¿Otra burbuja de las puntocom? Las enormes ganancias de las tecnológicas en bolsa no deberían asustar a los inversores

Aruni Soni
| Traducido por: 
Agentes de bolsa en sus puestos de la oficina de Goldman Sachs en 1999.
Agentes de bolsa en sus puestos de la oficina de Goldman Sachs en 1999.

James Leynse/Corbis vía Getty

  • Las enormes ganancias que están registrando las acciones de las empresas tecnológicas no deberían hacer pensar a los inversores en una burbuja de las puntocom 2.0, según los analistas.
  • Existen diferencias, como los beneficios presentados por los gigantes tecnológicos, que distinguen el entusiasmo actual del de 1999. "En Wall Street nos gusta volver atrás y mirar el riesgo pasado, [y decir] que va a ser exactamente igual".

El valor de las acciones de las compañías tecnológicas sube cada día y el mercado rebosa de entusiasmo por la inteligencia artificial. Esto lleva a algunos analistas a afirmar que los valores que más suben están sobrevalorados y son una burbuja. 

Entonces, ¿están los mercados ante una reedición de la burbuja de las puntocom del año 2000?

Hace dos décadas, internet incendió Wall Street e hizo despegar el mercado bursátil con una euforia impulsada por la tecnología. El entusiasmo de que internet iba a cambiarlo todo catapultó las acciones tecnológicas a máximos históricos

Probablemente eso le suene familiar a cualquiera que siga la bolsa hoy en día. Sustituye "internet" por "IA" y vas a poder viajar en el tiempo desde finales del siglo XX hasta principios de 2024. Es por esto que algunos expertos han hecho sonar la alarma sobre una posible burbuja de las puntocom 2.0

Sin embargo, otros analistas apuntan a que el miedo puede exagerado. Existen diferencias clave que distinguen el auge tecnológico actual del de finales de los noventa, como la rentabilidad que registran las empresas tecnológicas de gran capitalización en la actualidad, así como el entorno financiero en general. 

Estas son las razones por las que no se repetirá la burbuja de las puntocom:

El entusiasmo actual es radicalmente distinto

Para algunos expertos en tecnología, el entusiasmo es legítimo por una sencilla razón: la inteligencia artificial va a cambiar las reglas del juego

"La IA es la mayor tendencia tecnológica que hemos visto desde los inicios de internet en 1995",  asegura a través un correo electrónico Dan Ives, de Wedbush, a Business Insider. "He sido analista desde finales de los 90 cubriendo tecnología, esto no es una burbuja, es el comienzo de la revolución de la inteligencia artificial".

Pero va más allá. La quiebra de las puntocom se produjo a pesar de que internet también fuese revolucionario. El contexto financiero actual es lo que ha cambiado.

"Las burbujas se generan con la espuma", afirma a Business Insider, Brain Belski, el estratega jefe de inversiones de BMO. "Solo porque las acciones suban no significa que sea una burbuja. Creo que la gente es miope si se fija en cosas como el rendimiento, porque para que se produzca una quiebra se necesita espuma y exceso".

Belski explica que, históricamente, la financiación ha sido el factor determinante para que se generen esa espuma y ese exceso. Eso era cierto en los años 90, cuando las firmas financieras, los bancos y las agencias de valores inyectaron dinero en las puntocom. La relativa escasez de nuevas OPV —ofertas públicas de venta— marca una gran diferencia.

"Todo ese periodo se basó en las OPV", señala Quincy Krosby, de LPL Financial Management. "La banca de inversión se benefició de este fenómeno y eso tiende a perpetuarse".

El responsable de IA aplicada de Balyasny Asset Management quiere automatizar el trabajo de los analistas con IA.

En los años 90, compañías que aún no habían generado ingresos, beneficios o incluso creado un producto acabado, se lanzaban a bolsa. La banca de inversión en torno al "nuevo paradigma" estaba en auge. Los precios de las acciones se triplicaban y cuadruplicaban en un único día. 

"La diferencia es que entonces era una promesa", apunta Krosby.

Hoy no. 

Empresas como Nvidia, Meta o Microsoft han crecido astronómicamente, sí, pero esas organizaciones son "sólidas como una roca" en cuanto a sus balances, sostiene el experto de LPL.

"En los últimos años, la gran mayoría de la rentabilidad de las acciones de los Siete Magníficos se ha visto impulsada por el crecimiento de los beneficios, no por la expansión múltiple", indica Philip D. Lorenz, analista sénior de renta variable de CIBC Private Wealth en Estados Unidos. 

El mercado ha recompensado el cumplimiento de esas promesas de crecimiento: las acciones de Meta se dispararon un 20% después de que la matriz de Facebook presentase un sólido informe de resultados, mientras que los valores de Microsoft y Amazon también aumentaron tras publicar los resultados correspondientes al último trimestre de 2023. 

"El mercado esta vez es exigente", matiza Krosby, de LPL. "El mercado castiga a estas compañías casi de inmediato si no cumplen".

Un repliegue de las tecnológicas no es lo mismo que un desplome

Incluso si las acciones de las tecnológicas caen, es importante trazar una línea divisoria entre un retroceso y un desplome del mercado.

"Nos hemos vuelto muy binarios", asegura Belski, de BMO. "Si las acciones bajan, es un desplome… Pues no".

Lo que preocupa a algunos analistas es que un retroceso en el sector tecnológico pueda convertirse en un descalabro aún mayor. Es preocupante, porque los valores tecnológicos representan una parte considerable del mercado. Un veterano inversor afirma que las ganancias estelares representan una "orgía especulativa" que preparará a los inversores para el colapso en la próxima década. 

Pero quizá sea una forma equivocada de verlo.

"La valoración es el peor indicador del rendimiento futuro de las acciones", defiende el estratega jefe de inversiones de BMO. "Que las acciones suban no significa que no puedan seguir subiendo".

 

También merece la pena señalar que, aunque juegue un papel importante, la tecnología no es el único combustible para el rally actual del mercado. Mientras que solo 139 valores del índice estadounidense S&P 500, aproximadamente el 28% de esas empresas, lograron superar sus resultados hasta el mes de octubre de 2023, otras 231 (el 46%) lo han hecho desde entonces, según Belski.

A través de un comunicado enviado el pasado martes, Nicholas Roccanova —también de BMO— y Belski les dijeron a sus clientes que, incluso cuando los diez valores más grandes del S&P 500 caen de sus máximos, el índice ha funcionado bien (aunque la única vez que registró una pérdida fue en 2001, cuando eso ocurrió). 

Aun así, los datos sugieren que los 490 valores inferiores del S&P 500 pueden mantener las ganancias incluso si los valores tecnológicos superiores flaquean.

El mercado quiere que la historia le sirva de guía

Una de las principales razones de la avalancha de comparaciones entre la burbuja de las puntocom y la situación actual es que se tiende a comparar los movimientos presentes con las tendencias pasadas. Naturalmente, el ascenso actual de los valores tecnológicos, el entusiasmo y las valoraciones crean una potente sensación de déjà-vu.

Pero las comparaciones siempre pueden ser odiosas.

"Creo que, normalmente, en Wall Street nos gusta volver atrás y mirar el riesgo pasado, [y decir] que va a ser exactamente igual", sugiere Belski.

Sin embargo, ceñirse al guion del pasado significa que los inversores corren el riesgo de perderse los matices y las ligeras pero importantes diferencias entre dos épocas. "La gente está muy obsesionada con hacer cábalas y simplificar el análisis de los Siete Magníficos", añade el experto de BMO. 

"Sin duda, hoy en día se pueden encontrar puntos de especulación entre los valores tecnológicos",  expresa Lorenz, de CIBC Private Wealth. "Pero nada puede compararse con la burbuja tecnológica del año 2000, cuando la gente dejaba su trabajo para convertirse en traders".

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