La 'zombificación' de Twitter: Musk ha condenado a la red social a un destino peor que la muerte

Se sabía que Elon Musk iba a destruir Twitter. La verdadera sorpresa es lo rápido que lo ha hecho.

Jenny Chang-Rodriguez/Insider; Chesnot/Getty Images

  • Se sabía que Elon Musk iba a destruir Twitter. La verdadera sorpresa ha sido lo rápido que lo ha hecho.
  • No está claro si Threads o cualquier otra app será la "asesina de Twitter", pero ya está claro que los modales de Musk y su pobre producto están convirtiendo la plataforma en un zombi.

Ha pasado menos de un año desde que compró la empresa, y el Twitter de Elon Musk ya va camino de sufrir un destino peor que la muerte: la irrelevancia.

La plataforma, que Musk prometió convertir en el paraíso de la libertad de expresión, libre de bots, tiene más fallos, más bots y más spam que nunca. En mayo, cuando el gobernador de Florida Ron DeSantis anunció su candidatura presidencial en Twitter, un desfile de fallos convirtió en un desastre lo que debería haber sido un momento histórico para la empresa. La red ni siquiera ha sabido aprovechar los acontecimientos por los que es conocida, como la actuación de Rihanna en el descanso de la Super Bowl. 

Prácticamente cada nueva "función" que Musk lanza (desde un aumento de la longitud de los tuits hasta el "límite de velocidad" que impide a los usuarios ver más de un número determinado de tuits al día) empeora el producto.

Twitter es, en esencia, un negocio publicitario: las últimas finanzas de la compañía mostraban que más del 90% de sus ingresos procedían de anuncios. Para tener éxito en ese negocio, necesita que tanto los usuarios que generan contenido como los clientes que compran anuncios crean que es un lugar estable y fiable. Si no se puede confiar en una plataforma publicitaria, ¿de qué sirve?

Y ahora la competencia está creciendo. El pasado jueves (un par de semanas después de que Musk le retara a un combate de MMA), Meta, lanzó Threads, una red social basada en texto fusionada con Instagram. En menos de 24 horas, Threads tenía más de 30 millones de usuarios, entre ellos la política estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez, Jennifer Lopez o la estrella de la NBA Stephen Curry. Para Musk, esto debe ser más embarazoso que recibir una paliza en el ring. Claramente de mal humor por el éxito de Threads, escribió lo siguiente en Twitter: "Es infinitamente preferible ser atacado por desconocidos en Twitter que la falsa felicidad de Instagram".

Sí, vale, jefe.

Ser relevante era la principal fortaleza de Twitter como plataforma. En realidad nunca ganó dinero, y nunca fue la red social con más usuarios. Pero cuando ocurría algo, la gente acudía inmediatamente a Twitter para saber más. Su atractivo radicaba en su capacidad para recopilar información sobre el momento presente, ya fuera la muerte de un miembro notable de la sociedad, un fenómeno meteorológico o el tráfico. Por desgracia, la torpeza de Musk está borrando toda esa relevancia y facilitando la entrada a otras plataformas.

Musk ha dicho que podría convertir Twitter en una "aplicación para todo" o una superapp, es decir, una ventanilla única para cualquier cosa, desde el transporte hasta las compras. Pero lo más probable es que la convierta en algo parecido a Truth Social, la red social que creó Donald Trump: un megáfono digital para un único narcisista y toda la gente que le adula.

Elon Musk

Cómo cambiar el rumbo

En los primeros días de la adquisición de Twitter, te dije que estaba pagando demasiado por la empresa. Cuando se cerró el acuerdo, afirmé que no tenía un plan real para darle la vuelta al negocio. En esos aspectos, creo que es justo decir que tenía razón. Dicho esto, todo esto se está desenredando mucho más rápido de lo que yo pensaba.

Twitter sin duda necesitaba un cambio de rumbo. Incluso antes de la adquisición, necesitaba una nueva dirección, una reevaluación del negocio e inversión en innovación de productos para atraer a nuevos usuarios. Desgraciadamente para la red social, Musk no es un hombre de cambios. Todas las empresas que ha puesto en marcha eran pioneras en sectores nuevos. Lo que hizo que esas compañías tuvieran éxito no funcionaría en Twitter, pero Musk lo intentó de todos modos. Despidió a más del 70% del personal sin respetar en absoluto sus conocimientos institucionales. Actuó como si él solo pudiera acaparar el negocio de la publicidad (como hizo en Tesla). Y no se molestó en saber lo que los usuarios querían de su Twitter, asumiendo en su lugar que su irremediable adicción a tuitear ya le había dado todas las respuestas. Pero, para sorpresa de nadie, ser un multimillonario "respondón" no da una idea clara de por qué la gente corriente utiliza el producto.

Te daré un ejemplo. Durante años, la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA), la agencia que controla el metro y los autobuses de Nueva York, utilizó Twitter para enviar alertas automáticas sobre emergencias y cambios en el servicio. Era una relación simbiótica para la red social: los usuarios dependían de la plataforma para recibir actualizaciones puntuales sobre trenes atascados y autobuses retrasados, mientras que la MTA disponía de una forma rápida y fiable de llegar a los clientes.

En abril, Musk decidió cortar bruscamente el acceso al programa de Twitter que permitía a la MTA enviar esas alertas, después de que funcionara relativamente bien durante años. Musk, que está buscando desesperadamente la forma de rentabilizar la plataforma, quería cobrar a los usuarios por el acceso a este feed, conocido como interfaz de programación de aplicaciones de Twitter. Pensó que los servicios meteorológicos nacionales, los Gobiernos y las agencias de respuesta a emergencias necesitaban Twitter más que Twitter a ellos. La MTA calculó que podría costarle 50.000 dólares al mes mantener el acceso, pero en lugar de pagar, lanzó un farol. La MTA regresó solo cuando Musk dio marcha atrás en su decisión y permitió a las agencias gubernamentales volver sin coste alguno. La situación obligó a Musk a mostrar sus cartas, y en realidad tenía una mano débil.

"La única diferencia entre Twitter y las demás empresas de Musk es que él trata peor a los usuarios de Twitter que a sus empleados", dice por teléfono Vicki Bryan, fundadora del servicio de búsqueda de bonos Bond Angle.

Otro de los problemas es que Musk tiene fama de no pagar sus facturas a tiempo, una tendencia que ha frustrado a los proveedores de Tesla durante años. Ahora le causa problemas a los caseros de Twitter y a Goldman Sachs, que está reteniendo préstamos inmobiliarios incobrables porque Musk se niega a pagar el alquiler de un puñado de oficinas de la empresa. 

Y si lees entre líneas, existen pistas de la tacañería de Musk por todas partes. Justo antes de la festividad del 4 de julio en EEUU, anunció que empezaría a limitar el número de tuits que los usuarios podían ver en un solo día. Afirmó que era para mejorar la experiencia y acabar con esos molestos bots. Si eso es cierto, Musk está sacrificando la reputación de Twitter como destino fiable de noticias de última hora y conversaciones fluidas para luchar contra el spam. Es como prender fuego a una casa para deshacerse de las termitas. La estrategia tiene más sentido si en realidad es un despiste de la penosa mala gestión de Musk. 

A finales de junio, Twitter llevaba meses sin pagar a su proveedor de bases de datos Oracle. Y el mes pasado, la CEO Linda Yaccarino tuvo que liquidar la factura pendiente de Twitter con Google Cloud, que guarda los datos de Twitter, así como otros servicios informáticos. No está claro cómo sobreviviría la empresa sin la infraestructura que proporcionan estas otras compañías, y es casi seguro que no son las únicas relaciones comerciales críticas que Musk ha puesto en peligro. 

Así que claro, tal vez limitar el acceso de los usuarios sea por los bots. Tal vez, para Musk, se trata de una cruzada por la que merece la pena sacrificar precisamente lo que hace especial a Twitter. Puede que piense que luchar contra los bots merezca la pena para reducir una red social que lleva años intentando aumentar su base de usuarios. Pero parece mucho más probable que la plataforma esté bajo la presión de la falta de personal, una infraestructura débil y una dirección llena de aficionados.

Adam Mosseri, director de Instagram

Si alguien tiene alguna idea brillante en Twitter (aparte de cobrar por la verificación que ya nadie quiere) ahora es el momento de compartirla. En mayo, Fidelity, el gigantesco fondo de inversión que mantuvo su participación en Twitter tras la compra de Musk, rebajó su valoración de la empresa a 6,5 millones de dólares, frente a los 20 millones de dólares de octubre. Eso es aproximadamente un tercio de lo que era antes. Bryan ha estado siguiendo la saga de la deuda de 13.000 millones de dólares que Musk tuvo que cargar en Twitter para hacerse con ella. Dice que, en sus décadas de experiencia, nunca había visto que el valor de una empresa se deteriorara tan rápidamente.

El verdadero precio de Twitter no son los 44.000 millones de dólares que pagó Musk; el problema es que es un cuchillo cayendo, y todo el mundo en Wall Street lo sabe. Por eso, bancos como Morgan Stanley, que firmó la venta de los 12,5 millones de dólares de deuda de Twitter, se ha cubierto con bonos esperando un milagro, en lugar de vender y asumir las pérdidas. Según The Wall Street Journal, la deuda de Twitter constituye la mayor parte de lo que queda de los 80.000 millones de dólares en bonos que nadie quiere comprar por la subida de tipos de interés. El aumento de los intereses de la deuda también significa que los pagos de Twitter son más caros. En otras palabras, hay poco margen para el error o la experimentación a la hora de invertir en Twitter.

"Si Elon pide más dinero a los bancos, le van a responder: 'Lo siento, estoy en un túnel y no te oigo'. Si la gente a la que vendiste tu deuda no puede venderla, no vas a conseguir más deuda", explica Bryan.

El producto ahora es Elon

Cuando los productos son malos, los usuarios se van, y eso es lo que está pasando en Twitter. Según una encuesta realizada en mayo por Pew Research, los usuarios más asiduos seguían en Twitter, pero publicaban menos. Parte del problema es que, al igual que Truth Social, Musk se ha convertido en la pieza central. En parte es intencionado. Cuando Musk descubrió que su popularidad estaba disminuyendo entre los usuarios, ordenó a sus ingenieros que dieran más protagonismo a sus tuits. Otro problema es que atrae a los mismos bots de los que se quejó hasta la saciedad. Otra encuesta de Pew reveló que el 60% de los usuarios se había tomado un descanso de Twitter en el último año. Llámalo como quieras, pero voy a jugármela y decir que sufrían de "agotamiento de Elon". 

Hace meses que existen alternativas a Twitter: Mastodon, Post, Bluesky (del fundador de Twitter, Jack Dorsey)… Estas plataformas han ido captando a los fanáticos de Twitter poco a poco, fragmentando a los usuarios y negando a cualquier página la masa crítica para igualar el incesante ruido de Twitter. No han atraído a los famosos, ni a las marcas, ni al resto de la cursilería cultural que tanto nos gusta odiar. Pero el lanzamiento de Threads parece ser la amenaza más seria para el Twitter de Musk. La diferencia con Threads es que (debido a su perfecta conexión con Instagram) no se está cargando a los usuarios de Twitter, sino que los está recogiendo con un camión.

Es posible que la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos tenga algo que decir al respecto. Su presidenta, Lina Khan, ha intentado demandar a Meta por copiar productos de empresas más pequeñas para mantener el dominio del sector en las redes sociales. Pero hasta ahora, su argumento no ha funcionado, y de alguna manera dudo que ayudar a Musk le dé un mayor impulso para regresar a sus planes. Por parte de Musk, sus abogados ya han redactado una carta de cese y desistimiento en la que dicen a Meta que Twitter le demandará si no retira Threads, ofreciendo así a Zuckerberg la oportunidad de vencer a Musk tanto en un tribunal como en un combate. Enhorabuena a todos los abogados implicados.

Basándome en su currículum, Yaccarino parece una profesional competente que probablemente no necesite mi consejo, pero voy a dárselo de todos modos: ¡Corre! Musk es famoso por su microgestión y su tacañería, lo que significa que tu experiencia quedará supeditada a su ego. Y cuando finalmente quieras irte, luchará contigo por cada céntimo que te merezcas hasta que salgas por la puerta. He visto esto en Tesla muchas veces.

En el pasado, Musk ha sido capaz de fusionar su marca con sus productos y convertirlos en un éxito. En Twitter, esa fusión ha convertido la marca y el producto en un desastre tóxico. Y si Twitter es demasiado tóxico, tiene poco futuro. Puede que las luces estén encendidas (gracias a los miles de millones de Musk), pero los únicos que estarán en casa serán él, algunos hombres descarriados que desearían que fuera su padre y bots porno. 

No está claro si alguna aplicación "matará" a Twitter, pero ya está claro que los modales de Musk y su pobre producto están convirtiendo la "aplicación del pájaro" en un zombi. Puede que Twitter no muera, pero desde luego no vivirá. Necesitará comer cerebros para mantenerse, y no habrá suficientes para alimentarlo. Tal vez este sea el sitio que Musk quería desde el principio. Al menos será popular allí.

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