Visito uno de los últimos videoclubs que quedan en España: su dueña me cuenta que sobreviven gracias al apoyo de "muletas" como la recogida de paquetes

Fachada del videoclub Ficciones de Cine, en la calle Juanelo de Madrid.
Fachada del videoclub Ficciones de Cine, en la calle Juanelo de Madrid.

BI España

  • El videoclub Ficciones de Cine de Madrid es uno de los últimos grandes videoclubs que quedan en España. 
  • Su dueña, Marcia Seburo, explica en entrevista para Business Insider España que se ha visto obligada a subir los precios después de llevar años sin hacerlo y que se apoyan en "muletas" como la recogida de paquetes o la venta de merchandising para sobrevivir.

Al haber nacido casi a las puertas de los 2000, yo no sería el primer ejemplo que te viene a la cabeza al pensar en alguien que pasó su infancia y adolescencia en un videoclub, pero así fue. 

Cuando tenía 10 o 12 años mi fin de semana casi siempre comenzaba con una visita en la que alquilaba un videojuego para la Wii —probablemente el que tuviese la carátula más chula— y la película que me hubiese pedido mi hermana esa semana. Recuerdo hasta el número de socio que tenía, el 31. 

Con el paso del tiempo dejé de ir, en lugar de alquilar los juegos empecé a ahorrar para poder comprármelos y mi hermana me dejó de mandar a por películas. Finalmente, el videoclub acabó cerrando. 

En un reportaje sobre la agonía que sufren en la actualidad este tipo de establecimientos, Marta Medina de El Confidencial le pone cifras: "Según Anemsevi, la Asociación Nacional de Mayoristas del Sector Videográfico, en España quedan unos 300 negocios de alquiler de películas, cuando en 2005 pasaban de los 7.000". El mío estaría entre esos 7.000 videoclubs.

 

Uno de los mayores referentes fue Blockbuster, una cadena de tiendas que llegó a contar en 2004 con unos 9.000 locales repartidos por medio mundo, además de tener una plantilla que rondaba los 60.000 empleados. Sin embargo, y aunque hay quien piensa que esta cadena tuvo parte de culpa en la desaparición de los videoclubs, poco a poco fueron cerrando. 

Los motivos fueron varios: primero la piratería les puso las cosas difíciles, luego las plataformas de video bajo demanda les plantaron cara —entre ellas Netflix, que curiosamente empezó siendo un servicio de alquiler de películas— y más recientemente la pandemia y la posterior situación económica provocada por la guerra de Ucrania han terminado de complicarles la vida.

En 2022 han cerrado, por poner algunos ejemplos, uno en málaga, considerado el segundo videoclub más antiguo de España con 44 años de actividad; otro en Albacete, también con más 40 años de trayectoria y unas 23.000 ventas a su espalda; y otro en Zaragoza, que cerró su persiana hace escasos días tras haber pasado 3 décadas levantándola cada mañana.

Aun así, todavía siguen quedando algunos que se consideran "grandes". Es el caso de videoclubs, como Video Instan de Barcelona y el Ficciones de Cine de Madrid.

Los grandes videoclubs de España, abocados al crowdfunding

Una pequeña muestra del enorme catálogo de Ficciones de Cine.
Una pequeña muestra del enorme catálogo de Ficciones de Cine.

Ambos establecimientos, considerados los 2 grandes videoclubs que quedan en pie en España (por número de películas y series en catálogo), se han visto abocados a lanzar campañas de crowdfunding o micromecenazgo.

Primero fue Video Instan, que en abril de 2018 pidió 35.000 euros para reinventarse en "un centro de reunión entre la industria y cinéfilos", y luego fue Ficciones de Cine, que en marzo de 2022 solicitó 4.900 euros directamente para "salvar" su proyecto y conseguir pagar deudas pendientes. 

Ambos recaudaron las cantidades que pedían y siguen en activo. El primero se ha convertido en un espacio en el que además de alquilar una película puedes alquilar una sala de cine para disfrutarla y tomar un cafe después para comentarla, y el segundo ha salido adelante apoyándose en prácticas como la recogida de paquetes y la venta de merchandising de las películas que alquilan.

Coste plataformas Streaming

Pero, ¿cuál es el público objetivo de este tipo de establecimientos? ¿Quién va a un videoclub en 2022? ¿Son rentables? ¿Cómo han afrontado la inflación? Y, lo que es más importante, ¿ven futuro a sus negocios?

Para resolver estas y otras dudas decidí visitar el Ficciones de Cine, un videoclub que se localiza en el número 15 de la calle Juanelo de Madrid, donde conocí a su dueña, Marcia Seburo. 

"Me pueden pagar la factura de electricidad"

La dueña del videoclub, Marcia Seburo, y su ayudante catalogando paquetes.
La dueña del videoclub, Marcia Seburo, y su ayudante catalogando paquetes.

Al llegar me quedé en la acera de enfrente porque vi que un grupo chicos estaba grabando con una cámara y un micrófono profesionales. La dueña, Marcia Seburo, me explicó más tarde que estaban grabando un vídeo en su local. Esto me permitió observar un rato y ver quien entraba y salía del videoclub, entre ellos, un par de clientes y un técnico de la alarma que venía a pasar la revisión.

Cuando llevaba un rato fuera esperando llegó una furgoneta de reparto que se detuvo justo en frente del establecimiento. "¡Marcia! ¡Muy buenas! Llegó la alegría", le anunció a la dueña uno de los 2 repartidores que se bajaron a toda prisa del vehículo. Acto seguido ambos comenzaron a descargar un montón de paquetes y a dejarlos en el interior del Ficciones de Cine.

En cuanto se marcharon los repartidores me decidí a entrar, me presenté a Seburo y le pregunté si le podía hacer unas preguntas. Al ver que no podía atenderme en ese momento ante la cantidad de paquetes que tenía que catalogar, decidimos quedar para una entrevista telefónica el próximo día. Así que hice unas fotos del videoclub y me marché. 

Un teléfono con el logotipo de Spotify en la pantalla.

Al día siguiente, el tema de la recogida de paquetes sale solo. "Eso es como una muleta, ¿sabes? Eso ayuda. No es que pague mucho, pero si el volumen es grande, sí que se siente", me explica la dueña del Ficciones de Cine, que además de videoclub se ha visto abocado a hacer de punto de recogida de paquetes para los vecinos del barrio de La Latina. 

"Estos días el volumen está siendo muy grande porque, por lo visto, de los point que hay en esta zona sólo estoy funcionando yo", indica Seburo, refiriéndose al número de paquetes que recibe cada día. "¿Eso en qué se traduce? Más o menos en que, te puedo decir que, al mes, me pueden pagar la factura de electricidad", señala. 

"Ficciones se ha caracterizado por no subir los precios en años"

Estante dedicado a los estrenos en el videoclub.
Estante dedicado a los estrenos en el videoclub.

Pese a la mayor o menor importancia que pueda tener la labor de recogida de paquetes, el grueso del negocio sigue dependiendo de los socios y los clientes del videoclub. La dueña de Ficciones de Cine asegura que no han vuelto a los niveles de clientela de antes de la pandemia, pero que "la situación ha cambiado un poco". 

Seburo defiende que "Ficciones se ha caracterizado por no subir los precios en años" y que siempre han tratado de mantenerlos, "precisamente para ser competitivos". Sin embargo, reconoce que ahora sí que han tenido que subirlos porque a ella le ha subido "todo": "Me ha subido las rentas, me ha subido la electricidad, me ha subido el gestor, me ha subido la alarma...". 

Toda clase de gastos que pueden generar deudas como las que tuvieron que sufragar con la campaña de micromecenazgo, una campaña que, según Seburo, "funcionó muy bien". "Me salvó de morir, porque tenía embargos... Ya sabes, Hacienda no perdona", cuenta la dueña, haciendo hincapié en que paga "el autónomo societario, que son 380".

Lona de Netflix en la Plaza Pedro Zerolo

La encargada del último gran videoclub de Madrid apunta que la compaña de financiación la lanzó también con la intención de "capitalizarse", de obtener algo más de capital para dedicarlo a proyectos como la venta de merchandising oficial de películas que tiene en su propio videoclub, como las del Studio Ghibli

"No me capitalicé, pero logré pagar esos embargos y pagarés", relata, y afirma que está "intentando rascar de donde sea" para retomar ese proyecto.

"La media de edad está en los 40, 45 años"

Otra prueba del inmenso catálogo del videoclub.

Al preguntarle a Seburo por el público que tienen en la actualidad los videoclubs en general y el suyo en particular responde que "la media de edad está en los 40, 45 años". "Hay clientes jóvenes, pero menos, y clientes muy mayores también menos. Yo calculo que entre 40 y 50 años vienen ahí todos", sintetiza. 

"Hay extranjeros, en su mayoría franceses, son los que más usan el videoclub", señala la dueña de Ficciones de Cine, que sostiene que hay clientela que se perdió durante la pandemia y que poco a poco está volviendo. "Hay gente que viene y me dice he visto un reportaje tuyo en la prensa y vengo a hacerme socio", expresa. 

La continuidad de los videoclubs en el contexto económico actual parece complicada, pero Seburo no pierde la fe: "Tengo la esperanza de que sí. En este tipo de negocio nada es seguro, pero el esfuerzo y la esperanza no se pierden. El esfuerzo, sobre todo".

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