La deuda española es una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento: las turbulencias en los mercados, los presupuestos y las elecciones elevan el riesgo en 2023

Estallido bomba

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  • La economía española reúne ahora mismo todos los ingredientes para sufrir una crisis de la deuda si estalla la chispa en los mercados.
  • Los economistas y el Banco de España alertan de que el terremoto financiero sufrido en Reino Unido podría ocurrir en España, y sería todavía peor.

A falta de detonante, la economía española reúne ahora mismo todos los ingredientes para sufrir una crisis de la deuda:

España atesora una deuda pública en máximos históricos y un déficit estructural excesivamente alto, unos presupuestos de 2023 poco realistas en un entorno de incertidumbre y riesgo de recesión, una senda de consolidación fiscal que brilla por su ausencia y un calendario electoral que amenaza con desestabilizar todavía más las cuentas públicas.

"El elevado nivel de deuda combinado con el alto déficit estructural son una bomba de relojería que en cualquier momento puede estallarnos", avisa María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas.

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Turbulencias en los mercados: el caldo de cultivo

Antes de nada, conviene mirar alrededor: guerra, crisis energética, inflación descontrolada, subidas históricas de tipos de interés, amenaza de recesión... 

La sucesión de catastróficas desdichas vividas en los últimos tiempos han abonado el campo de incertidumbre, y no hay nada que provoque más urticaria en los mercados que esa palabra: desde que la incertidumbre es el pan de cada día, los inversores tienen la sensibilidad a flor de piel.

"Ahora mismo, cualquier cosa que genere desconfianza puede ser la chispa que haga saltar por los aires los mercados financieros y la crisis de la deuda, y eso puede suceder aquí", advierte Fernández.

Es el caso de Reino Unido, que en octubre estuvo a las puertas de un Black friday por adelantado, pero de los malos: el anuncio de un nuevo presupuesto para 2023 con una rebaja fiscal no vista en décadas desató un terremoto financiero que estuvo a punto de concluir con la intervención del propio Banco de Inglaterra y se coronó con la dimisión de la recién elegida primera ministra, Liz Truss.

"Si esa medida se hubiera anunciado en 2016, no hubiera pasado nada, pero desde la subida de tipos, los mercados están en una situación muy inflamable", añade Fernández.

Tanto el Banco de Inglaterra, como el Banco Central Europeo, han dado un volantazo en su política monetaria: el final de las compras de deuda, sumado a las históricas subidas de tipos pueden generar movimientos sísmicos en los mercados, dando lugar a ventas por pánico

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Si en España pasara lo de Reino Unido...

Una caricatura de la ex primera ministra británica, Liz Truss, que apenas duró en el cargo 6 semanas.
Una caricatura de la ex primera ministra británica, Liz Truss, que apenas duró en el cargo 6 semanas.

Lo vivido hace un par de meses no es un fenómeno exclusivo de Reino Unido, sino el resultado de un cóctel letal para los mercados que perfectamente podría darse en España. De hecho, ahora que los mercados tienen la sensibilidad a flor de piel, están cercando el foco en el gasto público de algunos países, y el de España no es precisamente poco.

"El del déficit y la deuda es un problema latente que va a suponer bastantes dolores de cabeza en el futuro. No es sostenible", avisa Javier Ferri, doctor en Economía e investigador de Fedea.

Lo advirtió el propio gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, a finales de noviembre. En el último Informe de Estabilidad Financiera de Otoño, el organismo avisa del peligro de que los desequilibrios presupuestarios en España arrastren a la economía a un escenario similar a la postal que dejó Reino Unido.

Si esto ocurriera en España, pasaría algo parecido a lo de 2012: se dispararía la prima de riesgo y al Estado le podría costar colocar deuda en el mercado, y se vería obligado a adoptar severas medidas de ajuste de la noche a la mañana por la necesidad de reducir la deuda.

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España: ingredientes del cóctel letal

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El caldo de cultivo está listo a nivel internacional, los mercados están calentitos, y España cuenta con unos cuantos ingredientes para el cóctel letal: una deuda pública elefantiásica, a la que se añaden un déficit desbocado, un presupuesto poco realista y elecciones en 2023.

Deuda

Si la deuda española suponía el 95,5% del PIB en 2019, para marzo de 2021 (un año ya después de la pandemia) se había disparado al 125,3%. El salvavidas lanzado por el Gobierno para sobrevivir al tsunami de la pandemia evitó el hundimiento de hogares y empresas, pero tuvo un coste elevadísimo para las arcas públicas. 

La deuda española está en máximos históricos y es el triple de la que había en 2008. En agosto alcanzó los 1,49 billones de euros, lo que supone casi el 117% del PIB. Además, es el cuarto país europeo con mayor deuda pública y uno de los que más déficit estructural tienen.

Y aunque el entorno de tipos de interés en negativo permitió que el pasivo se pagara prácticamente solo, las últimas subidas han vuelto a poner el viento en contra, y la deuda volverá a salirle más cara al Estado. El impacto, augura Fernández, "sin duda será mayor que si hubiera un programa creíble de reducción de la deuda".

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Déficit y presupuestos poco realistas

El segundo y tercer ingrediente son los presupuestos para 2023 y su impacto en un déficit estructural ya de por sí elevado.

"Hay cierto consenso en que el presupuesto para 2023 es excesivamente expansivo, y está basado en unas previsiones de crecimiento demasiado optimistas. Si nos creemos esas previsiones, acabaremos con un déficit mayor, y eso no son buenas noticias con tipos de interés y deuda al alza", apunta José Emilio Boscá, investigador asociado de Fedea. 

En octubre, la presidenta de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), Cristina Herrero, cargó contra los presupuestos por su "falta de realismo", y advirtió de que, sin una senda de reducción de la deuda, hay riesgo de que esta se estanque en el 100% del PIB para 2025 y no baje más.

Sin una estrategia de consolidación fiscal, los inversores podrían desconfiar de la solvencia de España. "España debería haber planteado ya una senda creíble de corrección del déficit desde 2023", precisamente con el objetivo de curarse en salud y transmitir confianza a los mercados, advierte Ferri.

"No es sostenible un déficit estructural como el que hay ahora en torno al 4%. No podemos tener infinitamente unos ingresos 4 puntos por debajo de los gastos, porque entonces nos quedaremos sin margen de actuación en caso de recesión. Si mantenemos los déficits vamos cebando la deuda, y estamos en unos niveles en los que, si seguimos aumentándola, podemos tener una crisis fiscal grave", coincide Boscá.

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Elecciones en 2023

Los años electorales tienden a ser periodos en los que el rédito político suele anteponerse a las necesidades de la economía. 

El problema es que, en 2023, no tener en cuenta la delicada situación de la economía mundial y española puede tener consecuencias muy serias. 

"Estamos en un entorno más político que económico, y soy poco optimista de que se vayan a proponer cuestiones sensatas. Veremos cierta deriva populista en algunas medidas, y tampoco la oposición pasará por propuestas más razonables. Cuando se toman decisiones políticas únicamente basadas en la ideología, puede ser peligroso", avisa Boscá.

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