Averigua lo que realmente quieres hacer, no lo que crees que deberías hacer

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Cuidado con "la tiranía del debería" a la hora de elegir una carrera.
Cuidado con "la tiranía del debería" a la hora de elegir una carrera.Getty/Dumitru Ochievschi
  • Aquí tienes algunos consejos para tu carrera y tu vida: cuidado con "la tiranía del debería".
  • A menudo hacemos las cosas no porque queramos, sino porque nosotros y los demás pensamos que deberíamos.
  • Uno de tus objetivos profesionales es averiguar qué quieres realmente.

Allá por la época en la que me estaba "encontrando a mí mismo", a medio camino de mis veintitantos años, un amigo de mi padre me dio un consejo que he recordado desde entonces, y que me ha ayudado no solo en mi carrera, sino también en la vida.

Por aquel entonces, estaba confundido y sentía que me había estancado. Había hecho todo lo que creía que tenía que hacer: vivir aventuras y tratar de ser feliz. Había vivido en el Japón rural. Había escrito un libro. Estaba intentando publicarlo. Y estaba intentando averiguar qué hacer a partir de ahí.

Además, tenía pocos ingresos, no tenía seguro médico privado, y vivía en la habitación de invitados de mi padre. Mi padre intentó ayudarme presentándome a algunos de sus "sabios" amigos.

Uno de ellos era un viejo compañero de universidad llamado Gene Prakapas. Al parecer, 'Prakapas', como le llamaba mi padre, había pasado también por ciertas complicaciones en su carrera. Y había sido editor de libros. Así que mi padre me dijo que, además de compartir su sabiduría profesional, Prakapas también podría darme algunas primeras impresiones sobre mi libro.

Y sí, Prakapas tenía algo que decir sobre mi libro.

"Es competente", me dijo mientras comíamos en un restaurante de lujo en Nueva York.

Por aquel entonces, yo no pillaba bien de las indirectas, pero hasta yo sabía lo que Prakapas me estaba diciendo en realidad.

Mi libro no estaba tan mal. Probablemente, se habían escrito otros peores. Pero había un largo trecho entre "competente", y algo que alguien realmente compraría y llegaría a publicar. Así que no debía confiarme y esperar que un editor o un agente resolvieran mis problemas profesionales lanzándome a una vida de estrellato literario.

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Le pregunté a Prakapas qué pensaba que debía hacer ahora.

"Dar el siguiente paso", dijo Prakapas.

En ese momento, debí de haber reaccionado de forma tan extraña, o haberle parecido tan desconcertado, que Prakapas se compadeció de mí y termino aclarándomelo. Extendió la mano hacia el grueso borrador de mi libro, que estaba sobre la mesa entre nosotros.

"Esto ha sido un paso", dijo Prakapas, acariciando el borrador. "Ahora da otro paso".

Luego me dio un consejo que me ha sido útil desde entonces:

"Y ten cuidado con la tiranía del debería". 

¿La qué?

"A menudo hacemos las cosas que hacemos porque creemos que tenemos que hacerlas", me explicó Prakapas. "O porque otros creen que tendríamos que hacerlas. La clave está en saber qué queremos de verdad".

Prakapas pasó a describir su propia experiencia con ese mismo concepto, que ya la psicóloga Karen Horney acuñó en 1950.

En el colegio, me contó Prakapas, no había nada que él y sus amigos admiraran más que los libros. Y no había profesiones que él y sus amigos admiraran más que los libros. Así que cuando llegó el momento de elegir un trabajo, Prakapas eligió… los libros.

Concretamente, se convirtió en un editor de libros.

Y debió de convertirse en uno muy bueno, porque, en menos de una década, era el editor jefe de dos sellos de una de las editoriales más grandes del país.

Una historia sobre el éxito increíble, ¿verdad?

Va a ser que no.

A pesar de todo su éxito, Prakapas dice que no era feliz.

Con el tiempo se dio cuenta de que la causa de su desdicha era que en realidad no quería ser editor de libros. Sólo creía que debía serlo.

Así que dejó su trabajo en la editorial y abrió una galería de arte.

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Prakapas no me lo dijo así, pero creo que me contó esa historia para hacerme reflexionar sobre si de verdad me dedicaba a escribir porque quería... o porque creía que tenía que hacerlo. (Además, como antiguo editor de libros, sin duda sabía que, si seguía por ese camino, iba a ser largo y agotador).

En los meses posteriores, reflexioné sobre ello.

Y me di cuenta de que Prakapas tenía razón.

Claro que creía que tenía que ser escritor. Era la profesión que yo y tantos otros de mis amigos en la universidad habíamos admirado tanto.

Pero yo no quería ser escritor, al menos no ahora que había aprendido lo difícil que era, y cuántos años más de soledad, incertidumbre y empobrecimiento me harían falta para llegar a ser algo más que "competente". Lo que de verdad quería hacer, como acabé descubriendo después de un tiempo, era trabajar en el mundo de las finanzas, una profesión que me parecía fascinante y divertida, y que me daría la flexibilidad económica que necesitaba para irme de casa de mi padre. La mayoría de mis amigos de la universidad no tenían ningún interés en las finanzas y no entendían por qué yo sí lo encontraba interesante. También era una profesión que, en la universidad, ninguno de nosotros había admirado y en la que ninguno de nosotros había pensado que una persona responsable y bienintencionada debería trabajar.

Pero había llegado el momento de dejar atrás la tiranía del "debería".

Así que conseguí un trabajo en Wall Street.

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