La mayor economía de Europa se prepara para amortiguar el golpe que supondría cortar de raíz el suministro de gas ruso. Alemania ha puesto en marcha un plan de emergencia para hacer frente a la posible escasez de gas después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, exigiera su pago en rublos.
El gas ruso supuso el 55% de las importaciones de gas de Alemania en 2021 y el hasta el 40% de las mismas en el primer cuatrimestre de 2022, según Reuters.
Alemania se encuentra actualmente en la "primera fase de alerta" de su plan de emergencia. El gobierno ya ha pedido abiertamente a particulares y empresas que aboguen por conservar energía y reduzcan el consumo.
En el caso de que la situación empeore, la tercera y última fase del plan elaborado por el ministerio de Economía germano, contempla la posibilidad de racionar el gas.
"No tenemos cuellos de botella en el suministro actual. No obstante, necesitamos adelantarnos con medidas preventivas para estar preparados y lidiar con una escalada en las relaciones con Rusia", decía el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, en un comunicado del pasado miércoles.
A principios de esta semana, el G7 rechazaba la exigencia rusa de pagar el suministro de gas en rublos, alegando un incumplimiento en los contratos vigentes.
Pero este jueves, Putin firmaba un decreto en el que vuelve a requerir que los países importadores de gas ruso hagan los pagos con rublos desde el 1 de abril. El dirigente ruso manifestaba su intención de cancelar los contratos actuales a aquellos que no cumplan con sus exigencias, recogía Reuters.
Un día antes del decreto de Putin, un portavoz del gobierno alemán sostenía que el presidente de Rusia había asegurado a su homólogo germano, Olaf Scholz, que el pago de sus contratos de gas podía seguir siendo en euros.
"Scholz no aceptó el procedimiento ruso en las conversaciones y pidió información por escrito para entender mejor el mecanismo", recogía Reuters.
Imponer un racionamiento al gas podría afectar gravemente a la economía alemana.
De acuerdo con el plan de emergencia nacional, la industria sería la primera en verse afectada por esos cortes en el suministro. Esto podría ser devastador para la economía y provocar la destrucción de puestos de trabajo, alegaron líderes empresariales y sindicales al medio alemán DW.
Un líder sindical de BASF, el mayor productor químico del mundo, contaba a DW que los 40.000 empleados de la estratégica planta de producción de Ludwigshafen verían recortado su horario de trabajo o, incluso, llegar a ser despedidos.
"Las consecuencias no se limitarían solo al horario reducido o la pérdida de empleos, sino que también supondría un rápido colapso de la producción industrial en las cadenas de suministro europeas; lo que también tendría repercusiones a escala global", opinaba Michael Vassiliadis, presidente del comité de trabajadores químicos IG BCE y miembro del consejo de supervisión de BASF, según DW.
La semana pasada, el ministro Habeck hacía pública su intención de cortar completamente la dependencia alemana del gas ruso para el año 2024, tal y como informaba Reuters.