El 'streaming' necesita menos series de plataforma y más series de televisión

Meghan Markle y Patrick J. Adams, en una imagen de la serie 'Suits'.
Meghan Markle y Patrick J. Adams, en una imagen de la serie 'Suits'.

USA Network

  • La relación entre la televisión lineal y las plataformas de 'streaming' ha atravesado fases turbulentas debido a la decidida apuesta de las segundas por la producción original.
  • El éxito reciente de series como Suits, que responden a un formato más televisivo, ha recordado a los streamers que tal vez merezca la pena retomar viejas alianzas.

Las piezas del ecosistema mediático se están recolocando tras un período en que los pilares de la estructura del sistema audiovisual se tambalearon por culpa de la presión de la distribución digital.

Las guerras del streaming erosionaron mucho el negocio de las televisiones. Las ventajas del consumo bajo demanda frente a las incomodidades propias de la televisión lineal como la cita semanal o la publicidad provocaron cierta pérdida de relevancia del medio y de varios de sus formatos entre el público. 

Pero las tornas están cambiando. El modelo de explotación ahora se encuentra en pleno proceso de reajuste y la televisión está saliendo particularmente beneficiada. 

Televisión y streaming: una relación complicada

La relación de las televisiones con las plataformas no ha sido fácil. En los primeros años del negocio del streaming, las OTT fueron grandes compradoras de series previamente emitidas en televisión. La operación era un win-win para ambas partes. 

Las primeras adquirían un contenido que ya era conocido por el público y que le servía en bandeja lo que más querían: horas de reproducción. Las cadenas, además de dinero, consolidaban la marca y lograban una exposición muy beneficiosa, en especial cuando vendían licencias sobre contenidos que todavía estaban en emisión. 

La gente podía ponerse al día en plataforma y luego enganchar la nueva temporada en lineal. Fenómenos como Breaking Bad, Anatomía de Grey o Schitt's Creek son el ejemplo perfecto ejemplo de las bondades de este modelo de distribución. 

El streaming, sin pretenderlo, se encontró con un filón. Su cobertura geográfica y la flexibilidad del consumo conseguían que, en algunos casos, series que habían sido canceladas en televisión lineal lograsen un éxito rotundo en plataformas. 

Servicios como Netflix capitalizaron este fenómeno, adquiriendo los derechos para darle continuidad a series como YOU, Manifest o Lucifer, tras comprobar su buen rendimiento. El modelo de distribución comenzó a tener mucho peso en el éxito de las series, en especial si permitía buenos maratones de capítulos. Y contra esa batalla la televisión, constreñida por la emisión semanal, no tenía demasiado que hacer. 

El catálogo de terceros, no obstante, comenzó a perder fuerza. A las series emitidas en televisión convencional les costaba cada vez más encontrar su audiencia, que menguaba de forma acusada.

Además, el streaming decidió apostar por una nueva estrategia. Las plataformas, motivadas por la necesidad de tener una oferta propia y diferencial, dedicaron mucho dinero a construir una producción original propia y exclusiva para no depender tanto de terceros. 

Para cuando eclosionó la Streaming Wars, muchas de las propietarias de los derechos de esos contenidos susceptibles de licencia fueron las que decidieron cerrar el grifo y explotarlo dentro de sus propios servicios. 

Suits

Un giro inesperado en la posguerra del streaming  

Todo ha cambiado en los últimos dos años. Las inversiones multimillonarias de las plataformas se han moderado y el modelo de la Streaming Wars, basado en la novedad y en la exclusividad, está sumido en una profunda crisis que ha provocado que el sistema de antes se vea con otros ojos. De ahí que la industria se esté afanando en recuperarlo. 

La importancia de la audiencia televisiva ha quedado muy patente con la huelga de actores y guionistas. Con la producción paralizada, las cadenas de televisión no han tenido más remedio que echar mano del fondo de armario en forma de reemisiones. Y están comenzando a producirse fenómenos interesantes. 

Paramount Global, por ejemplo, comenzó a emitir el pasado septiembre en uno de sus canales lineales, CBS, la serie Yellowstone, un fenómeno en EEUU que hasta ese momento solo había estado disponible en televisión por cable y en streaming a través de Paramount+ (en España se puede ver en SkyShowtime). 

Esta medida, que buscaba rellenar el hueco de los estrenos paralizados por la huelga, ha logrado algo inesperado: cautivar a una audiencia que desconocía el fenómeno en torno a la popular franquicia creada por Taylor Sheridan. 

Y no se tratan de cifras menores. Según informaba The Wrap, de los 21,6 millones de espectadores que sintonizaron al menos un episodio de la temporada 1 de Yellowstone en CBS, el 52% nunca habían visto un solo episodio del programa en el último año. 

La investigación estimó además que el 80% de la audiencia de CBS y el 70% de los espectadores de dramas de la cadena no habían visto un solo episodio de la serie. 

El éxito en televisión ha sido tal que ha animado a CBS a convertir lo que era un parche temporal en permanente, dando continuidad a la emisión del resto de temporadas. Las ventajas que tiene el ventaneo, especialmente con productos que no han explotado su máximo potencial comercial, ha quedado sobradamente probada

Que la televisión esté alimentando fenómenos es una gran noticia, incluso cuando no puede hacerlo a la escala del streaming. Permite reforzar la relación con la audiencia de la televisión convencional, muy importante para el negocio publicitario, y está llamando la atención hacia la oferta de Paramount+. 

El streaming, por su parte, se está dando cuenta de que tal vez no necesita tantas series de plataforma y que necesita más series de televisión. 

Mejorar calidad de imagen en Smart TV con Netflix

Netlix es el ejemplo más paradigmático. El éxito que ha tenido Suits tras la incorporación a su catálogo ha sido la prueba que necesitaban. Ahora que el mercado de licencias parece haberse reactivado, la compañía se ha mostrado decidida a aumentar su peso dentro de la oferta. 

Y lo que parece tener más valor es, precisamente, la serie de televisión clásica, con muchas temporadas y episodios. Todas las miradas están puestas en ella al ser una de las pocas compañías con una posición financiera suficientemente desahogada como para ser comprador agresivo y avanzar en el modelo de plataforma que siempre ha querido ser: aquella capaz de satisfacer a todos los miembros del hogar. Y para triunfar en ese tablero, las cadenas de televisión son una pieza esencial. 

La televisión en abierto está reconquistando no solo a una audiencia más austera en el gasto, sino también al streaming, que ve en ella un poderoso aliado financiero. El equilibrio, por primera vez en mucho tiempo, parece posible. 

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