El miedo al colapso bancario no acobarda al BCE, que mantiene el pulso con una nueva subida de tipos de interés del 0,5%

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.

REUTERS/Kai Pfaffenbach

  • El derrumbe de Credit Suisse no ha alterado lo más mínimo los planes del BCE, que se mantiene firme subiendo medio punto los tipos de interés. A cambio, anuncia que está "listo" para inyectar liquidez a la banca.
  • El BCE mantiene el pulso en su batalla contra la inflación cueste lo que cueste. Ahora, la pregunta es: ¿caiga quien caiga?



Mientras nada logre parar la inflación, nada parará al Banco Central Europeo (BCE). Este continúa siendo el dogma de la presidenta del organismo, Christine Lagarde, y el pánico cundido en los mercados en las últimas horas no ha logrado hacerle cambiar de postura: el organismo subirá los tipos de interés un 0,5%, tal y como había dicho hace un mes.

"El Consejo de Gobierno ha decidido hoy subir los 3 tipos de interés oficiales del BCE en 50 puntos básicos en línea con su determinación de asegurar que la inflación vuelva a situarse de forma oportuna en el objetivo del 2% a medio plazo", ha anunciado el organismo en un comunicado posterior a su reunión.

Con este mensaje, el BCE deja claro que mantiene el pulso en su batalla contra la inflación cueste lo que cueste. Ahora, la pregunta es: ¿caiga quien caiga?

No sabemos si Credit Suisse será un banco lo suficientemente grande como para no quebrar, pero sí que era demasiado grande como para ignorar que estaba en la cuerda floja y que, si caía, arrastraría consigo al sector bancario europeo en un efecto dominó que podría desatar el colapso del sistema financiero.

Pero el derrumbe de Credit Suisse no ha alterado lo más mínimo los planes Lagarde y su promesa de mantener pisado el acelerador de los tipos. La subida aprobada hoy, del 0,5%, deja el precio del dinero en el 3,5%, el nivel más alto desde 2008.

A pesar de mantenerse firme en la subida, Lagarde no ha dado la espalda a los mercados. El organismo ha anunciado que está preparado para responder, y que cuenta con instrumentos para inyectar liquidez a la banca si fuera necesario:

"El Consejo de Gobierno está haciendo un atento seguimiento de las actuales tensiones en los mercados y está preparado para responder como resulte necesario a fin de mantener la estabilidad de precios y la estabilidad financiera en la zona del euro", desliza el comunicado. La pregunta, ahora, es si este mensaje será suficiente para calmar las aguas.

El suelo que temblaba era el de las sucursales de Credit Suisse, pero el riesgo de colapso del sector bancario hacía que hoy todos los ojos estuvieran puestos en la presidenta del BCE, Christine Lagarde, y en cómo su decisión podría caer en los mercados. El BCE tenía que mover ficha, y cualquier movimiento era de alto riesgo.

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 El BCE, entre la espada y la pared

La situación dejaba al organismo entre la espada y la pared: mantener la fuerte subida de tipos prevista podría provocar un terremoto financiero, pero ralentizarla enviaría un mensaje a los mercados de que se viene lo peor. Fuera cual fuera el mensaje, lo importante sería transmitirlo sin un temblor de voz, para convencer al mercado de que todo está bajo control.

"No subir tipos era casi imposible porque les va la reputación en ello. Pero si solo suben tipos, no sé qué puede pasar", avisa Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico en Natixis, en una entrevista con Business Insider España.

Hasta el miércoles, los mercados descontaban que el BCE se mantendría en sus trece apretando el acelerador con una subida del 0,5 que llevaría los tipos al 3,5%. Ello, a pesar de la quiebra de 3 bancos en EEUU. Pero el consenso de los analistas se rompió ayer.

Apenas un día antes de que el Consejo de Gobierno se reuniera para pactar su próximo movimiento, el banco suizo Credit Suisse se derrumbó en bolsa; su principal accionista, el Banco Nacional Saudí, anunció que no le prestaría más apoyo, y el pánico cundió en los mercados. 

La entidad helvética cayó más de un 20% en bolsa, arrastrando consigo a todo el sector bancario europeo, y los reguladores suspendieron la cotización de grandes bancos, como Société Génerale, UniCredit y Monte dei Paschi, además de Credit Suisse. El episodio fue una demostración light de lo que podría pasar si la quiebra fuera real.

A partir de ese momento, el consenso se rompió entre quienes apostaban por que el BCE se mantendría firme hoy en la subida del 0,5, y quienes, como los analistas de Bloomberg, confiaban en que recularía con una subida del 0,25 para calmar las aguas.

Foto de Credit Suisse

 Cambio en la hoja de ruta de los próximos meses

El nuevo panorama podría cambiar la hoja de ruta del organismo para los próximos meses. Embridar la inflación continúa siendo el principal objetivo del BCE, pero hacerlo a costa de poner en riesgo la estabilidad bancaria europea sería un roto para un descosido.

El dogma que seguía el organismo a pies juntillas se fundamentaba en que, mientras nada logre parar la inflación, nada parará al BCE. En julio del año pasado dio un volantazo en su política monetaria con la primera subida histórica de tipos, que ponía fin a una era de tipos en negativo. 9 meses después, vamos rumbo a la quinta subida, y la inflación continúa "viva y coleando", como dijo Lagarde en febrero.

Pero si las entidades europeas tienen problemas de liquidez porque tienen posiciones muy grandes, porque la mitad de sus balances están fuera, o porque las entidades de otras regiones no les quieren prestar por miedo, el sistema bancario europeo puede encontrarse con un auténtico problema. "El BCE puede decir misa con las subidas. Ahora lo que está en riesgo es el sector bancario europeo", avisa García-Herrero.

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