Me encanta quedarme embobada mirando la pantalla del móvil: ¿por qué las empresas tecnológicas quieren impedírmelo?

Katie Notopoulos
| Traducido por: 
No busco un sustituto del iPhone. Ya me encanta mi teléfono.
No busco un sustituto del iPhone. Ya me encanta mi teléfono.iStock; Rebecca Zisser/BI
  • Las malas críticas del AI Pin subrayan que no es capaz de sustituir a un smartphone.
  • Y yo no quiero hacerlo de todas formas. Me encanta mi iPhone.
  • Lo único que lamento es no poder mirar mi teléfono más horas al día.

Estaba entusiasmada con el AI Pin, de verdad. Cuando se anunció este otoño el dispositivo wearable destinado a sustituir a un teléfono, no estaba muy segura de cómo podría usarlo la gente normal, pero me entusiasmaba la idea de una nueva y extraña categoría de gadget, algo creativo, ambicioso y nuevo.

Por desgracia, las críticas del AI Pin hasta ahora han sido terribles. Señalan que simplemente no funciona la mitad de las veces, se sobrecalienta y, en general, fracasa en su mayor ambición: ser un sustituto del teléfono sin pantalla.

Dejando a un lado todos los problemas con el AI Pin (recomiendo esta reseña de The Verge si tienes curiosidad), sigo volviendo a la tesis central del dispositivo —que quieres una forma de evitar mirar tu teléfono— y me rasco la cabeza sin entenderlo. ¿Quién dice que no quiero mirar la pantalla de mi teléfono? Me ENCANTA quedarme embobada mirando mi móvil.

Aquí hay dos argumentos: el práctico y el existencial.

El argumento práctico a favor de un dispositivo que no sea un teléfono y que pueda hacer cosas similares a las de un teléfono es que puedes realizar tareas sencillas sin distraerte con las demás notificaciones y tentaciones de un smartphone. Estoy de acuerdo: eso es bueno. Programar un temporizador, consultar rápidamente el parte meteorológico por la mañana… todas estas cosas son casos muy útiles de uso para no tener que utilizar el smartphone. Por suerte, tenemos asistentes de voz como Alexa y Siri, que existen desde hace más de una década y que ya hacen eso.

También están las gafas Meta Ray-Ban que graban vídeo y fotos, ideales para situaciones de manos libres, como montar en una montaña rusa, bailar o asistir a un concierto. Son un artilugio objetivamente estupendo, genial para ciertos usos, y su elemento de inteligencia artificial probablemente aportará formas aún más útiles de utilizarlas. Pero no creo que pretendan sustituir al teléfono.

Joanna Stern, de The Wall Street Journal, utilizó el AI Pin junto con las Meta Ray-Ban en sus recientes vacaciones familiares y descubrió que el aspecto de cámara portátil era genial para capturar momentos rápidos con sus hijos. Le encantó no tener que sacar el teléfono: "Ya sabes cómo va la cosa. Sacas el teléfono, haces una foto y luego te distraes con algún mensaje o notificación. Me sentí bien guardando el teléfono en la mochila durante la mayoría de estas excursiones", resume.

Esa razón práctica —el smartphone puede distraerte cuando solo quieres hacer una foto— es muy razonable y fácil de entender.

El Pin AI ha recibido muy malas críticas, y entiendo por qué. Me encanta mi iPhone. No necesito un sustituto.
El Pin AI ha recibido muy malas críticas, y entiendo por qué. Me encanta mi iPhone. No necesito un sustituto.Courtesy of Humane

Pero luego está el otro argumento, más existencial, contra los teléfonos: pasamos todos nuestros ratos libres con una pantalla en la cara, desplazándonos sin sentido en busca de dopamina e ignorando el mundo que nos rodea. El tiempo que pasamos con el smartphone es malo; el tiempo que pasamos haciendo cualquier otra cosa es bueno.

No puedo aceptar este argumento. Me encanta hacer scroll sin pensar; lo encuentro inmensamente divertido. Me encanta echar un vistazo a TikTok, a los tuits y a Reddit. A veces me meto en los chats de grupo. Si me sobra algo de tiempo, voy a mi rincón favorito y veo tráilers de películas en YouTube.

Adicción al móvil.

Me opongo enérgicamente a la idea de que pasar tiempo alejado del smartphone sea de algún modo más beneficioso. ¿Qué voy a hacer, dar un paseo y quedarme mirando los árboles? ¿Tienes idea de cuántos artículos hay por ahí y que todavía no he leído?

También me opongo a la idea de que, como madre, debería descuidar mi smartphone para estar más "presente" con mi familia. Por supuesto que paso ratos del día prestando toda mi atención a cada uno de mis hijos, no soy un monstruo. Pero no creo que sea necesario dedicarles TODO el tiempo a los niños pequeños; hay que ignorarlos un poco, eso fomenta la independencia.

Francamente, no me preocupa no estar presente. Puedo realizar varias tareas a la vez. Soy capaz de procesar muchas entradas de atención al mismo tiempo; funciono a docenas de teraflops; mi mamá-computación es tan potente que Sam Altman quiere que Emiratos Árabes inviertan en ello. char un vistazo a mis mensajes no va a ser lo que me haga dejar de estar "presente". Nunca estoy ausente. Y apuesto a que eso también es cierto para ti.


Reconozco que es importante cómo los padres modelan el uso del smartphone a sus hijos: no es ideal tener un teléfono en la cara todo el día y luego tratar de convencer a un niño de que tiene que dejar el iPad. Hay un término medio, feliz y saludable. No digo que debas perderte los primeros pasos de tu hijo por estar tuiteando, pero no me siento culpable en absoluto por consultar el correo electrónico mientras veo Frozen por vigésima vez.

En estos momentos hay mucha preocupación sobre cómo los smartphones podrían estar afectando a los jóvenes. La correlación entre los smartphones y la salud mental de los adolescentes es discutible, pero querer limitar las redes sociales y el tiempo de pantalla de los adolescentes y los niños es muy válido.

Sin embargo, yo no soy una adolescente. Soy adulta. No hay que confundir las conversaciones sobre como los móviles son malos para los niños y niñas de 15 años con las que hablan sobre lo mismo enfocado en los adultos.

La parte más sencilla del argumento de que los smartphones son malos para los niños es que el tiempo que pasamos frente a una pantalla sería mucho mejor invertido en otras cosas, como socializar en persona o dormir. Esto es muy cierto en el caso de los adolescentes, y quizá también un poco en el de los adultos. (Pero yo soy una adulta con un lóbulo frontal completamente formado que ya ha moldeado sus habilidades sociales en sus años de formación).

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La única ventaja de ser mayor ahora es que mi smartphone no puede hacerme daño. Puedo soportar mirar Instagram y ver a mis amigos pasándoselo bien y simplemente sentirme feliz por ellos. Puedo ver todos los vídeos que quiera en TikTok y lo único que pasa es que ahora conozco las palabras que usan los adolescentes y me entero de la vida de gente que nunca llegaré a conocer en la vida real. Jajaja. El scroll descontrolado sólo aumenta mis poderes.

No quiero ser maleducada, así que intento seguir una conducta razonable con el teléfono. No miro el móvil en un restaurante, en el cine o mientras hablo con alguien. Me gusta mi Apple Watch por esta razón: me permite guardar mi teléfono en situaciones sociales sin tener que preocuparme por perder un mensaje o una llamada importante. Soy consciente de que hay funciones y situaciones en las que algo distinto al smartphone sería estupendo.

Pero no quiero sustituir mi smartphone. No quiero pasarme a un teléfono 'tonto' para recuperar mi atención de las codiciosas empresas tecnológicas. No creo que mi conciencia fuese a ascender a un plano superior si pudiera alejarme de la luz de 2.000 nits de mi iPhone 14 Pro Max. En lo que a mí respecta, el smartphone es la cúspide de los logros de la humanidad. Lo valoro, lo venero y le estoy agradecida. No contemplo este increíble regalo de la suma de la tecnología humana y pienso: "Sería más feliz sin él".

En todo caso, mi único deseo es poder mirar más mi smartphone.

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