España, país rico-pobre: ¿por qué la cuarta economía europea arrastra problemas típicos del pasado?

Ilustración de una turista en teletrabajo en una playa de vacaciones

Glenn Harvey for Insider

  • España es la cuarta economía más grande de Europa, y también la cuarta con mayor tasa de pobreza. Protagoniza primeros puestos europeos en 5G pero es farolillo rojo de inversión en I+D.
  • Como un adolescente que ha crecido demasiado rápido y hay cosas o rasgos que no terminan de encajar, en España tenemos problemas de país rico-pobre.

España es la cuarta economía más grande de Europa, y también la cuarta con mayor tasa de pobreza. Fue campeona en creación de empleo en 2022, y también de paro, y protagoniza los primeros puestos europeos en despliegue de 5G y digitalización, pero es farolillo rojo de inversión en I+D.

España es un país rico, pero arrastra problemas más propios de un país pobre. De los 193 países del mundo, España ocupa el puesto 14 en PIB nominal, según datos del Banco Mundial, lo que significa que está en el 7% de los países más ricos en PIB. En PIB per cápita, en cambio, cae hasta el 33, por detrás de Lituania, Chipre o la República Checa.

"Como un adolescente que ha crecido demasiado rápido y hay cosas o rasgos que no terminan de encajar, en España tenemos problemas de país rico-pobre", ilustra Virginia Hernanz, profesora de Economía de la Universidad de Alcalá de Henares.

El boom de las carreras universitarias, la incorporación de las mujeres al mercado laboral o la adhesión de España a la Unión Europea a mediados de los 80, viniendo de un periodo de dictadura, se han traducido en cambios muy rápidos en poco tiempo. 

"En estos 40 años hemos visto cambios espectaculares, pero han traído consigo también problemas estructurales", añade Hernanz. 

Pero no es solo una cuestión de fenómenos históricos o sociales, aclara Calin Arcalean, profesor del Departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade: 

"Entre las numerosas causas potenciales para estas evoluciones, podemos mirar las incertidumbres asociadas con las políticas económicas, la estructura del tejido empresarial, la rigidez del mercado laboral o el nivel relativamente bajo de innovación en las empresas".

"Cada país tiene sus lacras", matiza Octavio Granado, analista de la Fundación Alternativas y ex secretario de Estado de Seguridad Social: 

"En Francia es el enorme tamaño del sector público, en Alemania un modelo económico que ahora hace aguas, y en España son la infraindustria, que tengamos un millón de empresas que son trabajadores autónomos, el paro o la elevada deuda pública".

Ilustración de diferencia de tamaño en puño es igual a desequilibrio, pelea

Historia de dos (tipos de) ciudades

Granado cita la infraindustria como uno de esos problemas. Mientras que el turismo no deja de aumentar su peso en la economía (salvando el paréntesis de la pandemia) hasta el 12,2% que aporta hoy al PIB, según datos de Exceltur, la industria ha pasado de suponer un 18,7% del PIB en el año 2000 a poco más del 15% en 2022.

"La entrada a la UE afectó de alguna forma a la reconversión industrial: nuestro sector productivo dejó atrás a la industria y se centró en los servicios", observa Hernanz.

El resultado de esa interrupción en la reconversión industrial es un modelo productivo que tiende a concentrar el empleo en grandes ciudades, las únicas que ganan población, mientras el resto del territorio pierde población porque no hay oportunidades de empleo. 

"Nos encontramos con un mercado de trabajo que ha apostado por el sector servicios, con problemas estructurales de desindustrialización, con el empleo concentrado en un par de sitios (Madrid y Barcelona) donde se encuentran formaciones universitarias de gran calidad, y otros muchos sitios de la geografía donde será difícil que un chaval encuentre trabajo", ilustra Hernanz.

En función de la parte del territorio, la economía española avanza a mayor o menor velocidad debido al tejido productivo. "Desde 2007 hemos tenido un crecimiento muy rápido con muchos logros sociales y económicos, pero nuestro modelo apunta a la concentración en grandes núcleos, y mientras otros países lo han ido sufriendo de a poquito, nosotros estamos viendo un cambio brutal", apunta.

El resultado es una enorme brecha: brecha en los datos de paro, pero también en diferencias de PIB entre comunidades, o en el mercado de la vivienda, donde las grandes capitales son casi el único mercado donde los jóvenes pueden encontrar empleo, pero también el único donde no pueden acceder a una vivienda debido a la tensión de precios.

"Ese desarrollo a dos o tres velocidades en función del territorio es otro problema más: nos incorporamos a la senda de países ricos, pero arrastramos otros problemas de cuando éramos más pobres", añade Hernanz.

Mapa España riqueza, dinero

Mercado laboral: maldición histórica

Puede que España esté creando empleo a toda velocidad, pero también es la economía con más paro de la Unión Europea, con una tasa en el 12,6% (y eso que ahora está baja), mientras que el desempleo juvenil es solo equiparable al de Grecia.

"Lo de nuestra tasa de paro tiene razones históricas, es nuestra gran maldición", observa Granado. 

Un problema estructural alimentado precisamente por la polarización del empleo en grandes ciudades: "tenemos un problema de distribución: la oferta y la demanda se concentran en un par de sitios, mientras que en el resto del territorio hay dificultades". 

A la brecha territorial se suma el desajuste entre oferta y demanda, cada vez mayor. En España, un país con 2,7 millones de parados y la tasa de desempleo más alta de la Unión Europea, las vacantes están en máximos históricos.

"Desde hace 40 años España siempre ha tenido el doble de paro que el promedio de países avanzados. Ahora vemos cómo, además de que eso sigue, hay un nuevo problema de dificultades para encontrar mano de obra, y es un problema más complicado de lo que nos temíamos", avisa Ángel de la Fuente, director ejecutivo de Fedea. 

La ratio de vacantes respecto a asalariados marcó máximos en el primer trimestre de 2023, desde septiembre de 2013, que es cuando comienza la estadística de vacantes. En total, alrededor de 150.000 puestos de trabajo sin cubrir, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Jóvenes recién graduados de la universidad

El origen de este desajuste tiene que ver con la incorporación masiva a las universidades y la titulitis derivada de la misma. "Con la adopción de la Agenda 2020 teníamos el compromiso con Europa de llegar al 35% de la población de las nuevas cohortes con educación superior", observa María Romero, socia directora de Analistas Financieros Internacionales (Afi).

Cuando una analiza cómo se desenvuelven estas personas en el mercado laboral, continúa Romero, "generalmente se encuentra con que, aunque la gente encuentre empleo, muchos ocupan puestos que no requieren el nivel de formación para el cual se han preparado. Hay un gran porcentaje de trabajadores sobrecualificados".

Con la salida de la última crisis financiera, por cada empleo creado había dos terceras partes de empleados sobrecualificados. 

En 2022, el 50,5% de los jóvenes españoles de 25 a 34 años tienen un título de FP o Universidad, frente al 47,2% de la OCDE y el 44,7% de la UE. "Hay una inversión educativa y un coste que luego no redunda en la actividad económica", añade Romero.

"El sistema educativo produce resultados preocupantes, entre el riesgo de sobreeducación que aún afecta a los empleados con estudios medios y altos, y la tasa de abandono escolar, entre las más altas en Europa", coincide Arcalean.

Vista aérea de sombrillas en una playa turismo

 Líderes en desigualdad, pobres en renta

España está en el 7% de los países más ricos del mundo si tenemos en cuenta el PIB nominal, y en el 15% si hablamos de renta per cápita. Sin embargo, España también es uno de los países con la tasa de pobreza más alta, al menos en Europa.

"Si hablamos de riesgo de pobreza o exclusión social, España está entre los países más afectados en Europa. La posición de España en términos de medias de productividad como de desigualdad ha sido preocupante desde hace tiempo", observa Arcalean.

Ahora mismo España tiene la misma renta per cápita en términos reales (el mejor predictor que tenemos de la riqueza de un país) que en 2005: unos 24.600 euros. "Vamos camino de dos décadas perdidas", lamenta Toni Roldán, director del Centro de Políticas Económicas de Esade (EsadeEcPol). 

En ese tiempo, España tampoco ha logrado alcanzar a sus socios europeos. "Al contrario, mientras en 2005 la renta per cápita en España era solamente un 9% inferior al promedio de las economías del euro, ahora es un 17% más baja", añade Roldán.

"Tenemos muchas contradicciones de país: hasta 2007 hubo un fuerte incremento de la renta per cápita, en parte por la incorporación de la mujer al mercado laboral. Pero a partir de ese momento no hemos recuperado esa senda", coincide Hernanz.

Si el PIB per cápita está estancado es básicamente porque la productividad no ha crecido. España crece porque vende más, la economía crece porque hay más empleados produciendo para vender más, pero si cada empleado no produce más, su riqueza se estanca.

Un problema relacionado con la falta de inversión en innovación y en capital humano, con las barreras burocráticas, pero también con "el minifundio empresarial, donde solo el 0,16% del tejido productivo son grandes empresas", añade Granado.

En cualquier caso, matiza Granado, puede que muchos de estos problemas sean específicos de la economía española, pero eso no convierte a España en la única economía con problemas específicos. "Llevamos 125 años siendo especialistas en estar en crisis existencial con la pregunta ¿Qué le pasa a España? Cuando la verdadera pregunta debería ser: ¿Seremos capaces de resolver nuestros problemas?".

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