La cara B de los coches eléctricos: la extracción de níquel para fabricar baterías acaba con miles de vidas en Indonesia

Extracción de níquel

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  • La extracción de níquel en uno de los parques industriales de Indonesia está provocando que los trabajadores de la zona presenten problemas respiratorios que, en algunos casos, acaban siendo mortales.
  • En los 2 últimos años, la extracción de níquel en la zona se ha duplicado. Supone más dinero para el país, pero no está mejorando la protección de los trabajadores, que viven en situaciones de insalubridad.

Indonesia es una de las cunas del níquel y alberga los mayores yacimientos de níquel del mundo. Uno de sus puntos clave es el Parque Industrial Indonesia Morowali, más conocido como IMIP, epicentro mundial de la producción de níquel, donde trabajan miles de personas de la aldea de Labota. 

"Esta es una ciudad contaminada", afirma Sarida, una mujer de unos cuarenta años que compra medicamentos para la tos en una farmacia de carretera, a Wired. Detrás de ella, una fábrica emite un humo marrón tan denso como el de un rascacielos.

Sarida lleva viviendo en Labota desde 2019, cuando su marido consiguió trabajo procesando aguas residuales en una empresa de níquel. "Nos iremos en cuanto podamos", añade montada en su ciclomotor Honda rojo. "Antes de que nos tengan que llevar".

Hace una década, Labota era un pueblo de pescadores; hoy se ha convertido en una ciudad en expansión en torno al IMIP, un complejo industrial de 3.000 hectáreas y 15.000 millones de dólares que incluye fábricas de acero, centrales eléctricas de carbón y procesadoras de manganeso, con su propio aeropuerto y puerto marítimo.

Este parque empresarial, construido a medias entre empresas chinas e indonesias, es uno de los epicentros para abastecer de níquel a la industria automovilística. Este material es vital para la fabricación de las baterías de los coches eléctricos. La escasez de suministros provocada por la guerra en Ucrania ha aumentado la dependencia de IMIP. 

Un ejemplo de ello es Tesla, que ya ha firmado acuerdos multimillonarios con empresas del emplazamiento y, al parecer, está en conversaciones para establecer su propia planta de fabricación en el país del sudeste asiático

Este abastecimiento de la industria automovilística ha traído consigo un grave impacto tanto social como medioambiental. Según explican los propios trabajadores de la zona, las muertes y lesiones son frecuentes en el IMIP. Unas impresiones que reafirman los médicos. 

Según los profesionales de la salud y los ecologistas, el aire y el agua contaminados provocan problemas respiratorios, enfermedades y lesiones oculares y destruyen bosques y pesquerías.

"La explotación laboral, las injusticias económicas y la degradación medioambiental están socavando la transformación socioecológica prometida por los vehículos eléctricos", afirma Pius Ginting, coautor de un informe del think tank Fundación Rosa Luxemburgo sobre la industria. "El público tiene que conocer la realidad de lo que está ocurriendo". 

Coches eléctricos

Trabajan 15 horas diarias por 25 dólares al mes

La pandemia propulsó la producción de níquel. Entre 2020 y 2022 se ha aumentado más del doble, llegando hasta los 1,6 millones de toneladas, más del 48% de toda la producción mundial. 

En agosto de 2022, Tesla legó a un acuerdo de 5.000 millones de dólares con dos empresas chinas que trabajan en el IMIP, Zhejiang Huayou Cobalt y CNGR Advanced Material. Las empresas chinas han pasado a dominar la cadena de suministro de vehículos eléctricos, comprando minas e instalaciones de procesamiento en todo el mundo.

"El rostro de este lugar se ha transformado por completo", afirma Imam Shofwan, jefe de investigación de la organización indonesia sin ánimo de lucro JATAM. "Se ha vuelto irreconocible. Es como si hubieran dejado caer una ciudad en medio del paraíso".

Sin embargo, uno de los principales problemas de este maxipolígono es que nunca estuvo pensado para un crecimiento tan grande

En Labota, las tiendas, los restaurantes y los hogares sufren cortes de electricidad que duran días enteros; las redes telefónicas e internet fallan a menudo debido a la sobresaturación. Además, los trabajadores viven en situaciones indignas, hacinados y con poca salubridad.

"Todo va a parar al IMIP, y tenemos que vivir como perros a base de sobras", cuenta la propietaria de un restaurante de fideos que llevaba 2 días sin electricidad, hablando bajo condición de anonimato. En 2015, señala, el IMIP proporcionaba a la comunidad local una parte de su electricidad. "Ahora ya no".

Baterías en estado sólido, el "santo grial" del almacenamiento de energía

Parte de estos problemas se deben a la sobrepoblación de la zona. Según los datos del Ministerio de Mano de Obra de Indonesia, el IMIP ha pasado de 28.000 empleados en 2019 a más de 66.000 en 2023. Aunque estos pueden ser más. Muchos de ellos llegaron buscando condiciones de vida mejores y se han encontrado con salarios mediocres y condiciones de trabajo, a veces, mortales.

Según detallan 5 trabajadores del proveedor de Tesla, PT Huayue Nickel Cobalt a Wired, llegaron hace menos de 6 meses y cuentan que trabajan hasta 15 horas al día, ganando menos de 25 dólares, menos que el salario medio de Indonesia, que ronda los 30 dólares al mes. Algunos llevan 3 meses sin descansar. Muchos de ellos presentan problemas respiratorios.

Según el Centro de Salud Comunitaria de Bahodopi, una clínica regional que cubre el IMIP, el año pasado el 52% de los pacientes acudieron con infecciones respiratorias agudas. Varios soldadores explican que sufren dolores oculares, probablemente causados por las partículas presentes en el aire, lo que sugiere que su equipo de seguridad era inadecuado.

Los trabajadores se juegan la vida en una zona sin protección

Además de estas condiciones laborales y las enfermedades provocadas por la inhalación de las partículas, otra de las denuncias que hacen los trabajadores es la gran cantidad de accidentes que se producen en el IMIP. 

Un empleado de Cahaya Smelter Indonesia (CSI), que refina níquel en el complejo, afirma haber presenciado cómo varios trabajadores se caían de los edificios porque sus arneses no estaban bien sujetos. 

Las condiciones de trabajo en el IMIP son "peligrosas y mortales", según Katsaing, responsable regional del Sindicato Nacional de Trabajadores (SPN), que cuenta con 300 afiliados en 11 empresas del IMIP. "Las normas de salud y seguridad son ahora inútiles", afirma Katsaing. "Están anteponiendo los beneficios a la vida de las personas".

En enero de 2022, un trabajador murió tras ser golpeado en la cabeza por una excavadora cuando no llevaba casco. En junio, el operador de una excavadora fue arrastrado al mar por una avalancha mientras trabajaba en un turno de noche sin iluminación. 

 

Según los activistas, en su afán por atraer inversiones a su sector del níquel, el gobierno indonesio ha debilitado la protección de los trabajadores. Para ello, han creado leyes que favorecen a las empresas, sobre todo a las extranjeras, en detrimento de la salud de las personas y el medioambiente.

"La explotación masiva de los trabajadores, el medio ambiente y los residentes es un grave delito contra los derechos humanos", afirma Aulia Hakim, responsable de defensa y campañas de WALHI Central Sulawesi, la rama regional del mayor grupo ecologista de Indonesia. 

El gobierno debe mirar más allá de la cantidad de dinero que ingresa el IMIP y empezar a rendir cuentas por los problemas sociales y medioambientales que ha causado, afirma Hakim. A pesar de las manifestaciones que han llevado a cabo los trabajadores, nada ha cambiado. 

La extracción de níquel está provocando catástrofes naturales

Los problemas laborales del IMIP coinciden con la gran preocupación que existe en Indonesia por el impacto medioambiental de la industria del níquel. Según un informe del Instituto Brookings de septiembre, el sector del níquel de Indonesia es "especialmente intensivo en carbono y perjudicial para el medio ambiente", debido a su dependencia del carbón.

Según un estudio de Greenpeace, desde el año 2000 se han destruido más de 8.700 hectáreas de selva tropical en la regencia de Morowali Norte, donde tiene su sede el IMIP. Esto ha dado paso a múltiples catástrofes naturales, como inundaciones o erosión del paisaje. 

En Kurisa, un pueblo situado en el extremo sureste del IMIP, la contaminación les ha dejado sin peces. "Los residuos del IMIP los han matado", señala Jus Manondo, un pescador de 45 años. Las capturas de Manondo son ahora menos del 20% de lo que eran hace una década. Es por eso que muchos de los pescadores de la zona se han ido a vivir a otros lugares. 

Según Manondo, en 2021 una pila de carbón que estaba en el vertedero cayó al mar, tiñéndolo de negro. Este tipo de vertidos es algo habitual. De hecho, esta agua contaminada llega al mar diariamente.

Sin embargo, a pesar de la evidencia de que la fiebre por el níquel, impulsada por la demanda de vehículos eléctricos, ya ha traspasado los límites de la sostenibilidad social y medioambiental, la industria sigue expandiéndose en Indonesia.

Según el análisis de la empresa de investigación Rystad Energy, la demanda de níquel de alta calidad superará a la oferta en 2024. La invasión de Ucrania por Rusia, que produce el 11% del níquel mundial, ha tensado aún más el mercado y ha disparado los precios en la Bolsa de Metales de Londres a máximos de 35 años. 

Para aprovechar el tirón, los propietarios del IMIP están duplicando el tamaño de las instalaciones y construyendo un segundo parque, el Weda Bay Industrial Park (IWIP), en las vecinas islas Maluku, que acabará ocupando 5.000 hectáreas.

"Sean cuales sean los beneficios, no serán suficientes", afirma Hakim, de WALHI. "No podemos salvar el planeta destruyéndolo".

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