Silicon Valley tiene que dejar de despedir trabajadores y empezar a despedir a los CEO

Los CEO de las tecnológicas no merecen su sueldo, sino ser despedidos por su mala gestión.
Los CEO de las tecnológicas no merecen su sueldo, sino ser despedidos por su mala gestión.

Arif Qazi/Insider

Ed Zitron,

| Traducido por: 
  • Los trabajadores del sector tecnológico han sufrido despidos en masa en los últimos meses.
  • Pero los CEO, responsables de esos despidos por sus malas decisiones, no afrontan ninguna consecuencia.

En un intento de explicar por qué la empresa había despedido a 12.000 empleados, Sundar Pichai, CEO de Alphabet, habló de una "revisión rigurosa" de las estructuras internas y la organización de Google. Pichai dejó entrever que la empresa había contratado para una realidad económica diferente a la que enfrentaba y que los despidos eran necesarios para preparar a Google para el futuro.

Aunque el CEO (que ganó 280 millones de dólares en 2019 en concepto de incentivo), dijo que asumía plena responsabilidad por las decisiones, no explicó cuáles eran esas decisiones. También olvidó mencionar que durante su tiempo al frente de Google, la compañía ha recibido multas antimonopolio por valor de miles de millones de dólares, ha sido superada por ChatGPT de OpenAI pese a su intención de destacar en IA, y ha visto cómo su buscador ha ido irremediablemente a peor

Aunque más tarde afirmó que "todas las funciones por encima del nivel de vicepresidente senior experimentarán una reducción muy significativa en su incentivo anual", incluido el suyo propio, la gran mayoría de sus errores parecen haber perjudicado más a las 12.000 personas que fueron despedidas. 

Entre los empleados despedidos —vía correo electrónico— había varios de alto rendimiento y empleados veteranos, como un ingeniero que llevaba 20 años en la empresa y que describió el repentino despido como una "bofetada en la cara".

Este tipo de elusión de responsabilidades es cada vez más frecuente en Silicon Valley. Los CEO de empresas como Amazon, Microsoft, Salesforce y Meta han llevado a sus compañías a una senda insostenible, invirtiendo en descabellados proyectos y asumiendo que el boom tecnológico impulsado por la pandemia sería una nueva normalidad. 

Ahora que esas expectativas se han hecho añicos, los trabajadores del sector tecnológico están soportando el peso de estas malas decisiones, mientras que los directivos con más responsabilidad por los errores cometidos se enfrentan a pocas o ninguna consecuencia significativa.

Cualquier ejecutivo que participe en la toma de decisiones que lleven a cientos o miles de personas a perder sus empleos debería ser el que los condujera a la puerta de salida. Pichai y otros CEO tecnológicos no deberían ganar 280 millones de dólares al año, ni siquiera un millón: deberían ser despedidos por gestionar mal algunas de las mayores empresas del mundo.

¿Por qué buscar casi cualquier cosa hoy en día —un tuit, un documento de Word, un correo electrónico— parece como buscar una aguja en un pajar?

Los CEO cometieron errores, los trabajadores se llevan la peor parte

En sus anuncios de despidos, casi todas las tecnológicas han echado la culpa a la economía. En Amazon, los recortes eran supuestamente necesarios debido a "las dificultades de la cadena de suministro, la inflación y el exceso de productividad", además de a la incertidumbre económica.

 El CEO de Salesforce, Marc Benioff, citó la recesión económica como la razón de la reducción del 10% de la plantilla de la empresa, y Workday despidió al 3% de sus trabajadores por el "entorno económico global que supone un reto para las empresas de todos los tamaños." El CEO de PayPal, Dan Schulman, achacó la decisión de despedir a 2.000 empleados al "desafiante entorno macroeconómico".

Pero en muchos casos, la verdadera fuente de preocupación en estas empresas se reduce a decisiones descabelladas tomadas por sus líderes, se llame Mark Zuckerberg en la empresa antes conocida como Facebook, que autorizó contrataciones masivas durante la pandemia e invirtió miles de millones de dólares en su locura del metaverso antes de tener que recortar 11.000 puestos de trabajo; o Tobi Lütke en Shopify, que despidió a 1.000 personas por una apuesta por el futuro del comercio electrónico que no dio sus frutos.

Muchas de estas empresas han cometido graves errores estratégicos que los despidos no resolverán: recortar trabajadores no las hará más productivas de repente, ni mejorará sus productos. Además, muchas de ellas siguen siendo asombrosamente rentables, lo que pone en duda la justificación económica de los despidos. 

Los beneficios de Microsoft disminuyeron un 12% en el último trimestre de 2022 respecto al mismo trimestre de 2021, pero, aun así, ingresó 16.400 millones de dólares. Amazon obtuvo un beneficio de 2.800 millones de dólares en el trimestre más reciente, por debajo de los máximos de compras online de la pandemia, pero en línea con su media histórica. Y, aun así, despidió a 18.000 empleados

Parece que cuando los beneficios —o incluso las previsiones de beneficios futuros— disminuyen un poco, alguien tiene que ceder, y desde luego no son los CEO. Cuando una empresa opta por despedir a miles de personas, resulta ópticamente justificable que otras sigan su ejemplo, una forma natural de que el CEO parezca "disciplinado" o "responsable" a pesar del daño que causa a los empleados. 

Aunque pueden proteger la reputación del CEO o aplacar a los inversores, los despidos son enormemente perjudiciales para los trabajadores, incluso para los que están bien pagados. Las personas despedidas se enfrentan a daños a largo plazo en su carrera profesional y en su salud mental y física. 

Zuckerberg renuncia

El despido perjudica a largo plazo la carrera profesional y la salud mental y física. Por no hablar de que los despidos son de dudoso valor para la empresa; los estudios han descubierto que los despidos son un lastre para la productividad, que suprimen la innovación y que pueden provocar un descenso de los beneficios a largo plazo. Los estudios también han sugerido que los despidos hacen la vida más difícil a los empleados que se quedan, sobre todo porque muchas de estas empresas recortan algunas de las ventajas y servicios que podrían ayudar a los trabajadores que se quedan. Dadas las desventajas humanas y empresariales de los despidos, la principal prioridad de un CEO debería ser evitarlos a toda costa.

Algunas empresas lo han conseguido. Apple ha conseguido recortar costes sin despedir, en parte reduciendo el salario de Tim Cook en un 40% (hasta 49 millones de dólares). Aunque no se puede aplaudir necesariamente que una empresa pague a un CEO "solo" 50 millones, destaca que esté dispuesto a recortar su propio salario antes de recurrir a despedir empleados. Del mismo modo, el CEO de Intel se rebajó el sueldo un 25% y redujo los salarios de su equipo directivo en un 15% para evitar despidos masivos. 

En el caso de las empresas que han recurrido a los recortes de empleo, la culpa recae directamente sobre los CEO. Como únicos responsables, lo son de haber analizado mal la macroeconomía, de haber hecho inversiones terribles y de haber seguido a la industria en un intento de complacer a Wall Street. 

Y sin embargo, más allá de algunas reducciones de sueldo, ninguno de ellos se ha enfrentado a consecuencias reales. Al centrarse en la incertidumbre económica general en lugar de admitir que los recortes se deben a la mala gestión de los directivos, los líderes pueden salvar su reputación y eludir la culpa.

 

Un gran poder que no conlleva ninguna responsabilidad

El desplazamiento de la culpa de estas empresas tecnológicas y de sus CEO no tiene precedentes. Las empresas han jurado fidelidad al todopoderoso directivo, aplicando un criterio de evaluación totalmente diferente a los altos cargos que al resto de empleados. 

Debido a esta adulación nociva por la persona más poderosa de la empresa, las compañías se devanan los sesos para intentar ahorrar dinero de cualquier forma que no sea recortando el sueldo o despidiendo a su empleado más responsable y más caro: el CEO. 

El sueldo de los CEO se disparó un 1.460% entre 1978 y 2021, y la relación entre el sueldo medio de los trabajadores y el de los CEO pasó de 20 a 1 en 1965 a 399 a 1 en 2021. Y no es que este asombroso aumento salarial haya hecho que los jefes sean mejores en su trabajo. 

Los altos directivos abandonan las empresas cuando anticipan una recesión y siempre tratan a los trabajadores como si fueran desechables, incluso durante una economía al alza. Los análisis determinan que estos asombrosos paquetes salariales están lejos de estar justificados. 

Cuando los altos ejecutivos cometen un error grave, casi siempre obtienen el beneficio de la duda. El directivo moderno carece de responsabilidad o supervisión real, y solo informa ocasionalmente a los consejos de administración, que suelen ser flexibles. Están en gran medida aislados de las consecuencias de sus acciones, incluso si tienen un mal rendimiento. 

Si cualquier otro tipo de trabajador tomara una serie de decisiones que provocaran una caída de 2 dígitos en la rentabilidad, sería amenazado con el despido o despedido directamente. En cambio, los CEO de las tecnológicas han perjudicado a personas que en muchos casos estaban desempeñando bien sus funciones. Y aunque muchos empleados de la tecnología y de otros sectores han recibido generosas indemnizaciones, palidecen en comparación con los pagos que los directivos fracasados han recibido al salir por la puerta grande

Toma, por ejemplo, la empresa de alquiler de coches Hertz, que despidió a 10.000 personas en 2020 mientras se tambaleaba hacia la bancarrota, al tiempo que pagaba a sus directivos 16 millones de dólares en primas.

Si se espera (y se paga) que los CEO sean un semidiós visionario en la cima de una organización, debería esperarse que asumieran esa responsabilidad y pagaran el precio cuando meten la pata. En algún momento, el jefe tiene que rendir cuentas tanto como las personas a las que emplea. 

No hay ninguna razón por la que el miembro mejor tratado y mejor pagado de una empresa no deba ser evaluado.

Si las empresas son reacias a despedir a los altos cargos, entonces bien, los CEO deberían centrarse en la gestión y ejecución reales para hacer crecer sus empresas de forma sostenible. 

En lugar de centrarse en las relaciones a corto plazo con los inversores y los elogios públicos, deberían dedicar tiempo a gestionar sus empresas y ayudar a mejorar los productos que crean conveniente. El CEO, la persona más poderosa e influyente de la empresa, es ahora una figura decorativa que recibe todos los beneficios del éxito de una empresa sin verse en peligro por ninguno de sus fracasos.

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