Soy responsable de datos en una startup y tomar setas y ayahuasca con regularidad me ha convertido en un jefe más empático

Lauren Crosby Medlicott
| Traducido por: 
Raúl Vallejo.

Cortesía de Raúl Vallejo

  • Raúl Vallejo, de 29 años, es el responsable de datos de Bankaya, una fintech mexicana.
  • Dirige a un equipo de 14 ingenieros, científicos y analistas, y ha descubierto que tomar setas le ayuda a ser un jefe más empático.

Este artículo se basa en una conversación con Raúl Vallejo. El texto se ha editado para darle una mejor claridad y extensión. 

Desde hace un año trabajo como responsable de datos de la empresa mexicana de tecnología financiera Bankaya. Nuestra startup, que tiene 3 años de antigüedad, está formada por unas 200 personas. 

Actualmente, dirijo a un grupo de 14 ingenieros, científicos y analistas, y entre mis tareas como responsable es establecer la estrategia de datos de mi equipo. 

Es un trabajo estresante en el que hay que hacer muchos malabares, a lo que se suma la posibilidad de entrevistar y formar a una nueva persona para el puesto de gerente porque no doy abasto. La empresa está en plena efervescencia, creciendo muchísimo, lo que significa que todo es prioritario y hay mucho en juego.

En los últimos 6 años he descubierto varios hábitos que me ayudan a gestionar el estrés. Hago ejercicio, leo o escribo cada mañana antes de llegar a la oficina y ponerme a trabajar. Sin embargo, también he probado otros métodos poco convencionales: he asistido a 4 ceremonias de psilocibina y a una de ayahuasca aquí en México, en las que se consumen plantas y hongos comestibles alucinógenos.

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Sí, he estado experimentando con sustancias psicodélicas

Mi viaje con la experimentación de compuestos alucinógenos empezó cuando tenía 23 años. Era consciente de los riesgos que implicaba el consumo de este tipo de sustancias, pero quería probar el MDMA de una forma controlada y no a lo loco, como podría hacerlo un chaval de 17 años. 

Mis mejores amigos y yo decidimos que no beberíamos ni fumaríamos ni consumiríamos nada más cuando la probamos la primera vez. La experiencia fue eufórica y hermosa. Como no la mezclamos con ninguna otra sustancia, pude identificar perfectamente cómo me hacía sentir el MDMA y cuáles eran sus efectos. No se parecía en nada al efecto embriagador del alcohol.

Poco más de un año después, con el mismo grupo de amigos, probé una dosis de LSD. No en ninguna fiesta, fue estando tranquilos y en un contexto controlado. La experiencia también fue preciosa, pero en ningún momento sentí que pudiese razonar de forma normal o que fuese realmente consciente de lo que estaba pasando. Al día siguiente estaba agotado.

En 2019, fui a una ceremonia de ayahuasca con 6 amigos míos y 2 chamanes. Durante toda la noche estuvieron entonando cánticos tribales y todo fue muy intenso. Recuerdo estar gritando por el dolor que estaba sintiendo mientras que mis amigos no recuerdan vivirlo con esa intensidad. Puede que yo sea más sensible a esas sustancias. 

Aunque fue abrumadora, la ceremonia cambió mi vida: tuve que ir a terapia 3 meses después para poder procesar todo lo que había en la caja negra que se abrió dentro de mí.

ayahuasca

Ahora, las sustancias psicodélicas me ayudan en mi trabajo

He asistido a 4 ceremonias más de setas de psilocibina, solo y con amigos.

Cada uno de estos rituales me ha ayudado a tomar las riendas de mi vida y ha cambiado mi forma de pensar y tomar decisiones en el trabajo. Siento que la primera ceremonia me despertó, y cada una de las siguientes ha dado más importancia a lo que experimenté aquella primera vez.

Procesar e integrar lo que has descubierto y experimentado durante las ceremonias es muy importante. Algunas personas se limitan a guardar la experiencia en un recuerdo sin aprender nada de ella. Para mí, acudir a un terapeuta o escribir después de las ceremonias es vital para el procesamiento de esas vivencias.

Las ceremonias han cambiado la forma en la que consumía sustancias psicodélicas recreativas en fiestas o en reuniones sociales.

Uno de los mayores beneficios de las ceremonias ha sido experimentar el agradecimiento. Estoy más agradecido por la gente que me rodea, incluidos mis compañeros de trabajo, y por las oportunidades que tengo. 

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De ese agradecimiento ha surgido el deseo de asegurarme de que estoy apoyando adecuadamente a mi equipo. Quiero que sepan que estamos juntos en esto y que siento empatía por ellos en cualquier circunstancia que están pasando. 

Las ceremonias también me han ayudado a ser más vulnerable. En lugar de ser siempre duro conmigo mismo, he aprendido a pedir humildemente la opinión de los demás. 

No pasa nada si cometo errores porque todos somos humanos y sigo aprendiendo. Durante las ceremonias, suelo tener la sensación de que estoy creciendo físicamente y es una sensación muy incómoda, pero la he aceptado. 

Lo mismo ocurre en el trabajo: siempre estoy creciendo y aprendiendo, pero ese crecimiento a menudo me resulta muy incómodo.

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