"Hay que estar muy preparado mentalmente": ventajas e inconvenientes de alquilar una casa para anuncios, películas y series, una opción de moda tras la pandemia
- Desde el estallido de la pandemia, plataformas como Kuarere y empresas que alquilan espacios para rodajes como Shoot Studios han detectado un alza en las personas interesadas en alquilar sus casas para todo tipo de rodajes.
- Con unas tarifas que rondan los 100 euros por hora para las producciones más elaboradas, es una opción cada vez más interesante para rentabilizar un espacio.
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Un aluvión. Con la llegada de la pandemia, Shoot Studios, una empresa que se dedica desde hace 13 años a alquilar espacios y reformarlos para, a su vez, cederlos a productoras interesadas en rodar anuncios, películas o series en ellos, recibió una avalancha de propuestas por parte de arrendadores de inmuebles.
Muchos habían tardado poco en entender que, aunque la llegada del coronavirus había paralizado casi por completo el sector inmobiliario, los anuncios, las películas y las series se seguían emitiendo. Y, lo que era mejor, se seguían rodando.
Donde hay un rodaje, pensaron muchos, hay un espacio. Y donde hay un espacio, si este no es un estudio de cine o un exterior, puede haber un alquiler que dé dinero.
Gustavo Ruiz, copropietario de 38 años de Shoot Studios, ha tenido que rebajar en los últimos tiempos la euforia de los más entusiastas: "Cuando me preguntan qué hay que hacer para aparecer en la web, les pregunto si han visto algún rodaje de algún anuncio alguna vez. Si me dicen que no, les recomiendo que empiecen más bien por una sesión de fotos sencilla".
Lo dice con conocimiento de causa.
En sus 13 años en el negocio del alquiler de espacios para rodajes, Ruiz ha visto de todo, desde producciones que tienen que tirar a la basura horas y horas de trabajo a causa de archivos de grabación corruptos hasta un director que arrojó su móvil al suelo y empezó a saltar sobre él como hacen a veces los dibujos animados.
Todo ello pasando, por supuesto, por jornadas de trabajo extenuantes que se estiran en ocasiones desde la mañana temprano hasta altas horas de la madrugada.
Sin embargo, el gran inconveniente de alquilar una casa para un rodaje, comenta Ruiz, es lo que le ocurre a los propios inmuebles: "Si preguntas a un profesional del marketing si alguna vez dejaría su casa para un anuncio, te dirá de inmediato que no".
"Nosotros procuramos tener mucho control de todo, pero la verdad es que en un rodaje se rompen y se manchan cosas. Por ejemplo, una vez nos rompieron un plasma de 55 pulgadas. A veces, hasta se llevan sin querer cosas como bombillas que creen que son parte del atrezo", añade Ruiz.
"Hay que estar muy preparado mentalmente para alquilar tu casa para un rodaje. Se toca todo, se cambia todo y se mueve todo. Un rodaje hasta puede despertar manías".
La otra cara de la moneda del alquiler para rodajes: una lucrativa segunda vida para segundas residencias
El mismo tsunami de propuestas que recibió Shoot Studios tras el estallido de la pandemia impulsó Kuarere, una web que nació precisamente en aquellos meses y que funciona como una plataforma de alquiler de espacios.
En Kuarere, las personas interesadas en alquilar sus casas suben los espacios a la web y fijan el precio. Luego, si alguna productora alquila el inmueble, la web se lleva un 15% del anfitrión y un 4% del cliente final.
El proyecto es de Belén Sola, una arquitecta de 34 años apasionada por el baile que empezó con un humilde directorio de espacios interesantes precisamente para dedicarse a su hobby y grabar en ellos.
Este, que fue la semilla de lo que después ha sido Kuarere, terminó en internet, donde Sola abrió la posibilidad de que cualquiera pudiera consultar los lugares que había descubierto combinando su pasión por el baile y sus conocimientos sobre arquitectura.
A partir de ahí, el éxito llegó con la viralidad. Sola publicó un artículo en un blog en el que daba consejos para alquilar casas para rodajes y, al poco tiempo, una avalancha de productoras y personas dispuestas a alquilar sus inmuebles se pusieron en contacto con ella para explorar esa posibilidad.
La idea de fundar Kuarere como marketplace intermediario entre productoras y arrendadores de espacios cayó finalmente por su propio peso.
Para sortear muchos de los inconvenientes que traen consigo los rodajes, al igual que Shoot Studios, Kuarere trata de tenerlo todo bajo control pidiendo de antemano toda la información posible sobre lo que se le va a hacer al inmueble en cuestión durante la grabación.
"Si van a tocar algo o llevar atrezo, se tiene que comunicar previamente. Si hay que mover muebles, hay que preguntar antes al anfitrión por las dimensiones y por si se puede hacer o no. Y las productoras y agencias grandes tienen que contratar un seguro, con lo que quien alquila puede tener la seguridad de que, si ocurre algo, está cubierto", detalla Sola como condiciones previas.
Aceptadas estas condiciones por una parte y superado el recelo de ver la casa convertida en un set de rodaje por otro, varios dueños de inmuebles subrayan que el alquiler para rodajes puede llegar a ser un interesante negocio.
Las tarifas de Kuarere, por ejemplo, arrancan en los 50 euros que se pueden llegar a pagar por alquilar apenas un par de horas un espacio para una sesión de fotos rápida orientada a redes sociales como TikTok o Instagram.
A partir de ahí, comenta Sola, existen también perfiles más o menos amateur que, para encontrar una buena localización para sus primeras producciones, pueden llegar a pagar 400 euros por alquilar media jornada la vivienda que mejor encaja con su humilde producción.
"Son producciones a veces de 2 personas que en realidad al anfitrión no le suponen casi nada", cuenta la fundadora de Kuarere.
Ruiz da unas cifras parecidas. Un anuncio, que es lo que mejor se paga, puede llegar a tarifas de hasta unos 200 euros por hora por el lugar ideal para rodar.
Esta cantidad, multiplicada por las 12 horas que puede tardar como mínimo en grabarse un anuncio, arroja la nada descartable cifra de 2.400 euros por anuncio.
Pero no todas las producciones son así. Los rodajes de películas o series, por ejemplo, son bastante más estables, con una media de 8 o 10 horas al día. A cambio, se pueden prolongar durante días e incluso semanas.
Durante este tiempo, aclara Ruiz, las tarifas se suelen ajustar muy por debajo de los 200 euros por hora que marcan el tope en el mundo del marketing.
Conoce a la perfección toda esta casuística Belén García-Izquierdo, una profesora de 29 años que ha alquilado una casa propiedad de la familia más de una treintena de veces por unos 140 euros la hora, un precio que le permite sacarle al inmueble unos 1.500 euros al mes.
Claro que no se trata de cualquier casa.
La de García-Izquierdo es una antigua vivienda familiar ubicada en el barrio de Cuatro Caminos, no muy lejos del centro de Madrid. Tiene la particularidad de conservar buena parte de su decoración original, lo que sumerge de inmediato a quien entra en ella en las décadas de los 50, los 60 o incluso los 70, dependiendo de la estancia.
Un mundo de 300 metros cuadrados lleno de posibilidades para cualquier artista con ganas de encontrar una buena ambientación para su historia.
Las paredes del inmueble han alojado a estudiantes de Audiovisuales con ganas de presentar un trabajo de fin de estudios que se saliera de la norma, pero también a artistas de la fama de C. Tangana, que grabó allí el videoclip de su tema Muriendo de envidia.
La casa de García-izquierdo hasta ha ganado indirectamente un Goya tras albergar el rodaje de A la cara, el corto con el que Javier Marco Rico se llevó la estatuilla en 2021.
La clave de la buena casa de alquiler para rodajes: no vivir en ella
"La casa es de la familia, y empezamos en esto horrorizados al ver a 40 personas a la vez dentro. Luego, poco a poco, te vas acostumbrando. También vas aprendiendo. Hoy, por ejemplo, si el rodaje va a ser grande, pedimos por adelantado un extra de unos 50 euros para la limpieza que sabemos que habrá que hacer después", cuenta esta veterana de Kuarere.
Con el tiempo, además, las dueñas del inmueble se han acostumbrado a ser flexibles en algunas cosas y a trazar claras líneas irrenunciables en otras.
El inmenso piano de pared del salón no se mueve salvo que la productora se comprometa a contratar a un afinador que garantice que este sigue sonando bien tras el trajín del traslado, por ejemplo. A cambio, les ha tocado transigir con el hecho de que se introduzca maquinaria en el piso.
Pero un factor se eleva por encima del resto en el éxito o el fracaso del negocio: no tener que vivir en la casa en cuestión.
"La casa se lleva un deterioro, y el negocio no es alquilar y ya: hay que hacer contratos, recibir a los técnicos, llevar las facturas... Y, sobre todo, hay exponer la casa a que le pasen cosas. Mis paredes deben tener 3 centímetros de pintura por lo menos. Yo una casa recién reformada no la alquilaría para rodajes", zanja García-Izquierdo.
Opina lo mismo Benjamín Tomás, un experto en publicidad de la agencia creativa La resiliencia. A sus 35 años arrienda también un espacio en Kuarere. En su caso, se trata de un antiguo estudio de pintura y escultura ubicado cerca de Vallecas, también en Madrid.
Con una tarifa de 20 euros por hora y persona, el rendimiento que le saca al inmueble va de los 150 de en los meses más flojos a algo más de 600 en los de mayor afluencia.
"Si me sobrara el dinero, no lo alquilaría. Siendo que no, es una opción para pagar un alquiler o la letra que haya con el banco", subraya.
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