Por qué invertir en 2021 en el oro: el potencial que posee en el plano de las finanzas personales

Hombre pasea con un lingote de oro de fondo.

2020 fue un año que supuso un desafío en todos los sentidos, y también en el ámbito de las finanzas personales

La recesión económica más intensa de las últimas décadas ha desencadenado una gran relajación monetaria y paquetes de apoyo fiscal que han alterado el escenario de las inversiones

Pero, a medida que arranca el 2021, la esperanza de las vacunas abre nuevos horizontes y con ello un aliento para el regreso a la normalidad anterior a la pandemia. De ahí a que los inversores se planteen cuáles pueden ser algunas de las mejores opciones para invertir teniendo en cuenta el esquema actual. 

Si bien los efectos de la pandemia se sentirán a lo largo de 2021, muchos expertos esperan crecimiento económico, aunque desigual, a medida que avance el año así como una recuperación mundial rápida y sólida. Al fin y al cabo, esta crisis se debe a una conmoción externa causada por el coronavirus, y no a una debilidad estructural de la economía mundial. 

En este sentido, uno de los activos que siempre recibe la atención es el oro: ¿merece la pena invertir en 2021?

Según Ned Naylor-Leyland, gestor de Merial Gold&Silver fund en Jupiter AM, en 2021, el precio del oro se mantendrá estable. “Será así a consecuencia de los rendimientos negativos reales, por lo que los mercados asumirán la importancia doble de la plata como componente industrial y reserva de valor monetario”, concreta el experto.

Pero, aun así, la mayoría de expertos sí recomienda que es importante tener este activo en cartera. “Especialmente, si la Reserva Federal aplicase una política monetaria aún más extrema en 2021, ya que el metal seguiría en alza como herramienta de protección frente a la inflación”, añade Naylor-Leyland.

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De igual modo, Stéphane Monier, CIO de Lombard Odier Private Bank, es de la opinión de que hay que conservar el oro, por ahora, como un activo con el que diversificar la cartera. “Las incertidumbres a corto plazo deberían mantener el precio del oro en el rango de 1.850 a 2.000 dólares por onza”, detalla. 

Esto ofrece una cobertura eficiente contra la volatilidad de la renta variable. “La depreciación del dólar estadounidense puede ayudar a la demanda física de oro, pero esperamos que la demanda financiera siga siendo el impulso al precio más fuerte”, concreta. 

En vistas a más largo plazo, en 2021 una vez que se produzca una recuperación, los tipos reales es probable que vuelvan a sus niveles normales y los inversores vuelvan a aumentar su exposición ante activos de riesgo, y probablemente el precio del oro tenderá a acercarse a nuestro objetivo a 12 meses de 1.600 dólares por onza.

Razones por las que invertir en el oro en el largo plazo

Pero más allá del impacto en este año, al invertir en oro con un enfoque más amplio puede ser atractivo por varios motivos. 

Según Tomás Epeldegui, director de Degussa en España, y que Business Insider España tuvo la ocasión de entrevistar en exclusiva, señala que el metal dorado actúa como un depósito de valor. 

“La realidad es que cada vez son menos las personas, y especialmente los jóvenes, que utilizan el efectivo en su vida diaria y esta tendencia, que se está produciendo desde hace años, se ha incrementado a causa de la pandemia provocada por el coronavirus. Incluso ya hay países, como Suecia, por poner un ejemplo europeo, donde los pagos en efectivo son casi residuales”, afirma. 

“Cuando hoy en día todo son meros asientos contables, el adquirir un lingote o una moneda nos da la seguridad de poseer algo físico cuyo valor se mantiene con el transcurso del tiempo y no depende de las oscilaciones de las políticas de gobiernos y bancos centrales”, describe. 

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Por otra parte, el oro sirve como protección frente a la inflación. El temor de los inversores a una época inflacionaria próxima como consecuencia de las medidas que están tomando los gobiernos y bancos centrales ha incrementado la demanda del metal ante la búsqueda de protección del poder adquisitivo. 

El activo mantiene su valor en el tiempo frente a la degradación constante de las monedas y, como consecuencia, incrementa su precio. 

“El oro ha sido tradicionalmente una herramienta de cobertura y protección contra la inflación”, apunta Epeldegui. A lo que Thorsten Polleit, economista jefe de Degussa, añade: “el poder adquisitivo del oro no puede ser degradado por los bancos centrales imprimiendo cada vez mayores cantidades de moneda y, a diferencia de los depósitos bancarios, el oro no conlleva un riesgo de incumplimiento de pago”. 

Fiscalidad y la posibilidad de tener liquidez de forma inmediata

Otra razón de peso para cualquier inversor a la hora de decidirse por un producto u otro son los impuestos que tendrá que pagar por ellos al Estado. Por ejemplo, a favor del oro físico (lingotes y monedas) se encuentra el hecho de que en la Unión Europea goza de una fiscalidad especial, que exime a los inversores del pago del IVA cuando adquieren piezas de 2 gramos o más. 

“Esto implica que, prácticamente, todo el dinero que se aporta se traduce en oro”, subraya Epeldegui. En el IRPF la venta tributa por la diferencia entre el precio de compra y de venta como incremento o disminución patrimonial en la base del ahorro. En el caso de residir en una comunidad en la que haya que hacer declaración del Patrimonio, se declara igual que el resto de nuestros bienes e inversiones.

Asimismo, tiene la capacidad de generar liquidez inmediata en cualquier parte del mundo. A pesar de que en los países más desarrollados del planeta el fin del trayecto del dinero en efectivo está cada vez más cerca, hay que reconocer que en otros lugares falta mucho camino por recorrer todavía. 

El oro funcionó como moneda durante miles de años. “Ha sido la moneda universal por excelencia”, señala Epeldegui. Hoy en día es fácilmente convertible en efectivo o en divisa en cualquier parte del mundo, incluso en los lugares más remotos en los que no exista la posibilidad de pagos digitales por ausencia de medios tecnológicos. 

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