Alemania está en crisis, y eso complica las negociaciones del Pacto de Estabilidad europeo

Bandera de la Unión Europea rota
  • El acuerdo de los 27 sobre las reglas fiscales parece cada vez más complicado conforme empeora la situación económica de Alemania. 
  • No es lo mismo ser flexible con el déficit de los demás cuando tu economía va fenomenal, que cuando estás pasando por una crisis.

Alemania ha sacado la mano dura. Aunque siempre ha sido vista como un halcón en las negociaciones europeas (más partidaria de la austeridad y la ortodoxia fiscal), últimamente está más inflexible que de costumbre. Una firmeza que tiene mucho que ver con la crisis económica que está atravesando, y que está lastrando las negociaciones para un nuevo pacto fiscal europeo.

"La situación económica de Alemania ahora mismo es bastante complicada. No está para ser demasiado flexible con los demás, y eso hace que tenga una postura rígida en las negociaciones del Pacto de Estabilidad", resume Enrique Feás, investigador principal del Real Instituto Elcano.

Los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea se reúnen esta semana en el Consejo de Asuntos Económicos y Financieros (Ecofin). Sobre la mesa un asunto crucial: el nuevo Pacto de Estabilidad. Un pacto que fija las reglas fiscales que deberán cumplir los países a partir del año que viene, unas reglas fiscales que llevan 3 años suspendidas, y una reforma con dos países enfrentados: Francia y Alemania. 

La Comisión Europea suspendió las reglas fiscales de deuda y déficit en 2020. Tras el batacazo económico que supuso el COVID-19, y después la crisis de Ucrania, Bruselas decidió suspender el llamado Pacto de Estabilidad que debían cumplir los países europeos. Ese acuerdo fijaba un déficit máximo del 3% y un techo de deuda del 60%, so pena de tener que aplicar ajustes en caso de no hacer los deberes.

Pero, después de que los países tiraran la casa por la ventana desembolsando grandes cantidades de gasto público para hacer frente a las últimas crisis, la idea de recuperar esas reglas sonaba poco realista. Sobre todo cuando la deuda media de las economías europeas ronda el 92% del PIB.

Se suponía que los Estados miembros iban a renegociar estas reglas para llegar a un acuerdo más flexible. El objetivo era llegar a un pacto antes de finales de este año. De lo contrario, Bruselas recuperaría las reglas antiguas, y eso puede ser desastroso para economías como España, con una deuda en el 111,2% y un déficit que supera el 3,5%.

Si en 2024 se mantuvieran las reglas antiguas habría 11 países europeos con un déficit por encima del 3% y la deuda pública de casi la mitad de Europa estaría por encima del 60% del PIB, llegando a superar el 100% en España, Francia o Italia.

"Si no se aprueba nada, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento se aplicará el año que viene, y lógicamente eso puede generar problemas", avisó el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, hace unas semanas.

"En enero deberían reactivarse las reglas: o las aplicas como eran antes y se hunde la economía, o las reformas para que puedan aplicarse de forma más razonable. Pero no puedes no aplicarlas, porque se hundiría el prestigio de la Comisión", explica Feás. Lo que significa que tiene que haber acuerdo sí o sí.

Pero el tiempo corre, y no hay consenso. Aunque España quería aprovechar la presidencia española del Consejo de la UE para darle un empujón al acuerdo, las negociaciones se han complicado en los últimos meses, conforme empeoraba la coyuntura económica de Alemania.

Recesión en Alemania

La crisis energética y sus implicaciones para el sector industrial han dejado tiritando a la locomotora alemana y a las puertas de una recesión. El PIB de Alemania volvió a caer un 0,1% en el tercer trimestre, y previsiblemente cerrará el año con un ajuste del 0,4%, según el Instituto IFO.

"En los últimos debates la postura de Alemania está siendo más dura", asegura Feás. Básicamente porque es más complicado que los ciudadanos acepten tu generosidad con otros países cuando las cosas van mal.

España quería salir de este Ecofin con un texto legislativo sobre la mesa, para lo que haría falta un preacuerdo por parte de los 27 miembros del club comunitario. Pero no parece que vaya a ser así: ese objetivo se ha retrasado a la reunión que habrá el 8 de diciembre. En su lugar, el Gobierno tendrá que conformarse con lo que llama un "documento de aterrizaje" que sirva de base para ese pacto.

"Se trata de dar el empujón final para que podamos cerrar la aproximación general del Consejo en el Ecofin de diciembre", adelantó ayer la vicepresidenta y ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, a su llegada a Bruselas.

Francia y Alemania estaban negociando en paralelo la propuesta de reforma, "pero el acuerdo parece más complicado que hace unos meses", avisa Feás.

Mientras que Francia pide mayor flexibilidad en las nuevas reglas fiscales, Alemania defiende una postura más rígida, con ciertos límites que apliquen a todos los países. 

Los principales escollos son: la fijación de un ajuste mínimo anual, el papel de las inversiones estratégicas y cómo asegurar que los países cumplen y no se saltan estas normas (el brazo correctivo), porque entonces sí que Bruselas perdería toda credibilidad.

"La experiencia ha evidenciado que las reglas fiscales comunes, por estrictas que sean, no son eficaces si no son compatibles. Existe una falta de ánimo de los Estados miembros por cumplirlas, y de la Comisión por hacerlas cumplir", avisaba la presidenta de la Airef, Cristina herrero, la semana pasada. 

Concretamente, Francia, como Italia o España, defienden un pacto fiscal más flexible, cuyas normas estén adaptadas a las circunstancias de cada economía, y donde la inversión pública en defensa, transición energética o digitalización no compute como deuda, porque entonces la disciplina fiscal se convertiría en un arma de doble filo que obstaculizaría la consecución de los grandes desafíos estratégicos de la UE.

Alemania, por su parte, acepta cierta flexibilidad, pero a cambio de un mínimo ajuste anual. La propuesta de la Comisión Europea planteaba un ajuste de medio punto al año, mientras que el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, defendía una reducción de un punto porcentual sobre el porcentaje de deuda sobre el PIB en aquellos países más endeudados (entre los que está España). 

"No es lo mismo ser flexible con el déficit de los demás cuando tu economía va fenomenal, que cuando estás pasando por dificultades", observa Feás, como explicación a ese cierre de filas de Alemania. 

Energía Eólica

"Hay que tener en cuenta que no solamente se trata de conseguir senda de consolidación, sino que esta tiene que ser compatible con el crecimiento", comentaba hace unos días el secretario de Estado de Hacienda, Jesús Gascón, en unas jornadas organizadas por APIE.

Para Gascón, "el acuerdo tiene que pasar por una nueva visión donde sea compatible el cumplimiento de las reglas con que exista margen con las inversiones que garanticen objetivos de Transición verde, defensa... Y que se puedan suspender las reglas fiscales en caso de que se produzca una situación complicada.

"El problema es que las necesidades de la Unión Monetaria y las de inversión de Europa no tienen que ver con las de hace unos años", confirma Feás. Hay urgencia en la descarbonización, en la inversión en defensa... "Tienes que tener un saldo equilibrado, pero ¿cómo se compatibiliza eso con unas necesidades enormes de inversión?".

Ahora mismo, ese debate sobre las reglas fiscales no está yendo de la mano de otro debate sobre las necesidades de inversión y cómo se van a financiar dichas necesidades. Según cálculos de la Comisión, solo desarrollar las infraestructuras necesarias para tener una movilidad libre de emisiones costará 130.000 millones de euros al año de aquí a 2030.

"No podemos seguir teniendo un debate sobre descarbonización sin dinero. Debería haber un presupuesto común para tener recursos comunes y gasto común, y no se está teniendo ese debate", lamenta Feás.

El problema es que estos debates no van en paralelo, y tocará ajustar cuando llegue la crisis, que es lo que hará insostenible la deuda. Un problema de timing que la Comisión no está tratando. 

"Hemos vivido experiencias donde ha primado la política de austeridad y conseguir unos objetivos cuantitativos a toda costa, y eso normalmente se traduce en profundización de la crisis", advertía también Gascón.

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