La Generación X y sus máximos exponentes: los más ambiciosos de la historia pero también los más frustrados

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  • La Generación X, que aglutina a los nacidos entre 1965 y 1980, es la que tienen una mayor presencia en las empresas. Sus miembros son, además, los que más han logrado progresar en ellas.
  • Responsables, comprometidos y ambiciosos, como trabajadores saben respetar las jerarquías y se esfuerzan para superarlas.
  • Elon Musk, Larry Page o, en España, Carlos Torres, son ejemplos de la presencia de la Generación X en grandes compañías.
  • Este artículo es el segundo de una serie sobre cómo las distintas generaciones perciben las organizaciones y cómo interactúan con ellas.
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La historia a veces es muy injusta. Frente a La bola de cristal, Mecano y el Seat 600, que marcaron la década de los 80, hay una vida anterior a la que se da mucho menos pábulo, una época en la que Garci todavía no había dirigido El crack, Moncloa aún servía de hotel para los invitados de Franco y aquello de La Movida sonaba más a delito que a movimiento cultural. Se trata, claro, de los años 70.

Porque, al igual que ocurre con estas referencias, la historia tiende a olvidarse del grupo que vivió todo aquello en los primeros compases de su juventud, afincados entre los estrictos baby boomers (años 50-60) y los revolucionarios millennials: la Generación X. Por tener, no tienen ni su propio nombre en cursiva.

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En efecto, todos somos susceptibles de olvidarnos de los X de vez en cuando. Se habló de ellos —poco y mal— a principios de los 90, la década menos convulsa de nuestra historia, principalmente por ser la generación protagonista de la Ruta del Bakalao,la que estaba entrando en el mercado laboral y la última en la que el pelo largo estuvo de moda. Pero luego llegó el miedo al nuevo milenio, el 11-S y los smartphones, y ya pocas líneas se podían dedicar a la sociología.

En su conjunto, estudios como los de Pew Research Center ahondan en esta idea y tildan a la Generación X como un "hijo mediano desatendido" entre los omnipresentes baby boomers y los interesantísimos millennials —los unos no se explican sin los otros. Esto, sin duda, merece un cambio, más aún cuando sus integrantes se han convertido en la generación más presente en las empresas a día de hoy y la que más progresa en ellas.

La generación más ambiciosa

El cofundador de Google Larry Page.
El cofundador de Google Larry Page.

Andrew Kelly/Reuters

Si algo tienen los nacidos entre 1965 y 1980 es que son tenaces. El nombre fue popularizado por el escritor canadiense Douglas Coupland en su novela Generación X, que trataba sobre el estilo de vida de los jóvenes adultos a finales de los 80 en el contexto de finales de la Guerra Fría. Aunque les costó hacerse un hueco debido al tapón generacional de los baby boomers, esos jóvenes terminarían por conformar la generación más importante para las empresas actuales, tanto por volumen como por jerarquía.

Esto se debe, como suele pasar, a su educación —más libre y cultivada que la de sus padres, pero más estricta que la de sus hijos— y a su entrada en el mercado laboral, en pleno capitalismo salvaje y bajo las máximas de acumulación de riqueza y superación personal. El resultado es evidente: no les importa trabajar de más con tal de cumplir sus ambiciones, llegando a considerarse un grupo de adictos al trabajo.

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En su irrupción laboral juega un papel indispensable la llegada de la mujer a la empresa.

Aunque su presencia era todavía escueta en comparación con la de los hombres, sí supuso un paso de gigante en relación con sus padres, diversificando las plantillas y revitalizando las compañías. Esto último cobraría —si cabe— mayor importancia tras el gran salto tecnológico de finales del siglo XX, que les permitió ascender en sus empresas de toda la vida y ocupar su tan ansiado escalón en la pirámide de mando.

Son, por tanto, leales a sus trabajos, amén de sus valores corporativos, trabajan de forma responsable y guardan un gran respeto por las jerarquías y sus decisiones. En respuesta, también esperan que sus empresas les den el reconocimiento que merecen, ya sea mediante ascensos o aumentos salariales.

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François Gaffinel, director general de Sodexo BI, explica al diario Expansión que "los X establecen relaciones interpersonales y laborales duraderas, mientras que, en la Generación Y —los millennials— puede que sean más líquidas e individualistas". Comparten con estos segundos una cualidad esencial y es que son una generación "no nacida, sino adaptada". Esto quiere decir que se formaron mucho más y mejor que sus padres, pero ya entrados en el mercado laboral no han dejado de aprender y de adaptarse a los revolucionarios cambios de finales de siglo.

De ahí su importancia en los equipos —y lo cotizados que son—. A la Generación X hay que mantenerla cerca, ya que su experiencia podría dotar de perfiles clave a firmas de la competencia y, a la vez, su alto nivel organizativo mantiene unidas a las plantillas en las que confían.

¿Pero qué impacto provoca todo esto en ellos? Un cóctel molotov en el que ambiciones, frustraciones y estrés, pero también de fidelidad y buenas relaciones terminan por conformar la generación más agobiada por sus finanzas y más frustrada con sus empleos, pero también la más exitosa, según el Employee Benefit Trends Study. En su afán por competir con las generaciones próximas, sus exponentes se multiplican.

Elon Musk

Elon Musk y Crew Dragon

Un gran ejemplo es Elon Musk (1971). Al hablar de éxito y de Generación X, uno de los nombres que más rápido surgen es el del fundador y mediático consejero delegado de Tesla. 

Pero quedarse ahí es decir poco. Musk ha fundado muchos otros proyectos de gran relevancia como PayPal, que vendió hace ya casi 20 años por más de 1.500 millones de dólares (unos 1.400 millones de euros aproximadamente al cambio actual), o SpaceX, que fabrica los vehículos espaciales de la NASA. La historia viene de antes y la ética del trabajo y la ambición son el reflejo de su generación. 

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Tras aprender a programar con 10 años en su Sudáfrica natal, Musk centró todos sus esfuerzos en salir adelante y en ser alguien importante. Emigró a Canadá y Estados Unidos, donde se licenció en Economía y Física y comenzó una andadura empresarial —actualmente dirige 6 firmas— que le ha llevado a colarse en la lista de los más ricos del mundo, según Bloomberg.

Esta escalada no se explica sin sus desmesuradas ambiciones —escapar de la Tierra y colonizar Marte; tiempo al tiempo para que lo consiga— y su adicción al trabajo, ambas características propias de su generación. Musk pasa la mayoría de su tiempo en la oficina o en sus fábricas, retirándose a una de sus cuatro mansiones en Los Ángeles al terminar el día.

Larry Page y Sergey Brin

Larry Page y Sergey Brin, cofundadores de Google, son el noveno y décimo hombre más rico del mundo, respectivamente.
Larry Page y Sergey Brin, cofundadores de Google, son el noveno y décimo hombre más rico del mundo, respectivamente.

Wikimedia

Si Elon Musk es todo focos, titulares y serpentinas, la pareja de oro de la tecnología es todo lo contrario. Larry Page (1973) y Sergey Brin (1973) puede que sean más discretos que su colega de Tesla tanto en hechos como en currículum, pero no necesitan más presentación que la de haberfundado Google en un dormitorio de Stanford. Que no está mal.

Pero, tras haber creado el mayor buscador del mundo, dirigir la empresa y liderar su matriz Alphabet —como CEO y presidente— desaparecieron de una vida pública que tampoco es que hubieran frecuentado anteriormente. Al menos, no fuera de Silicon Valley.

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Porque, durante años y hasta su renuncia el pasado diciembre, el tándem Page-Brin ha controlado la compañía más poderosa de Internet —de facto siguen teniendo la mayoría del capital— para, tras 5 años de preparación, depositar Alphabet en las manos de un ingeniero indio reconvertido en gestor implacable: Sundar Pichai.

El paso atrás del dúo, por tanto, no se considera una jubilación. Sólo un descanso indefinido para huir de las frustraciones de la primera línea.

Jack Dorsey

Jack Dorsey, fundador y CEO de Twitter y Square.
Jack Dorsey, fundador y CEO de Twitter y Square.

Aunque eso de las redes sociales parecía un negocio destinado a empresarios millennials, Jack Dorsey (1976) demostró que no es así. El estadounidense cofundó Twitter a la edad de 30 años y Square, la fintech de pagos móviles, con 34. Actualmente, también es CEO de ambas.

Pero no ha sido un camino de rosas. 'Twttr' —como se llamaba inicialmente— tardó 12 años en conseguir beneficios, pero incluso antes de eso Dorsey tuvo que trabajar como canguro, masajista y programador. Eso sí, siempre con una idea clara: revolucionar al mundo con su empresa.

Casualmente, el tuitero favorito de Dorsey se encuentra también en esta recopilación. Una pista, quiere colonizar Marte.

 

Carme Artigas

Carme Artigas, secretaria de estado de Digitalización e Inteligencia Artificial.
Carme Artigas, secretaria de estado de Digitalización e Inteligencia Artificial.

Europa Press

Durante los últimos años se ha vivido un boom en el que los expertos en informática parecen surgir de debajo de las piedras, pero pocos —muy, muy pocos— pueden compararse a Carme Artigas (1968) y mucho menos en España. 

Artigas es la actual secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, heredera de la histórica cartera de Avance Digital, que liderada Francisco Polo en el anterior Gobierno. Bajo su mando recaen las importantes tareas de acelerar la transformación de la Administración pública, democratizar la tecnología entre las pymes y la ciudadanía o impulsar el ecosistema startup. El sector la recibió en enero con los brazos abiertos. No en vano, es una de ellos.

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Artigas es ingeniera química (Instituto Químico de Sarriá), licenciada en Ciencias Químicas (Universidad Ramón Llull) y graduada en Dirección Ejecutiva en Capital Riesgo (Haas School of Economics, Berkeley University). Sin embargo, su carrera profesional ha estado ligada principalmente al entorno digital, con distintos cargos de responsabilidad —tanto en la empresa privada como en el ámbito público— y, especialmente, a su faceta como empresaria.

En este ámbito, Carme Artigas está considerada como una de las pioneras a la hora de traer el concepto de big data a nuestro país, así como de lo que posteriormente hemos venido a denominar inteligencia artificial. 

Artigas cuenta con la experiencia de haber dirigido Ericcson Nova (1999), fundar Synergic Partners (2006, comprada por Telefónica en 2018) y presidir la Wireless Internet Venture Association, además de ser la única española entre las 30 directivas más influyentes y con mayor proyección internacional, según Insights Success.

Chema Alonso

Chema Alonso, Chief Digital Officer de Telefónica.
Chema Alonso, Chief Digital Officer de Telefónica.

El hacker favorito de Arturo Pérez-Reverte no es otro que el jefe de Cliente Digital (CDCO) de Telefónica. Es Chema Alonso (1975).

Licenciado en Informática de Sistemas y doctor en Seguridad Informática, Alonso empezó su carrera como programador en la startup Victus Rorat —más tarde conocida como Dysoft Computer— hasta que fundó su primera empresa de ciberseguridad, Informática 64. Tras varios años ejerciendo como profesor en la universidad, se unió al equipo de Telefónica en 2013, cuando esta adquirió su compañía —en la que mantiene su puesto directivo— y, en menos de 6 años, ya era el responsable de consumo digital de la multinacional.

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En su blog, titulado Un informático en el lado del mal, el hacker lleva desde 2006 compartiendo noticias, trucos y ayudas sobre seguridad informática. Hace ya casi 15 años, Alonso decidió inventarse su pseudónimo, Maligno, para escribir sobre el entonces desconocido mundo de la informática. 

Esta es quizás la principal razón del éxito de Alonso: su capacidad de comunicación. Como miembro de la Generación X, Alonso ha convivido con todos los cambios de la tecnología moderna desde su adolescencia hasta el día de hoy, lo que le vale no sólo el galón de experto en un área joven, sino el de haber marcado un antes y un después en cómo la sociedad española percibe a los hackers.

 

Carlos Torres

Carlos Torres Vila, sucesor de Francisco González como presidente de BBVA
Carlos Torres Vila, sucesor de Francisco González como presidente de BBVA

En España hay pocas personas con más poder que Carlos Torres Vila (1966). Presidente de BBVA desde 2019, este salmantino representa la cualidad tan Generación X de la constancia dentro de la empresa, siempre escalando y siempre enfrascado en su trabajo, fuera el que fuera, hasta acabar ascendiendo a lo más alto.

Sólo así se explica su trayectoria tan ecléctica como exitosa: consultor y socio de la consultora McKinsey & Company en los 90, directivo de Endesa en el arranque del nuevo siglo, miembro del comité de dirección de BBVA en 2010 y, finalmente, presidente del banco en los estertores de esta década —y justo antes del estallido del caso Villarejo, todo sea dicho—.

Nadia Calviño

Nadia Calviño, vicepresidenta económica del nuevo gobierno.
Nadia Calviño, vicepresidenta económica del nuevo gobierno.

Es cierto que la mayoría de los políticos españoles de la primera línea son parte de la Generación X, pero pocos de ellos cuentan con la carrera de Nadia Calviño (1968) fuera de la llamada política profesional.

La actual vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital —coletilla, por cierto, que se debe a la labor de la ya mencionada Carmen Artigas—, a pesar de no estar afiliada a ningún partido, ya ocupó cargos administrativos a principios de los 2000 como directora general de Defensa de la Competencia, dependiente del ministerio que años más tarde dirigiría. 

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Pero el grueso de su trayectoria nos lleva fuera de España, concretamente a las instituciones europeas, donde durante años fue una de las máximas exponentes nacionales en cuanto a altos cargos se refiere. La coruñesa llegó a ser directora general de los Presupuestos de la Comisión Europea y subdirectora de Mercado Interior y Competencia.

La suya no es una carrera al uso, ya que ha ascendido laboralmente en el ámbito de las instituciones y no de las empresas privadas. De hecho, aunque ahora controla la política económica del Ejecutivo, su nombre sonó con fuerza para dirigir nada menos que el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque finalmente el Gobierno retiró su candidatura.

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