Cuál es la mejor temperatura para hacer deporte dentro de casa

Al igual que existe una temperatura óptima para dormir, también existe una temperatura idónea para hacer deporte en el interior de tu casa y conseguir un buen rendimiento. Si quieres vigilar tu termostato antes de ponerte las mallas, anudarte las deportivas y prepararte para sudar, esto es todo lo que debes saber. 

Según los datos del Colegio Americano de Medicina Deportiva, la mejor temperatura para practicar deporte se sitúa entre 20 y 22 grados. Este es el rango —muy similar a los grados ideales para descansar de forma confortable— que mantiene cómodos a la mayoría de los deportistas, tanto si corren en la cinta como si asisten a una clase de step o hacen pesas.

Tener grasa parda reduciría el riesgo de sufrir determinadas enfermedades, según un estudio de más de 50.000 personas

Por su parte, el frío extremo incrementa las papeletas de sufrir lesiones, y el calor incrementa el riesgo de deshidratación, pero un rango más amplio de temperaturas también conlleva sus ventajas. 

No obstante, unos 21 grados de temperatura es lo recomendable para los entrenamientos de alta intensidad, especialmente en determinados grupos de población, como las mujeres embarazadas y las personas con afecciones respiratorias como el asma.

¿Qué pasa con el frío y el calor en tu cuerpo?

El calor puede utilizarse para forzar algunos de los mismos efectos sobre la salud que el ejercicio, explican desde el blog de MyFitnessPal. Los periodos de estrés térmico, como el tiempo que pasas en la sauna, aumentan la frecuencia cardiaca. El cuerpo se adapta al flujo sanguíneo, se liberan proteínas y disminuyen la inflamación y el estrés oxidativo.

En ese sentido, diferentes estudios han demostrado que las personas que pasan más tiempo en saunas durante años tienen mejores resultados de salud: menos ataques al corazón, mayor longevidad y menor riesgo de hipertensión y alzhéimer. 

Si quieres entrenar con calor, deberás aclimatarte: el nivel de esfuerzo, la frecuencia cardiaca y la temperatura central tardan entre 7 y 14 días en adaptarse a un entorno más caluroso. Después, rendirás mejor que a temperatura fría o normal: se produce un aumento del volumen plasmático y de la tasa de sudoración, lo que ayuda a aumentar la resistencia, el VO2 máximo y el umbral de lactato.

No obstante, hay que tener mucho cuidado con los golpes de calor, especialmente durante las olas de calor y las horas centrales de los días de verano. 

El frío también presenta sus importantes ventajas a la hora de hacer deporte: como el calor implica, menos oxidación e inflamación, se activan algunas de las mismas proteínas y se puede reparar el daño celular. Pero el efecto en tus entrenamientos es ligeramente opuesto, es decir, es probable que puedas trabajar y entrenar más duro con frío.

Se han realizado algunos estudios sobre los efectos en la salud de los episodios de estrés por frío, como los baños de hielo o la crioterapia, pero son menos claros que los estudios sobre el estrés por calor. Se sabe que provoca un oscurecimiento de las células grasas normales, activando el metabolismo y quemando más calorías. 

La desventaja de entrenar a temperaturas extremadamente frías es que genera tensión muscular, por lo que hay que calentar bien. Si tu temperatura central desciende, aunque solo sea un par de grados, tu cuerpo tiene menos capacidad de adaptación y ajuste que con el calor, lo que implica moverte más despacio y con dificultad, además de tener más papeletas de torceduras y lesiones.

En definitiva, preocúpate de beber la suficiente agua, cuidar la alimentación, aclimatar tu cuerpo y calentar adecuadamente tanto si vas a entrenar con frío como con calor. Con estas pautas obligarás a tu cerebro y a tu corazón a trabajar más duro para mantener tu cuerpo en homeostasis, mejorarás la función cardiovascular y el estado cardiorrespiratorio y beneficiarás al metabolismo.