Bancos centrales de todo el mundo están dispuestos a arriesgarse a una recesión para luchar contra la inflación: los primeros signos sugieren que impactará a todos

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recesión, camarera sin clientes

Ina Fassbender/AFP/Getty Images

Los países de todo el mundo se apresuran a aplastar la inflación. ¿El precio? Una recesión económica mundial.

En Estados Unidos, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha advertido de que la lucha contra la subida de los precios "traerá algo de dolor" a los estadounidenses al ralentizar el crecimiento del empleo, encarecer las hipotecas y las tarjetas de crédito y posiblemente provocar despidos. 

Ha calificado el objetivo de inflación de la Fed como "incondicional", ofreciendo una clara señal de que el banco central aceptará cierto malestar económico —e incluso una recesión— si eso significa acabar con la subida de precios.

No es el único. Los bancos centrales del Reino Unido, Europa, Canadá, Suiza e Indonesia —más de 80 países en total— están frenando igualmente sus economías para doblegar la inflación, según el Banco Mundial. El endurecimiento de la política monetaria es el más amplio de las últimas 5 décadas y, dado que la inflación se mantiene en niveles preocupantes en todo el mundo, es poco probable que los bancos centrales se relajen pronto.

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La misión de los responsables de la política monetaria, que consiste en controlar la inflación, ya ha provocado una revisión a la baja de las previsiones de crecimiento de las economías avanzadas hasta 2023. 

Los expertos ven en el horizonte la pérdida de puestos de trabajo y un débil crecimiento de los salarios a medida que las economías van cambiando de marcha, y las empresas ya están advirtiendo a sus accionistas de que las cosas se van a poner más difíciles.

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Las empresas ya están acusando el ciclo de subidas de la Reserva Federal. El 15 de septiembre, FedEx recortó a la baja sus previsiones para el resto del año y advirtió a los inversores de que la ralentización de la economía hará que los ingresos sean inferiores a los 500 millones de dólares (unos 510 millones de euros, al cambio actual) del objetivo anterior de la empresa.

Cuando Jim Cramer, presentador de CNBC, le preguntó si la economía mundial estaba entrando en recesión, el consejero delegado de FedEx, Raj Subramaniam, respondió claramente: "Creo que sí".

El consejero delegado de Restoration Hardware, Gary Friedman, fue más expresivo a la hora de abordar las preocupaciones por la recesión en una conferencia con analistas el 8 de septiembre.

"Estamos en recesión. Cualquiera que piense que no estamos en recesión está loco. El mercado inmobiliario está en recesión y esto acaba de empezar", insistió a los analistas.

Friedman y Subramaniam no son los únicos. De las empresas incluidas en el S&P 500, 240 mencionaron la "recesión" en sus anuncios de resultados del segundo trimestre, según el análisis de FactSet. Es la proporción más alta desde 2010, cuando la empresa empezó a hacer un seguimiento de esas menciones, y empequeñece las 212 menciones de "recesión" vistas al comienzo de la recesión pandémica a principios de 2020.

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La reacción inicial de las acciones a la ralentización del crecimiento de las empresas puede hacer que el mercado en general baje drásticamente, como ocurrió el 16 de septiembre, cuando los resultados de FedEx amplificaron las preocupaciones sobre la debilidad económica. Eso se traduce en una menor riqueza de los hogares en un momento en que el S&P 500 está casi un 20% por debajo de los máximos del año pasado.

La disminución de los ingresos y la reducción de las previsiones de beneficios también pueden provocar un daño económico más inmediato. Las empresas tienden a recortar costes para proteger sus márgenes cuando el crecimiento económico se ralentiza. Esto se manifiesta a menudo en forma de menores aumentos de sueldo, planes de contratación reducidos y, en los casos más graves, despidos generalizados.

En algunas empresas, las pérdidas de empleo ya están aquí. Gap va a recortar 500 puestos de trabajo en la compañía despidiendo personal y eliminando algunas funciones por completo, según The Wall StreetJournal. La medida llega en medio de la caída de los ingresos y los beneficios y marca un importante cambio hacia la reducción de costes.

La caída de las ventas también ha provocado planes de despido en Walmart, Best Buy y Bed Bath & Beyond en las últimas semanas. La primera, además, ha anunciado que planea contratar menos trabajadores para la ajetreada temporada navideña, lo que aviva aún más la preocupación de que la disminución de la demanda afecte a la salud del mercado laboral.

Se espera que las ventas sigan ralentizándose y "las tendencias actuales del macroentorno podrían ser aún más desafiantes y tener un mayor impacto para el resto del año", apuntó Matthew Bilunas, el director financiero de Best Buy, en una conferencia de resultados el 30 de agosto.

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La Reserva Federal no solo prevé que se produzcan daños en el mercado laboral, sino que apuesta por ello. Powell ha destacado repetidamente la inusual rigidez del mercado laboral como un factor que mantiene la inflación fuerte, con ofertas de empleo que seguían superando a los trabajadores disponibles en una proporción de 2 a 1 a finales de julio. 

El presidente de la Reserva Federal ha declarado que EEUU necesita "condiciones más suaves en el mercado laboral" para superar la crisis de la inflación.

Sin embargo, ese ablandamiento parece cada vez más sombrío. Las proyecciones publicadas por el banco central muestran que los funcionarios se preparan para un crecimiento más débil, un desempleo más alto y una inflación más dura de lo esperado hasta 2023. Estos 3 factores son los componentes clave de una recesión.

Si la Reserva Federal puede conseguir que la inflación sea más baja con solo un pequeño salto en el desempleo, es posible que EEUU pueda pivotar hacia un crecimiento estable y una expansión económica saludable. 

Sin embargo, otros bancos centrales se enfrentan al mismo problema que la Fed y, mientras los responsables políticos de todo el mundo se apresuran a sofocar la inflación, la amenaza de una recesión más amplia se cierne sobre ellos.

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Más de 80 bancos centrales se enfrentan al mismo problema. La inflación está muy por encima de sus objetivos, pero reducirla implica subidas de tipos históricamente importantes.

Este ciclo de subidas conlleva algunas contrapartidas poco atractivas, pero la mayoría se ha hecho eco del mensaje de la Fed: un poco de debilidad hoy vale la pena para asegurarse de que la inflación no se quede estancada en los máximos de 4 décadas.

Hace unos días, la Reserva Federal realizó su último movimiento, subiendo los tipos en otros 0,75 puntos porcentuales para situar su referencia en territorio restrictivo.

"Si queremos prepararnos y realmente iluminar el camino hacia otro período de mercado laboral muy fuerte, tenemos que conseguir que la inflación quede atrás. Ojalá hubiera una forma indolora de hacerlo. No la hay", explicó Powell.

Esto ha seguido a una subida de la misma magnitud por parte del Banco Central Europeo (BCE) a principios septiembre. La subida de 0,75 puntos del BCE ha sido la primera de su historia y ha llevado su referencia al nivel más alto desde 2011. Los altos cargos han señalado que esperan subir los tipos aún más para "protegerse del riesgo de un cambio persistente al alza en las expectativas de inflación", haciéndose eco del razonamiento de la Fed para una subida tan agresiva.

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El Banco de Inglaterra, por su parte, ha subido los tipos de interés en medio punto porcentual, alegando que seguirá "respondiendo con fuerza, según sea necesario", a la elevada inflación.

Que tantos bancos centrales compartan la perspectiva de la Fed podría convertirse en un gran problema. La lucha mundial contra la inflación podría desencadenar recesiones en varios países, ya que los responsables políticos endurecen drásticamente las condiciones financieras y ralentizan sus economías hasta detenerlas.

Una desaceleración sincronizada a nivel mundial sería peor para todos. Un nuevo estudio del Banco Mundial prevé que, si la inflación es más persistente de lo previsto, la economía mundial podría entrar en recesión en 2023 antes de recuperarse al año siguiente. Se perderían puestos de trabajo en masa, los tipos altos aplastarían a algunos prestatarios y la recuperación de la pandemia daría paso a una nueva crisis.

 

"Es probable que el reciente endurecimiento de las políticas monetarias y fiscales ayude a reducir la inflación", acepta Ayhan Kose, vicepresidente en funciones de crecimiento equitativo, finanzas e instituciones del Banco Mundial.

"Pero, como están muy sincronizadas entre los países, podrían agravarse mutuamente al endurecer las condiciones financieras y agudizar la desaceleración del crecimiento mundial", contrapone.

Los bancos centrales podrían estar a pocos meses de un escenario en el que pierden. Si la inflación no empieza a enfriarse pronto, las opciones que tienen los responsables políticos son frenar sus economías y sumir al mundo en una recesión o dar paso a una era de crecimiento increíblemente rápido de los precios.

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