.
Pilar Granado, Pablo Sosa y Luis Chimeno, fundadores de la startup ilicitana Oscillum.

Oscillum

  • Oscillum es una startup de Elche que ha aterrizado en el mercado para salvar al mundo de las desorbitadas tasas de desperdicio alimentario.
  • El etiquetado inteligente de sus pegatinas permite monitorizar alimentos como carne, frutas tropicales o pescado en tiempo real, mejorando la optimización interna y ahorrando costes a empresas y consumidores.

Antes de leer este reportaje, abre tu bolsa de basura orgánica y contempla lo que hay dentro. ¿Cuántos alimentos se han ido al traste esta semana? ¿Eres de los que se comen los yogures sin mirar la fecha de consumo preferente o de los que con solo con notar un aroma ligeramente agrio en la carne o una mancha oscura en la fruta la arrojan inmediatamente al contenedor?

Entre la cadena de suministro y los hogares, la suma del desperdicio alimentario arroja cifras vergonzosas: los hogares europeos tiran el 20% de la comida que compran. Las familias españolas tiran de media 1.000 euros al año en comida: casi 70 kilos de alimentos. 

En todo el planeta se van al vertedero entre el 40% y el 50% de las frutas y verduras producidas, además del 35% del pescado y el 20% de la carne.

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Además, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un tercio de todos los alimentos producidos para el consumo humano se desperdicia a nivel mundial cada año. El porcentaje equivale a 1.300 millones de toneladas de alimentos desperdiciados.

Aunque ya se plantean leyes para abordar esta cuestión —el Gobierno plantea multas de hasta 500.000 euros para combatir el desperdicio alimentario—, la gran solución pasa por la prevención y un mejor conocimiento y gestión en tiempo real de los alimentos. Aquí entran en juego la creatividad, la innovación y la tecnología. 

Y de este germen nace una startup como la española Oscillum.

Todo empezó con el filete de Schrödinger: ¿en buen o mal estado?

Ejemplo de una de las pegatinas inteligentes de Oscillum.
Ejemplo de una de las pegatinas inteligentes de Oscillum.

Oscillum

Allá por 2017,  Luis Chimeno Moral, Pilar Granado y Pablo Sosa Domínguez —cofundadores de la startup— tuvieron un dilema sobre si un filete de carne que quedaba en la nevera era todavía apto para el consumo.

"Olía raro y le había cambiado el color, pero no sabíamos si podía comerse o no", explica a Business Insider Chimeno, director de operaciones de Oscillum. "Estuvimos un rato debatiendo y finalmente, se lo comió", confiesa.

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Sin saberlo, había nacido la chispa de Oscillum, una startup biotecnológica de agrifood establecida en Elche y que podría ayudar a resolver uno de los principales retos de la industria alimentaria actual con un producto pionero: pegatinas inteligentes que revelan el estado de la comida. 

Los jóvenes empezaron a investigar y no tardaron en descubrir el enorme vacío de información que hay tanto en la industria como el consumidor. La primera tira muchos productos que realmente son comestibles y saludables, mientras que el segundo tira de intuición —o de hipocondría— y arroja a la basura productos que están bien, o se acaba comiendo algunos que ya no son aptos.

"Decidimos darle forma de negocio y desarrollar un prototipo. En 2019 fundamos Oscillum", anota.

Pegatinas que monitorizan en estado real la fruta, la carne o el pescado

Mangos con etiquetado inteligente de Oscillum en la Ftalks food summit Valencia celebrada en Valencia en 2023.
Mangos con etiquetado inteligente de Oscillum en la Ftalks food summit Valencia celebrada en Valencia en 2023.

BI España

No existía —ni existe— ninguna tecnología igual en el mercado que haga lo mismo que ellos: utilizar la metabolómica para medir los cambios bioquímicos que existen en el producto e informar a tiempo real, mediante un sistema de colores, si un bistec, un mango o una pechuga de pollo —por poner algunos ejemplos— puede o no consumirse.

La metabolómica es el estudio de las huellas que producen los procesos celulares. A través de ellos crean sensores, diseñando diferentes marcadores para cada matriz. Aunque inicialmente pensaron en el mercado B2C, decidieron centrarse en el B2B, aunque no descartan que en el futuro el consumidor pueda comprarse sus pegatinas para la compra a granel.

"Queríamos que fuese la industria quien nos valide".

Una vez aplicada la etiqueta inteligente, esta comienza a monitorizar la calidad del producto. El color, aplicando un sistema similar a un semáforo —pero con otros tonos (amarillo, verde y azul) para que también las personas daltónicas puedan comprenderlo— es quien indica si el alimento se puede comer.

Sistema de colores de Oscillumpara indicar el estado del alimento.
Sistema de colores de Oscillumpara indicar el estado del alimento.

BI España

"Estamos trabajando con carne y frutas tropicales", explica Luis Chimeno, puntualizando que Oscillum puede "adaptarse a cualquier tipo de alimento".

Las ventajas de la solución de Oscillum se cuentan a puñados, tanto para la sociedad como para el medio ambiente. Además de reducir el malgasto, su producto mejora la logística y el transporte, contribuye a la economía circular, optimiza el control de calidad, ayuda a la sostenibilidad, reduce costes e incrementa ventas. También favorece a la experiencia del consumidor.

Según el diseño de la pegatina para la industria, este puede ser reciclable —cuando es monomaterial—, compostable o biodegradable. No solo permitirá recortar el desperdicio alimentario y ahorrar dinero a los hogares, sino evitar muchas intoxicaciones alimentarias "que no se ven a simple vista", recuerda Chimeno.

El límite es el cielo

Aunque han comenzado por cárnicos y frutas tropicales —sectores a los que pueden aportar mucho debido a la elevada huella hídrica y de carbono de la carne, o a las emisiones de la logística de la fruta que viene del otro lado del océano—. Actualmente ya trabajan con carne, pescado y fruta y tienen líneas para adaptar a lácteos y productos procesados.

Pero su ámbito no se circunscribe al de la alimentación. Su proyecto también puede medir la fecha de caducidad real en cosméticos —alertando sobre el crecimiento bacteriano y mejorando la experiencia del consumidor— o monitorizar la eficacia de los fármacos al instante —salvando vidas, alertando del estado del medicamento y reduciendo riesgos en la cadena de suministro—. 

El año pasado la startup fue reconocida por este medio: fueron uno de los finalistas de nuestros premios Top Insiders 2023, en la categoría de Better Capitalism, que premia a aquellas empresas que más allá de los resultados económicos, generan valor a empleados, clientes y a toda la sociedad.

Pasito a pasito, Oscillum va creciendo: aunque en 2022 solamente ganaron 11.000 euros, según las últimas cifras disponibles en el Registro Mercantil, en 2023 captaron 1,5 millones de euros en una ronda de financiación del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), que destinarán a incrementar el equipo y desarrollar la tecnología y las certificaciones para validar y comercializar su etiquetado a nivel industrial.

Recientemente, el pasado otoño también fueron llamados a participar en KM Zero Venturing, uno de los hubs foodtech más relevantes de España, destinado a apoyar startups y tendencias del sector de la alimentación.

Ahorrar 2,4 millones de toneladas de CO₂ al año en Europa

Es el impacto neto que su proyecto podría tener, teniendo en cuenta la huella que generan.

"Se podría ahorrar el 10% o el 20% en la Comunidad Valenciana", explica, sintetizándolas conclusiones de sus pruebas piloto. 

Destaca que el proyecto ha tenido "una gran acogida" y que puede resolver muchos problemas de la actualidad: la falta de información sobre el estado de alimento, la confusión entre caducidad y consumo preferente o el gran desperdicio que, esencialmente debido al tamaño de las raciones, se produce en los hogares unipersonales.

"Todo eso puede solventarse con datos como los de nuestra etiqueta", celebra.

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