Me encantaba mi empresa, pero me sentía aburrida y sin inspiración: planifiqué mis siguientes pasos y encontré el trabajo de mis sueños

Kelli Thompson
| Traducido por: 
Dejar el trabajo
  • Trabajé en un banco durante años y me encantaba la empresa, pero a menudo me aburría y me faltaba inspiración. 
  • Cuando decidí dejarlo, escribí un diario en el que reflexioné sobre lo que quería hacer a continuación y me dejé guiar por mis puntos fuertes.

En mi antiguo trabajo en banca, llegué a un punto en que me daba pavor ir a la oficina. Anhelaba flexibilidad y autonomía para emprender nuevos cursos de formación sin meses de trámites burocráticos. Me sentía cansada, agotada y sin energía, síntomas similares a los del desgaste profesional.

El caso es que había pasado 11 años en esta empresa, y era una organización honrada. Tenía un horario de trabajo razonable, grandes beneficios para los empleados y una cultura de trabajo positiva. 

¿Cómo podía estar quemada?

Estaba experimentando otra forma de estar quemada

El "desgaste profesional" es un tipo de agotamiento que se produce por no utilizar tus habilidades y talentos particulares en el trabajo, por la falta de oportunidades de aprendizaje y, en última instancia, por el pavor a las tareas repetitivas que minan tu creatividad.

En el banco, había trabajado en casi todos los departamentos. Pasé de vendedora a formadora de comerciales y de asesora de recursos humanos a supervisar la formación y el desarrollo de las operaciones de banca minorista en seis estados de Estados Unidos. La formación era mi pasión. Tenía un equipo excepcional que superó la crisis bancaria de 2008. A pesar de todo, me cansé de la lentitud con la que se desarrollaba la nueva formación debido a la gran cantidad de aprobaciones que había que dar.

El sufrimiento y la incomodidad de toda esta incertidumbre me quemaban por dentro al pensar que esta etapa de mi vida podía haber terminado.

Empecé a llevar un diario, a caminar y a reflexionar mucho sobre mi carrera. Para ello tuve que prestar atención a mis niveles de energía y agrupar mis "tareas laborales" en una de estas tres categorías: las que absorben energía, las que la retienen y las que la aumentan.

Las que absorben energía parecen requerir un esfuerzo heroico, aunque la tarea no sea tan grande ni difícil. Las tareas que paralizan la energía la dejan en punto muerto. No te sientes agotado mientras las haces, pero tampoco encienden tu energía. Las tareas que generan energía son paradójicas: suponen un reto, pero te hacen sentir increíble, en flujo y como tu yo más creativo.

Hacer esto me ayudó a ver lo poco que mi trabajo incrementaba mi energía.

Toma las riendas de tu carrera profesional.

Sabía que había llegado la hora de dejar el banco

Después de 11 años, decidí dejarlo; me comprometí a tener claros mis talentos y el propósito de mi carrera. También sabía que el cambio no se produciría de la noche a la mañana, por lo que tenía que aprender a mantenerme y trabajar en consonancia con mis valores al tiempo que daba el próximo paso, lo que, siendo realistas, podía llevarme hasta un año.

En mi diario, escribí los principales aspectos de mi talento, los factores no negociables de mi carrera profesional y lo que quería conseguir a través de mi declaración de objetivos profesionales para poder buscar el puesto que quería.

Cuando me presenté a las entrevistas, no tuve reparos en hablar de mis puntos fuertes y de lo que me hacía enloquecer. Tenía claro lo que me gustaba y lo que no. Aunque esto me parecía arriesgado porque quería gustarles, también pensaba que era más arriesgado no ser clara.

Quería que alguien me contratara por lo que realmente era, no por lo que se imaginaban que era.

Encontré el trabajo de mis sueños

Al cabo de unos nueve meses, encontré un puesto como directora de gestión de talentos en una empresa tecnológica; básicamente, supervisaba el área de recursos humanos. Me presenté a cada entrevista siendo yo misma y adopté un enfoque poco ortodoxo para una de las tareas: presenté una infografía cuando me pedían una respuesta por escrito.

Unos cinco minutos después de enviar mi tarea, recibí un correo electrónico de la propietaria de la empresa. Me dijo que llevaban años buscando a alguien que pudiera tomar información aburrida y convertirla en algo visualmente bello y fácil de comunicar a los demás.

Me sentí bien al ser recompensada por arriesgarme a apostar por mi talento. Y aunque me rebajaron el sueldo, mereció la pena porque me proporcionó muchos beneficios complementarios. La gente, la cultura y el trabajo eran divertidos. Me encantó mi labor profesional allí. Cada día, incluso los más duros, seguían siendo desafiantes y gratificantes. Como encajaba tan bien en el trabajo, acabé ganando aumentos salariales rápidamente, lo que convirtió un recorte salarial en un aumento de sueldo.

Me alegro de no haberme dejado vencer por el desgaste y haber elaborado un plan que me llevó al trabajo de mis sueños.

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